Rubén Iñiguez
No es un cuerpo militar, pero tampoco es un cuerpo
policiaco; tiene un mando militar, pero los soldados y marinos agregados han
conservado sus nombramientos en la SEDENA y SEMAR, es un cuerpo militarizado
convertido a policía, pero se le encargan misiones alejadas de las zonas de
control del narcotráfico y no se vigilan los dominios del hampa.
Vigilan el Metro de la Ciudad de México, y los Hospitales
destinados al COVID-19, algo que perfectamente podría hacer la policía
municipal en muchas ciudades. Su tarea ya no integra la confrontación con los
delincuentes organizados, con las comunidades de narco-cultura. Su función
parece la de una Guardia Civil, como la Española, pero su formación es
diferente.
La Guardia Civil de España nace para ser policía, que se
hace operar con disciplina militar, pero es básicamente policía. En México se
improvisa que los militares hagan las veces de policías, y ahora les amplían el
campo a averiguar delitos del orden común. Incluso operaciones encubiertas, que
pueden ser debatidas en su procedencia al consignar un sujeto.
Se ha creado un organismo que se ubica en forma
caprichosa en el país. Aparece en Cancún, pero poco se ve en otras ciudades. Y
particularmente se les aleja de las zonas calientes.
El cambio de orientación de este gobierno fue paralizar
la guerra contra el narco, y de hecho han disminuido las confrontaciones y en
ocasiones de encuentros, la Guardia Nacional se retira.
Se ha creado un gran órgano militar-policiaco, pero su
justificación no se comprende. De hecho, su funcionamiento es irregular en lo
administrativo. Se supone que un elemento de la Guardia Nacional gana 19 mil
pesos mensuales, con un presupuesto de 3.8 mil millones de pesos. Pero si
actualmente tienen 72 mil elementos, sumando su mes de aguinaldo, las cuentas
no resultan ya que el presupuesto se consume tan sólo en salarios. Les quedan
mil millones de pesos para comprar camionetas y uniformes diferentes.
Los Soldados y Marinos, reciben un sobresueldo que los
nivela a lo que reciben sus compañeros que forman parte de las fuerzas armadas
y de las cuales fueron comisionados a la GN.
Se supone que la Guardia Nacional no es un organismo
militar, ya que de serlo crea problemas jurisdiccionales. Pero si lograra
obtener un funcionamiento aceptable para la sociedad, su crecimiento en números
de reclutamiento, sería sobre la disminución de los órganos de seguridad de los
estados o de los municipios. Su carencia de instalaciones, su creación más
política que formal y real, no ha considerado que la improvisación no es
adecuada en un cuerpo de seguridad.
Como ente policiaco, es demasiado pensar en la Guardia
Nacional para enfrentar a un ladronzuelo, pero es demasiado poco si se trata de
detener el control de los convoyes armados de los carteles poderosos. Básicamente
todo es un engaño, como acostumbra la 4T.
Los soldados y marinos, trabajaban en asuntos de la
seguridad local, estatal y nacional. Les cambiaron el uniforme, para seguir
haciendo lo mismo. Ciertamente hay estados como Hidalgo, Oaxaca, Guerrero o Ecatepec,
Estado de México; en qué los ciudadanos son capaces de incendiar un hospital
por creer que esparce o fomenta el COVID-19.
De hecho una simple sanitización, considerada por sus
criterios supersticiosos- masivos, se convierte en una amenaza que moviliza a
una población dada a los linchamientos. Indudablemente ahí se hace necesaria
una presencia disuasiva que muchos municipios no tienen.
Pudieron hacerla con militares en el Plan DNIII, pero se
trata de darle gusto al presidente Andrés Manuel López Obrador. Tal vez la
guerra de Calderón y la continuación de Peña Nieto, no eran tan eficaces y si
de alto riesgo, pero la cantidad de detenidos, de muertos de las fuerzas
delictivas por resistencia armada, o agresión a los militares atrajo reacciones
de exterminio y de uso de fuerza letal, porque un Ejército es lo que porta,
conserva y desarrolla.
Con la Guardia Nacional, dudo en llamarlos policías, pero
tampoco son exactamente soldados. Su vulnerabilidad ante el COVID-19 evidenció
improvisación, falta de equipos adecuados, entrenamiento ante esta emergencia,
y finalmente un olímpico desconocimiento del riesgo de contagio.
El arsenal de la Guardia Nacional guardó pertrechos y
coronavirus, sin que los mandos tuvieran una idea del riesgo de su personal,
que hasta contagiarse, como sucedió en Puerto Vallarta, pusieron la señal de
alerta; tarde, como se hace a la mexicana...
No han tenido logros, en más de un año de existencia.
Podrá ser el cuerpo favorito del presidente, que muestra así su fobia a los
mandos tradicionales del instituto armado. Además Alfonso Durazo, se ha visto
cada día más disminuido en su efectividad. La vergüenza del fallido operativo
contra Ovidio Guzmán, cobró a Durazo, un papel más discreto y secundario.
El presidente los hace madrugar para informarle antes de
cada mañanera, y reúne a su gabinete de seguridad. Pero los casi 40 mil muertos
del gobierno de la 4T demuestran que no hay una actividad o una iniciativa
combativa al delito, función que se supone de un cuerpo grande como es la
Guardia Nacional.
Los operativos se acabaron, y las cifras de incautación
de drogas son reducidas, nada de que jactarse. Los detenidos por huachicol, que
se supone exterminado hasta un 94% no se ven por ninguna parte. De hecho, este
renglón golpea a Pemex duramente, porque en la medida en que se encarece el
combustible por los impuestos, se vuelve más atractivo el adquirirlo en el
mercado negro del huachicol.
En resumen, los homicidios siguen sin que se adopten
estrategias de seguridad del gabinete especializado. Las cifras de muertos se
siguen desbordando, incluso más que la propia letalidad del COVID-19. A pesar
de ello, no se ha visto una planificación exitosa, el rescate de comunidades
sometidas al dominio y cobro de plaza y control del narco, y la delincuencia
común sigue escalando, los robos a mano armada, para despojo de vehículos, son
habituales. Son temas del café de la mañana, “Ya vieron lo que le pasó a
fulanito cuando salía de su casa, ya lo estaban esperando… o los motoratones
armados”
¿De qué sirve que el Secretario de la Defensa y el mando
de la Guardia Nacional se levanten en la madrugada, si de sus reflexiones nada
sucede? Si el país parece perder la gobernabilidad por el vacío de autoridad.
Los transportistas de carga, repetidamente denuncian la
inseguridad, presentan cifras de miedo, pero ninguna autoridad resuelve el
cambio. Lo caminos han vuelto a ser zonas de robo, violación de pasajeros en
los autobuses, y de crímenes a los trabajadores del transporte de carga.
Ciertamente la desaparición de la Policía Federal, por la
sospecha de corrupción podría haber dado lugar a una depuración estricta y de
confianza, pero este organismo se enfrentaba más en diversas instancias a los
delincuentes. Por lo tanto, la Guardia Nacional, no ha podido siquiera llenar
el hueco de esta corporación desaparecida.
Nadie quiere que falle la estrategia de seguridad, pero
hasta hoy no hay un solo resultado positivo y contundente. Se culpará a los
neoliberales, a los críticos que instigan el fracaso de la 4T. En realidad,
están fracasando solos, porque no tienen rumbo, ni una estrategia adecuada que
nos permita establecer éxitos, aciertos, desde el punto de vista de ganancia de
seguridad.
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