Ricardo Alemán
Está claro que es exagerado –sino es que una tontería–,
emparentar la protesta callejera femenil del 8 de marzo y el paro de mujeres
del 9, con el movimiento estudiantil de 1968.
No existe punto de comparación, ni en el tiempo ni en los
objetivos de cada una de las protestas sociales ocurridas a más de medio siglo
de distancia.
Y tampoco tiene nada que ver el reclamo de mujeres del
domingo 8 y el lunes 9 de marzo del 2020, con aquella bobería llamada
“#YoSoy132”, de 2012, montada por el grupo de propagandistas que hoy detentan
el poder, para tratar de derribar la candidatura presidencial de Enrique Peña.
Y vale la aclaración porque luego de la nutrida y emotiva
respuesta de las mujeres, en los eventos consecutivos del 8 y 9 de marzo, ya
aparecieron voces que creen, imaginan o suponen que estamos en ante la
reedición del 68 mexicano o ante la vuelta de los “ternuritas” del #132.
Lo cierto es que cada movimiento social es único y de
características propias, además de que responden a un momento específico en el
tiempo y en el tipo de gobierno que los genera.
El 68 mexicano, por ejemplo, fue una explosión juvenil
legítima, a favor de libertades básicas, frente a un gobierno autoritario,
represor y nada democrático; movimiento contagiado por el virus de la
Revolución Cubana que, al final, detono el arranque de los cambios
democráticos.
La bobería del #132, como ya se dijo, no fue más que la
manipulación grosera de jóvenes de universidades privadas, alentado por el
mismo aparato de propaganda del grupo que hoy detenta el poder en México,
montado con fines electoreros. Y la prueba es que sus líderes hoy medran del
gobierno de AMLO, el peor presidente de la historia.
En el 2020 mexicano, sin embargo, el reclamo no fue por
libertades básicas y tampoco contra el poder autoritario, y menos fue una
exigencia a favor de más canales de libertad y democracia para las mujeres.
Lo cierto es que si somos rigurosos, resulta vergonzoso
que 300 mil mujeres debieron salir a la calle y millones de ellas parar en el
emotivo “Un Día Sin Mujeres”, no para exigir igualdad, más libertades, más
espacios de expresión, mejores salarios y lugares de trabajo, sino para que el
presidente Obrador haga su trabajo.
Sí, el grito fue unánime: “¡presidente, cumpla con su
obligación!”.
Miles de voces y millones de silencios que exigían que el
ineficaz gobierno de López Obrador, junto con los gobiernos estatales de
Morena, hagan bien su trabajo, protejan la vida de todos los ciudadanos y,
sobre todo, la vida de las mujeres; que termine la epidemia de feminicidios;
que esos gobiernos llenos de ignorantes, ineptos, indolentes, analfabetas y
misóginos, cumplan lo que prometieron y acabe la violencia contra las mujeres.
Cualquiera que revise las pancartas y las consignas de la
multitudinaria marcha del 8 de marzo, probará que nada tienen que ver los
reclamos del 2020, con los del 1968 y menos con las boberías del 2012.
Las mujeres exigen seguridad, no más violencia, no más
feminicidios y no más secuestros. En pocas palabras, exigen respeto por su
condición de mujeres. Y punto.
Y frente a eso, el gobierno de López Obrador nada
entendió. Es más, no entiende que nada entiende.
Mas aún, el misógino presidente se negó a crear una
Fiscalía Especial para feminicidios; se negó a modificar su estrategia contra
la violencia hacia las mujeres y en el delirio, llegó al extremo de minimizar
la protesta, tanto del 8, como del 9 de marzo y culpar a “los conservadores”.
Y fue tan claro el reclamo y tan potente la emergencia
que, el 8 de marzo, al tiempo que casi 350 mil mujeres tomaban la Ciudad de
México, en todo el país se cometieron 11 feminicidios.
Al día siguiente, el 9 de marzo, cuando millones de
mujeres pararon, el número de feminicidios llegó a 6.
En los dos casos, según cifras oficiales; las mismas
cifras que arrojan un promedio de 10 mujeres muertas en México, cada día.
Es una pena que el presidente Obrador no haya entendido
que los jóvenes de Puebla, las mujeres que marcharon el 8 y los millones de
mujeres que pararon el 9 de marzo, sólo le exigieron trabajar con estrategias
correctas contra la violencia y el crimen.
¡Pare de mentir, presidente, la Nación demanda
resultados!
Al tiempo.