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FOTO: INTERNET |
Carlos Ramírez.-
Metidos todos a impulsar a Ricardo Monreal Avila como una
lanza de confrontación contra Andrés Manuel López Obrador, pocos se han tomado
el tiempo para analizar el trasfondo de la encuesta --cuchareada o no-- que
impuso a Claudia Sheinbaum como candidata capitalina de Morena vía el dedazo
del caudillo.
Frente al 15.9% de votos a favor de la preferida del líder,
la encuesta reveló la existencia de un 60.2% que declaró que ninguno de los
aspirantes le interesaba (22.9%) y que no sabía o no contestó (37.3%). Es
decir, que la candidata de López Obrador en primer lugar de preferencias
declaradas en la Ciudad de México apenas logró el voto directo de una sexta
parte de la ciudadanía.
El otro punto del debate político de la encuesta revela que
en materia de emisión de voto tiene a imponerse más la personalidad política y
de poder del candidato que su perfil académico. Monreal, un animal político en
sentido aristotélico, ya se posicionó mejor que Sheinbaum porque fue una
víctima del poder autoritario del Tlatoani morenista.
Como ha ocurrido en casos anteriores, López Obrador coloca
sus pasiones personales por encima de las racionalidades del poder. Su primer
signo de debilidad y vacilaciones lo llevó a abrir la encuesta para probar el
resultado, pero sin entender que las encuestas no se asumen por cifras finales
sino por sus significados interpretativos.
La debilidad de López Obrador en la Ciudad de México lo está
llevando a cometer errores estratégicos graves: aceptar el apoyo del exjefe
capitalino Marcelo Ebrard Casaubón, auto exiliado por sus presuntas
responsabilidades en irregularidades y desvíos de dinero durante su gestión y
meter en la encuesta a Mario Delgado, el responsable financiero de esas
irregularidades, los dos en busca de protección e impunidad en el presunto
gobierno morenista en la CDMX.
La desesperación del tabasqueño lo obligó a aliarse con el
Ebrard desprestigiado; y ahora viene otro movimiento estratégico que le costará
más votos perdidos: aceptar en Morena a René Bejarano, el Señor de las Ligas
que recibió dinero en efectivo del empresario Carlos Ahumada Kurtz para la caja
chica de gastos electorales del propio López Obrador.
El otro error de estrategia de López Obrador fue realizar
una encuesta confusa en sus intenciones reales: con una tendencia de pérdida de
posicionamiento en encuestas presidenciales de finales del año pasado a agosto,
el tabasqueño quiso usar la encuesta capitalina para posicionarse en medios.
Sólo que la encuesta no fue entendida por los encuestados porque votaron por el
“coordinador” de Morena en la CDMX y no por el presunto candidato.
Además, la encuesta entregada a medios no mostró la vitrina
metodológica donde se deben incluir datos vitales: quién hizo la encuesta, no
da error estándar, no define la confiabilidad de la encuesta, además de que 21
preguntas son pocas porque no incluye aquellas preguntas de control que
implican cruce de contradicciones para tener una mayor certeza en la
declaración del encuestado. Además, el procesamiento de datos se dio en 96
horas, insuficientes para consolidar datos. Expertos en encuestas señalan que
se trató de una encuesta de oficina y no de recolección de entrevistas en el
campo electoral.
Con una abstención de 60%, el 40% a favor de Morena es
bastante bajo como para celebrar la victoria en la CDMX. Y de ahí también se
desprende la furia lopezobradorista de que Monreal compita fuera de Morena.
Política para dummies: La política es la habilidad para
tomar decisiones de poder, no para satisfacer pasiones personales.
Sólo para sus ojos:
- Ricardo Monreal tiene la oportunidad de abrir nuevas formas de participación política: en lugar de otra encuesta y encuestas-espejo, debería proponer el modelo de elecciones primarias para que simpatizantes y militantes de Morena voten en urnas. Las encuestas apuestan a un promedio estadístico, eficaz pero movible. Y nunca hay dos encuestas iguales.
- Ricardo Anaya está llevando al PAN hacia la fractura que le hará perder las elecciones y el voto panista se dividirá entre López Obrador y el PRI. El punto de no retorno será la votación en el Senado por el fiscal; si Anaya pierde y panistas votan con el PRI, su precandidatura presidencial habrá naufragado. Además del mal carácter, Anaya estaría mostrando carencia de estrategia de poder y por tanto demasiada inexperiencia para lidiar con una presidencia de la república.
- Todo indica que el Tratado de Comercio Libre ya feneció.
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