RICARDO ALEMÀN/ITINERARIO POLÌTICO
Durante el 88 aniversario del PRI, Enrique Peña Nieto anunció que en los
comicios de 2017 --en los estados de México, Nayarit, Coahuila y Veracruz--, el
PRI se llevará la victoria.
Es decir, que el presidente –en tanto militante partidista--,
anunció el regreso del “carro completo” para el PRI, en lo que para muchos son
los peores tiempos del viejo partido.
Sin embargo, el “triunfalismo” presidencial provocó, entre la
clase política toda, uno de los ya comunes ataques de esquizofrenia colectiva.
Se enojaron los líderes de todos los partidos opositores, así como
precandidatos presidenciales de todos lo signos.
No faltaron los delirantes que –incluso--, vieron en el
discurso del presidente un supuesto anuncio “del fraude electoral que viene”.
Por eso –frente al enojo colectivo--, obligan las preguntas.
¿Por qué, cuando el jefe real del partido en el poder anuncia
“carro completo” en una elección, muchas voces linchan una supuesta expresión
triunfalista?
¿Por qué, en sentido contrario, cuando los opositores
proclaman victorias electorales “seguras” –como son los casos de Morena y el
PAN-, los mismos enojados cambian su postura y no censuran el “triunfalismo”,
sino que lo aplauden?
¿Por qué dos posiciones, diametralmente opuestas, frente a
hechos idénticos; el triunfalismo obligado de un partido político?
Lo cierto es que la esquizofrenia predominante entre los
opositores les hace olvidar que en México y el mundo los partidos políticos, de
todos los signos, nacieron para ganar elecciones; su obligación es la victoria
electoral.
Más aún, en el mundo no existe un solo partido político,
líder partidista o gobernante que diga --en la plaza pública o en privado--,
que va a perder; que en su futuro y en el de su partido está la derrota de tal
o cual proyecto, o tal o cual elección.
El problema es que la esquizofrenia política que picó a buena
parte de la clase política mexicana, también parece haber causado amnesia entre
líderes y dirigentes de los partidos opositores, quienes olvidan que su
principal objetivo es estimular el ánimo de victoria ente electores,
simpatizantes y seguidores.
Y, el mejor ejemplo
de ese ánimo triunfalista, es el de AMLO, quien todos los días, durante meses y
años, recorre el país llamando a “las cargadas” ciegas, sordas y miopes a favor
de Morena, a partir del triunfalismo de que López Obrador será presidente. Y
qué decir de Margarita Zavala, quien dice –con mucha razón--, que es la única
que le puede ganar a AMLO.
Pero lo más curioso es que el supuesto triunfalismo de Peña
Nieto pudiera ser falso.
Sí, porque ese triunfalismo se pudiera convertirse en
realismo. Y es que según no pocas variables electorales, el presidente pudiera
estar muy cercano a la realidad. ¿Por qué?
Porque según todos los indicios disponibles, el PRI tiene
muchas posibilidades de llevarse la victoria en el Estado de México, en
Coahuila y en las elecciones municipales de Veracruz, mientras que el PAN
mantiene ligera ventaja en Nayarit. Y si se mantienen esas tendencias, Morena y
el PRD pudieran resultar los grandes perdedores.
En el Estado de México, por ejemplo –y en donde ya empezó la guerra sucia entre
el gobierno de Eruviel Ávila y, en sentido contrario, contra Josefina Vázquez
Mota-, el PRI tiene al mejor candidato. Y es que, le guste o no a los
malquerientes de Peña Nieto y de Eruviel Ávila, el aspirante del PRI, Alfredo
del Mazo es, por mucho, el candidato mejor posicionado.
De igual manera --y también, contra los malquerientes de
Peña--, lo cierto es que la popularidad del presidente en el estado de México
es la más alta de todo el país, o si se quiere, la menos mala.
Pero hay otros elementos a considerar. Como no ha ocurrido en
la historia de ningún presidente, Peña Nieto ha visitado el Estado de México en
casi 200 ocasiones, en giras de trabajo, inauguración de obras y puesta en
marcha de distintos programas de todo tipo.
Es decir, que una mayoría de mexiquenses ven con buenos ojos
a Peña Nieto, además de que el gobierno de Eruviel Ávila es uno de los mejor
calificados, también a pesar de la siembra y cultivo de odio en su contra.
Y, en el caso de la elección de Coahuila, el PRI mantiene una
importante ventaja sobre los opositores, a pesar de la imagen negativa de los
cuestionables gobiernos de los hermanos Moreira.
Por eso la pregunta. ¿Y qué tal si el triunfalismo se
convierte en realismo?
Al tiempo.
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