Ricardo Alemán
En efecto, el 12 de mayo del 2020 se recordará en México
como el día en el que el presidente mexicano, López Obrador, decretó un paso
decisivo en dirección a la dictadura en México; una dictadura de Estado.
¿Por qué?
Porque en esa fecha –mayo del 2020–, el mandatario
confirmó que, por la vía del decreto, en México desparece la policía civil y,
en su lugar, el presidente ordenó la más poderosa militarización de la historia
mexicana.
Es decir, que a partir de hoy, México vivirá en aquel
régimen militar que, por más de dos décadas, estigmatizaron los políticos del
llamado “lopezobradorismo”; el régimen que, según AMLO y sus más cercanos
colaboradores, era un peligro para la democracia mexicana.
Sin embargo, hoy, a lopistas como el presidente Obrador,
ya no les parece peligroso el régimen militar que cuestionaron por décadas;
violatorio de derechos fundamentales -como los derechos humanos–, y que por
decreto del propio AMLO, está vigente en México, por encima de la vida
institucional y democrática, por encima de la Constitución, y por encima del
poder civil.
Dicho de otro modo, resulta que a partir del 12 de mayo
del 2020, el presidente Obrador convirtió al Estado mexicano en un “Estado
militar”; un Estado dictatorial, en donde militares y marinos sustituyen a los
policías civiles y en donde los efectivos castrenses podrán investigar, acusar
y detener a presuntos culpables.
¿Y eso qué..? Podría preguntar algún despistado.
Pues casi nada, que estaríamos ante la instauración de
uno de los regímenes menos democráticos, más autoritarios y de menores
libertades civiles. En pocas palabras, resulta que ya vivimos en la dictadura
de López Obrador.
¡Y por qué un régimen de menos libertades civiles?
Porque, a querer o no, el gobierno de AMLO dinamitó la
Comisión Nacional de Derechos Humanos –la CNDH–, y por tanto los ciudadanos
estaremos a merced de los excesos castrenses.
Todo ello a pesar de que durante poco mas de dos décadas,
el líder social y dirigente partidista, López Obrador, además de muchos de sus
socios políticos –como Manuel Bartlett, Epigmenio Ibarra, Jenaro Villamil,
Mario Delgado y Ricardo Monreal–, cuestionaron con severidad la supuesta
tentación autoritaria de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y
Enrique Peña.
Por ejemplo, durante esos años, los morenistas le
gritaban a los mexicanos y al mundo que, “con el cuento de la lucha contra el
crimen organizado y el narcotráfico”, esos gobiernos pretendían la
militarización de la vida nacional lo que, según ellos, no era otra cosa que
una grosera tentación dictatorial.
Militarizar al país era, según la chabacana
interpretación lopista, lo más cercano a la traición a la Patria; era un error
de la pureza discursiva de la entonces llamada izquierda mexicana.
Por eso, el “lopismo político” denunciaba que, por
ejemplo, Vicente Fox, promovía la militarización cuando en el viejo Distrito
Federal, el Ejército Mexicano entró a la violenta Delegación de Iztapalapa,
para combatir el crimen organizado.
Ya con Felipe Calderón, como presidente, los lopistas
criticaron no sólo el uso del Ejército y la Marina para la lucha frontal contra
el crimen, sino que llegaron al extremo de llamarle “la guerra de Calderón”.
Y con Peña Nieto, algunos resentidos políticos, como
Manuel Bartlett, armaron todo un montaje para denunciar un supuesto asalto
militar contra el poder civil en México.
Lo cierto, sin embargo, es que, en las últimas dos
décadas, el grupo político de AMLO no era más que una “dictadura embozada”.
¿Por qué?
Porque, en el fondo, el propio Obrador y sus más
allegados siempre trabajaron para instaurar la dictadura que hoy han impuesto
en México.
¿Lo dudan?
El 2 de febrero de 2017 titulamos así el Itinerario
Político de entonces: “Venezuela apoya a Obrador”.
En esa entrega probamos que no era nueva la intención del
gobierno dictatorial de Nicolás Maduro, de “meter la mano” en las elecciones
mexicanas, a favor del candidato López Obrador.
Y, no hablábamos de oídas, ya que el bloque más cercano a
AMLO coqueteaba con el dictador venezolano. Basta recordar que leales de
Morena, como Yeidckol Polevnsky, René Bejarano, Dolores Padierna, Héctor Díaz
Polanco, Gerardo Fernández Noroña y Alberto Anaya –dueño del PT–, entre otros,
ya eran probados adoradores de Nicolás Maduro.
Desde entonces existen evidencias de financiamiento de
dinero venezolano a la candidatura presidencial de AMLO, además de que esa
dictadura capacitó cuadros de Morena a el adoctrinamiento de militantes del
partido oficial mexicano.
Y la militarización decretada a partir de hoy en México,
es el mejor ejemplo de que AMLO sigue a pie juntillas los pasos de Venezuela.
Se los dije; ya estamos en dictadura.
Al tiempo.