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Reflexión-es por Daniel Dahlhaus

Es tema de conversación pero también motivo de una interesante mesa de debate la pasada asamblea nacional del partido que enaltece los principios de la revolución mexicana, y es que a meses de comenzar el proceso electoral las fichas en el tablero sufren un reacomodo a modo de democratizar y generar una apertura –dicen ellos- en sus esquemas de elección al interior de este seno partidista.
El panorama es un tanto cuanto complicado, dado que el choque de escuelas y me atrevería a decir, que hasta de matices ideológicos es variado, algo así como el afamado “paquetaxo” que uno compra en el "o por o"; las escuelas, líneas, fidelidades colectivas, deslealtades personales son la sal y la pimienta dentro del tricolor (no hago referencia a nuestra flamante selección mexicana de futbol, ese es otro tema prometo tocarlo).
Verán, es un mundo tan cosmo y globalizado existen actores políticos dentro del PRI con vasta experiencia pero con un twist de genialidad que se hace manifiesto en la praxis, tal es el caso del delegado nacional y Presidente de la Fundación Colosio que en la pasada vigésimo segunda asamblea justifico la importancia de dejar pasar a los nuevos cuadros, enfatizando que en los próximos comicios la mística será que una de cada tres candidaturas ira para los nuevos talentos del priísmo, es decir, la era de los ungidos llego a su fin.
No lo limitó la alquimia estatutaria y de relevancia es el nuevo código de ética derivado de un ejercicio de honestidad -que mucho hacía falta- dados los escándalos de corrupción dentro de las esferas gubernamental de orden estatal así como del orden federal. Las medidas de expulsión tomadas en el tricolor son una advertencia para la militancia piramidal, o mejor dicho, para quienes por sus venas aún corre algo del complejo “Caudillista”.
“Nuestro País cambio y nuestro partido lo entiende, entiende que ganaremos el 2018 pero sólo con la unidad de sectores, quebrantando candados, generando apertura a la sociedad civil organizada, siendo incluyentes, pero lo más importante siendo transparentes” […] palabras del gran Don José Murat Casab.
Sumamente sensata la postura del Revolucionario Institucional en su pasada asamblea, hay que decir que no se ha visto que la oposición tome estas medidas hacia sus actores que han sido señalados por actos de corrupción, peculado entre otros vicios del poder que a los ojos de la luz pública son ya imperdonables; para las condiciones macroeconómicas una infamia.
De cierto les escribo que no estamos en los noventas cuando la demagogia era una caricia al oído, el ciudadano del nuevo milenio ha entendido que la herencia cultural del paternalismo dejo un gran boquete en los finanzas públicas, entendió también que sin la cosmovisión binomio: sociedad-gobierno es muy poco probable generar las condiciones necesarias  del México que queremos (véase en el decálogo que la académica Denisse Dresser plasma en su libro “El País de uno” con todo y sus críticas –atinadas por cierto- hacia la hegemonía priista).
Hace no mucho en una plática de café (de esas que siempre acaban en abordar la politiquería) me dijeron que dentro de las crisis económicas, colapsos sociales y hasta en los desastres naturales yace la respuesta. Le agradecí en un acto de respeto al anciano que me dio tan atinado consejo (que me evoco una escena de pedro páramo) a lo que respondí: “no necesariamente, (valiéndome de mi obsesión por la lectura parafraseé a Salvador Allende) la revolución no debe ser de armas sino de ideas y que mi idea era cambiar el mundo, país y estado en el que vivo sin temor a fracasar pues de ello ya mucho hemos aprendido”, poco tiempo después medité y entendí que esa respuesta fue un acto de vanidad jovial.
Aquel hombre sólo sonrió me palmeo, y, entre líneas exclamó: “Suerte con eso hijo”.
Dejando de lado lo dramático de aquella escena comprendí que las generaciones gobernantes del presente buscaron, se legitimaron y crecieron con un molde “de hacer política”, a nosotros (el relevo generacional) nos quedan claro dos cosas: la primera, si en nuestro imaginario la cosa pública sigue siendo sinónimo de enriquecimiento; de origen la aspiración personal está viciada. La segunda, el potencial de nuestro territorio a lo largo y ancho ha estado en stand-by, bien justificaba el Ricardo Flores Magón: “…Sobre un pueblo inmensamente rico, vegeta un pueblo inmensamente pobre…” […]
En lo internacional la oportunidad historia de aflojar el grillete está en la mesa, en lo nacional los tiempos electorales se aproximan, las circunstancias nos favorecen. Hago referencia no sólo al futuro de nuestro país, sino al legado para las nuevas generaciones, a menos en esta ocasión esta es mi reflexión.