José Ureña
Rosario Robles ha desistido.
Ella tendrá sus razones, pero no será traidora ni
aportará elementos para perseguir al ex presidente Enrique Peña.
Tampoco, por nada del mundo, señalaría al hidalguense
Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación en el sexenio anterior.
La lógica y los datos esbozados a sus confidentes les
desvelan una posible verdad: ninguno de ellos estuvo enterado de desvíos.
¿Y por qué?
Simple: porque quien manejaba las finanzas y tomaba las
decisiones políticas fundamentales era el mexiquense Luis Videgaray Caso.
Un omnipotente en toda posición, Hacienda, la asesoría en
su fugaz receso y la cancillería.
Él sabe cuánto y cómo se recibieron recursos para la
triunfante campaña del candidato presidencial priista en 2012 y operaciones
posteriores.
Digamos de las últimas, la llamada estafa maestra con sus
cinco mil millones de pesos y campañas electorales como la del zacatecano
Alejandro Tello con dos mil millones.
Dinero salido pero no manejado por las secretarías de
Rosario Robles, Sedesol y Sedatu.
PUEDO DERROTAR A CLAUDIA
La ex jefa de Gobierno la pasa muy mal.
Ha cambiado varias veces de abogados y la última es el retiro
del penalista Sergio Ramírez, aunque conserva a Epigmenio Mendieta.
Alejamiento en el peor momento porque la FGR ya tiene
lista la consignación de la denuncia por delincuencia organizada.
La defensa había urdido una figura híbrida con la cual,
durante la primera audiencia, el Ministerio Público se desistiría y ella
pasaría a ser testigo protegido.
De haberse llegado a ese acuerdo, Rosario Robles saldría
de la cárcel, aportaría la información prometida, entregaría las pruebas y
seguiría su proceso en libertad.
Pero las negociaciones están rotas, ella se encuentra en
una incertidumbre y su estado de ánimo puede ilustrarse con expresiones a sus
escasos visitantes:
-Soy una presa política… Estoy aquí injustamente y el
presidente no me excarcela porque sabe que soy la única que puede derrotar a
Claudia (Sheinbaum) en 2024.
UN HURACÁN LLAMADO TRIFE
Falta mucho al TEPJF para alcanzar la paz.
No la tuvo en el pasado porque las aves de las
tempestades políticas se han asomado siempre a sus ventanales.
Recordemos 2000:
El Tribunal no aprobó la imagen de Vicente Fox en las
boletas y éste llamó marranos a los magistrados:
-¡Son marranadas!
Ese año, en diciembre, las hordas perredistas asaltaron
en Villahermosa una imprenta porque alguien la declaró como centro de
operaciones de Roberto Madrazo para hacer ganar a Manuel Andrade.
Las investigaciones no llevaron a nada y el entonces
presidente del Tribunal, José Fernando Ojesto Martínez, desestimó la denuncia
amarilla.
Le pidieron desistirse de votar, él se excusó y aun así
se anuló la elección de Tabasco.
Después ha habido muchos golpes internos, como el de
enero de 2019 para destituir a la presidenta Janine Otálora.
Denunció presiones al dimitir:
“La reciente crisis en la que se ha visto inmersa la Sala
Superior del Tribunal se inscribe en la tensión a la que este órgano se ve
sometido al resolver conflictos entre los diversos actores…” (24-Horas).
A esta crisis siguió ésta mientras Presidencia acecha.
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