Rubén Iñiguez
El experto en petróleo, Gonzalo Monroy, afirmó en la
revista “Siempre” (edición 3488), que Pemex había muerto. Sin duda tiene razón,
aunque quizá la propia paraestatal ni siquiera se ha dado cuenta, pues sigue
caminando como Zombie. Por su parte, Banxico a pesar de sus medidas de rescate,
declaró que petróleos mexicanos está en agonía debido a sus problemas
financieros y lo sucedido en la caída del precio del crudo en lo que se le
conoce como “lunes negro”
A decir verdad, su certificado de defunción fueron las
bajas de las calificadoras financieras Finch y Moody´s, que degradaron la
calidad de los documentos financieros expuestos por Pemex al nivel de basura.
Colocar ese tipo de bonos, representará tener que hacer mayores desembolsos
financieros para hacerlos atractivos a los especuladores.
Pese a la crisis económica previa al “lunes negro”, AMLO
insistió en que la refinería sigue sin detenerse, sin considerar la debacle
financiera, agravada por la epidemia del COVID-19. Pero su necia opinión
tropezaría horas después, sin que sus expertos petroleros lo hubieran advertido
con la realidad y sin que reaccionara en forma saludable a un problema mundial.
Pemex para este día, perdía dinero a una velocidad sin
precedentes, cada dos horas, el mundo se sacudía hasta perder un 300% por
ciento el valor del barril de crudo. El problema es que no todos asumen la
responsabilidad que esto implica, y en ello es omiso el presidente López
Obrador, porque Banxico si reaccionó ante la catástrofe, Sin embargo, Andrés
Manuel solo se limitó a decir, al día siguiente en su mañanera: “ya sabíamos,
esperábamos la crisis del neoliberalismo” y no añadió más.
Por su parte, la Senadora del PRI, Vanessa Rubio, dijo
que un país que debe un 50% de su Producto Interno Bruto (PIB), además de un
nulo crecimiento, no podrá generar empleos ni superará la crisis, el aferrarse
a mantener los proyectos más costosos de la Cuarta transformación, como es la
refinería de dos bocas, el tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía, subirán la
falta de ingreso fiscal, y crearán mayor desempleo.
El Banco de México consideró que el peso se había
depreciado, además de que Pemex ya no es considerado como una inversión. Por
tal motivo, recortó la tasa de interés 50 puntos, para situarla en un nivel de
6.0% A la par, el organismo autónomo oficial, intentó fortalecer los canales de
crédito, haciéndolos más baratos y darle liquidez al sistema financiero
mexicano al que inyectó recursos por 750 mil millones de pesos, recursos que
equivalen al 3.3% del producto interno bruto. (PIB)
La paralización de las refinerías en el mundo, aunque no
en México, va a ser un hecho, al menos disminuirán sus inversiones a niveles
muy bajos, que les permitan ser operativas. Con esto se selló la suerte de
Pemex, que con el respirador artificial de la Cuarta Transformación estaba
manteniéndose pese a su disminución productiva de 8%, adicional a las fuertes
inyecciones de capital, de 65 mil millones de pesos que tercamente se hacen en
nombre del rescate petrolero, pese a las cifras rojas que no deja de generar.
En la columna nacional conocida como “Templo Mayor” que
se publica en Reforma, indicó que el “lunes negro” pudo ser dirigido contra
México, por la fricción que se desató con el Príncipe saudita Mohammed Bin
Salman, que tiene el poder de dirigir la política petrolera de Arabia Saudita.
A pesar de ello, Rocío Nahle, difundió a los medios de nuestro país, la
excelente intervención de México, pues afirmaba que hasta había recibido
aplausos y beneplácitos por la negociación. Sin embargo, hace unos días,
circuló un video a traves de las redes sociales, el evidente disgusto árabe por
la postura de no restringir la producción petrolera mexicana. “El lunes negro”
pudo ser una forma de represalia para ahogar a Pemex, ya que Nahle se dio el
lujo de exasperar al alma de la OPEP, siendo evidente que no esperaban esa
postura ilógica de México. En pocas palabras, se puso de frente contra la OPEP
y eso fue un suicidio para Pemex.
La consecuencia de los enormes depósitos existentes que
en México no se toman la molestia de considerar, y que en su caída arrastrarán
al petróleo, que, dicho sea de paso, dañan fuertemente al medio ambiente y la
corteza terrestre, consumiendo millones de litros de agua que se contamina en
el subsuelo. Sus costos de operación, palidecen ante el valor del barril
importado. No es tiempo de refinar ni de extraer con tácticas onerosas y
sucias.
En lugar de mutar a la generación de nuevas energías
limpias, sol, aire, agua, que no están en la estima del presidente, como
tampoco incluir al sector privado nacional o extranjero en el asunto; todo se
carga a la paraestatal, que es soportada por la economía mexicana como aval,
pese a que los pronósticos de (PIB) de parte del Bank of América, son de un
decrecimiento del -8%, que se veía muy extremo, pero hoy parece tan cercano,
real y lógico.
Sólo Banxico tuvo la sensatez con respaldo técnico y
oportuno, de tomar medidas ante la caída del peso, “El lunes negro” fue
realmente catastrófico, y la crisis económica enorme que ya pesa sobre México.
El precio de mezcla mexicana cayó a -2.35 dólares por barril de crudo, una
cifra sin precedentes, que equivale a cientos de millones de pesos perdidos en
ingresos para el país.
La era del petróleo se acerca a su final, coexistiendo
con otras formas. Es un muerto viviente, caro y apestoso, que camina porque el
presidente lo estima como su fantasía juvenil, cuando era palanca del
desarrollo. Pero estamos en un umbral de un mundo nuevo sustentable, y debemos
basarnos en otros sectores para avanzar y Pemex no justifica su oneroso
existir.
@rubengdl