Felíz ¿Año Nuevo?


Rubén Iñiguez


A todos nos llena de esperanza el nuevo cambio de digito del año que se inicia, pero este año 2021 no es nuevo del todo. Tras de él vienen las cifras del fracaso económico del 2020 que remarcó la peor situación económica del estado mexicano, en materia de empleo, de generación de nuevos pobres, de pérdida de oportunidades de inversión, luego de dos años de transformación, se sigue manejando la economía en forma aberrante.


Ciertamente nos alegra el aumento del salario mínimo, que parece increíble que una familia o incluso una persona pueda subsistir con ese ingreso diario. Pero cada año la Cuarta transformación ha pretendido elevarlo, sin considerar el contexto negativo de la economía, la recesión a todo galope que está exterminando las pequeñas y medianas empresas, y esa buena intención agrava su suerte en la generación de nuevas fuentes de empleo.


El conglomerado de pequeñas empresas, según muchos expertos en la materia, son más importantes que las grandes empresas emblemáticas. Ciertamente FEMSA con Coca Cola, es un gran jugador, pero la  multiplicidad de empresas pequeñas que dan servicios, que ofertan productos en pequeña escala, son a decir verdad, el sustento de las cifras grandes del empleo que fortalecen el mercado.


Aún en la escala informal, estas empresas se fundan en esfuerzos familiares, que proporcionan sustento y a la vez, van formando cadenas de valor, al consumir y distribuir los bienes, movilizando el ingreso a diversas capas de la población.


Ciertamente, afecta que el nuevo gobierno ha demostrado una inmensa capacidad para hostilizar a la empresa privada, ha contraído la inversión, alejado capitales, ha sido un semáforo de alarma para los mercados internacionales. Es más frecuente ver que se alejan inversiones como la de Tesla, que pudo haberse concretado en Jalisco, para construir automóviles eléctricos, estas no llegan porque conocen la postura del actual gobierno federal y su falta de seriedad en los convenios internacionales.


Cuba y Venezuela, no exportan capitales, no exportan empresas, marcas, o abastecen de tecnología a nuestro mercado, más bien son dependientes de los recursos de nuestro país, que ayudan a mantener a flote sus gobiernos dictatoriales. Estos socios son cargas al presupuesto nacional sea que les paguen por médicos inservibles, o por donaciones de combustible.


El cambio de gobierno en los Estados Unidos, repercutirá en este nuevo año, debe encender en un nuevo enfoque de nuestra economía, porque el presidente electo Joe Biden, encabeza a nivel mundial una expectativa verde, y en México se ha realizado un gran esfuerzo por fortalecer la dependencia de combustibles fósiles, contaminantes, en tanto en el mundo la tendencia en la década es suplir los patrones que afectan el cambio climático.


De hecho la observancia de la sustentabilidad, del medio ambiente ha sido uno de los factores, más ignorados en estos dos años de gobierno en los proyectos de mayor envergadura y costo. La ecología ha sido solamente un discurso, una aparente actitud de cumplimiento de la ley mediante aprobaciones ambientales nada serias. La Cuarta Transformación sacrifica la ecología, sin importarle nada como ocurre con el Tren Maya.


Es la hora de que se intente un giro radical, pues la economía mexicana lo exigirá, pero ese cambio inevitable y radical puede ser en dos sentidos: El izquierdo, en agudizar la crisis empresarial, el empleo, y la baja del ingreso, sacudiendo lo que queda de la clase media, para radicalizar el proyecto de gobierno a una tendencia estatizante, de políticas verticales y centrales, lo que se ha planteado desde el autoritarismo que distingue esta administración, y la tendencia a militarizar funciones administrativas y civiles, para reforzar esas intenciones o...

La otra opción es un cambio real, que cese de hostilizar los organismos intermedios autónomos para el país, como es el caso del Banco de México, sujeto a una reforma legislativa descabellada para manejar dólares cuyo origen puede hacerle perder el nicho de respetabilidad, en aras de beneficiar a Banco Azteca, y al empresario Ricardo Salinas Pliego, que pretende sanear sus empresas en los Estados Unidos con el apoyo del erario mexicano, pero expone las divisas mexicanas.

Son muchos los organismos autónomos que se perdieron en estos dos años anteriores para ser suplantados con gente de perfil inadecuado, pero de lealtad política al proyecto de la 4T; desde la Comisión Reguladora de Energía y otros tantos han desaparecido con programas de beneficio a los emprendedores, como los Fondos tanto para estabilidad del peso, como los  destinados a la investigación, defensa de personas y derechos humanos, hasta para el fomento cinematográfico, manipulados sin claridad, ni necesidad ya que no resolvió su déficit presupuestal.


Este cambio de respeto a los organismos autonómos, es un paso vital para demostrar el propósito de garantizar el respeto de los convenios internacionales en materia energética, en que se han incurrido en violaciones graves que han deteriorado las relaciones de México en el exterior, así como el demostrar que existe interés en captar inversión extranjera, como un medio para recuperar la confianza de los empresarios mexicanos.


Las cifras de 5 millones de pequeñas empresas desaparecidas, o las cifras de incremento de desempleo del año pasado con 5.7% en datos del Infobae, o lo que señala Forbes, da cifras de que, 2.1 millones de personas perdieron el empleo formal y 10.4 millones de empleos informales. Las cifras significan que, 3 de cada 10 mexicanos, se quedaron sin empleo. 


Sencillamente es el momento de cambiar el rumbo, esperemos que sea el positivo, en favor de la creación de fuentes de trabajo, estabilidad económica, formalidad, en la recuperación con motivos solidos de la confianza que se perdió.


El año por tanto no es nuevo, heredó los problemas del 2020,  las cifras negativas, las posturas necias. Envidiable fue el momento del inicio del López-Obradorismo, consolidado en el apoyo popular, estructurado en proyectos que pudieron mejorarse, corregirse y continuarse; con bases que ofrecieron estabilidad para buscar crecer. Fue un momento desaprovechado para enfatizar la polarización, se derrocharon recursos en proyectos cuestionables, se cancelaron en cambio los que prometían desarrollo.

Los millones de empleos en los que se había comprometido la Cuarta Transformación, y los indicadores de crecimiento económico, no se han visto. Pero lograrlos, requiere el cambio señalado ¿Serán capaces de rectificar, o de mantener el rumbo al abismo? La sociedad tendrá la última palabra.