Carlos Ramírez.-
La nominación del candidato de Morena a la gubernatura de
Puebla ha reventado la crisis interna de crecimiento del partido-movimiento de
López Obrador. O con mayor precisión, el movimiento-prepartido del nuevo grupo
dominante.
El choque Yeidckol Polevnsky-Ricardo Monreal por Puebla
tiene un dato que forma parte del análisis: la élite política de Morena está
conformada por muchos ex del viejo PRI que dieron el salto de la muerte del
PRI-PRD-PAN a Morena y no el salto cualitativo a un proyecto político aún inexistente
y nuevas formas de hacer política que son las mismas del PRI.
Polevnsky colaboró como empresaria del priismo, Monreal
militó en el PRI y pasó por el PRD priísta, Mario Delgado se formó con el
expriísta-exsalinista-experredista Marcelo Ebrard y Porfirio Muñoz Ledo
atravesó por toda la gama de partidos. El dato mayor es el que aparece hoy:
Morena todavía no cuaja como partido político formal y sigue como alianza
oportunista de movimientos sociales y personalidades aisladas, sin que su
máximo líder López Obrador quiera consolidarlo como partido político formal.
La imprudencia y falta de tacto de la presidenta de
Morena llevó al presidente López Obrador a formalizar por la vía jurídica su
deslindamiento de la precandidatura de Miguel Barbosa en Puebla que ya había
destapado Polevnsky, mientras Monreal movió piezas con tacto para perfilar la
precandidatura de Alejandro Armenta. El problema radica en que Puebla es una
pieza menor en el tablero de Morena porque la victoria estaría asegurada, pero
la disputa entre las élites podría reducirle votos.
La rebatinga de la candidatura para Puebla ha develado la
crisis interna de organización de Morena: no es un partido formal, la suma de
movimientos carece de cohesión interna en una idea-programa, López Obrador
quisiera un partido sin dependencia pública del presidente de la república y la
falta de unidad interna estaría afectando la estabilidad política.
López Obrador aspiraría a un partido político real para
que funcionara como el espacio de negociaciones del reparto del poder y de
beneficios. Es decir, un PRI con otro nombre. El modelo parece ser imposible:
el PRI nació desde el poder, con la propuesta ideológica --demagógica pero
funcional-- de la Revolución Mexicana y con el propósito de ceder entre todos para
mantener el poder. Y la estructura real del poder priísta la creó Cárdenas: la
corporativización de las clases productivas como sectores-pilares del partido,
trasladando la lucha de clases en la sociedad al interior del PRI con la
autoridad distributiva del presidente de la republica.
Morena es un ring de lucha libre sin reglas. Monreal y
Delgado han mantenido la disciplina legislativa con habilidad y apoyo
presidencial. En cambio, Morena no ha podido cohesionar a movimientos y
personalidades y Polevnsky ha violado una de las reglas de oro de las
direcciones partidistas: la parcialidad, pues ha manejado a la organización
como si fuera una pequeña y mediana empresa y no como un partido político. Y su
irritabilidad la llevó a decir que el partido había sido infiltrado por
sabandijas.
El error estratégico de López Obrador fue crear a Morena
como partido sólo para su candidatura, dándole espacio a todas las defecciones
en busca de cargos públicos. El problema radica en la falta de una idea-fuerza
que centre la cohesión interna, pues hasta ahora el factor de unidad es el
mando lopezobradorista.
Si no hay una reorganización de Morena para consolidarlo
como un verdadero partido, las elecciones legislativas del 2021 serán un
terremoto interno. Por la descomposición de los demás partidos --sobre todo el
PRI, el PAN y el PRD--, Morena podría tener garantizada la mayoría absoluta,
aunque las disputas internas bajarían sufragios, el desaliento normal de las
elecciones legislativas de mediados de sexenio no lleva votantes a las urnas y
nuevas afiliaciones terminarían de profundizar las contradicciones.
Lo que se ve en Morena es que el presidente López Obrador
no quisiera en Morena a una nueva figura política que brillara en el horizonte
de poder, pero mantener a Polevnsky o alguien similar obligaría al presidente
de la república a desgastarse apagando conflictos y que Morena no sea el pivote
político de su programa de gobierno.
Inteligencia o policía china. La denuncia adelantada del
investigador de delitos financieros Santiago Nieto pudo haber sido precipitada:
o el expediente está tan sólido que podría saltarse el escándalo mediático que
viola debido proceso o son sólo sospechas que atienden el apetito denunciador
sin proceso penal o sólo quieren quemar a algunos adversarios del 2018. O,
también, la Unidad de Inteligencia Financiera será la policía china del
sexenio.
Política para dummies: La política es la lectura racional
de la realidad y no las pasiones maquiavélicas que quieren pasar por astucias
maquiavelianas.
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