Ricardo Alemán
Sin duda que para algunos podría resultar exagerado
hablar de una dictadura en México.
Sin embargo, en los hechos, vivimos en un laboratorio en
el que, de manera cotidiana, el partido en el poder y su gobierno ensayan
formas y costumbres propias de una dictadura.
Y los mejores ejemplos son los “buscapiés” que, de tanto
en tanto, lanza el partido en el poder a través de sus legisladores.
“Buscapiés” como la iniciativa de reforma al artículo 29
constitucional que, en los hechos, proponía que no más de una decena de
legisladores, del partido en el poder, pudieran facultar al presidente para
declarar un “Estado de excepción” –que implica la cancelación de las libertades
básicas–, en pandemias como la que hoy vivimos.
La iniciativa fue retirada luego de un primer “sondeo”
que provocó la indignación colectiva.
Lo mismo había ocurrido ya en dos ocasiones previas,
cuando dos legisladores de Morena –cada uno por su lado y en momentos
distintos–, presentaron sendas iniciativas para que el gobierno federal pudiera
disponer del ahorro de los trabajadores; lo que conocemos como Afores.
También en ese caso la protesta social y la indignación
colectiva echaron abajo, de inmediato, los dos intentos oficiales por
apoderarse de un recurso que es exclusivo de los trabajadores y que es vital en
la última parte de la vida de los ciudadanos; en el retiro laboral.
Y es aquí donde aparece la primera pregunta.
¿Son casuales los dos intentos legislativos –el de
apoderarse de las Afores y reformar el artículo 29 de la Constitución–, con un
fuerte tufo autoritario y dictatorial?
Todo indica que no se trata de una casualidad, sobre todo
a la sombra de otras decisiones también con un fuerte contenido dictatorial y
clientelar, como el decreto de 11 puntos para acrecentar la austeridad.
Resulta que en tal decreto, el presidente “decreta” la
violación de la Constitución. O si se quiere, López Obrador viola la
Constitución por decreto ¿Un decreto para violar la Constitución?
Sí, por absurdo que parezca. Pero vamos por partes.
1.- En tal decreto, el presidente Obrador ordena la
cancelación de los aguinaldos “de la alta burocracia”, además de que a los
trabajadores del Estado de mayor salario les hará una reducción de sus
ingresos.
En los dos casos, como queda claro, se trata de una
violación no sólo a la ley sino a la Carta Magna. Pero tampoco es una novedad
que el presidente mexicano gusta de violentar la Ley Suprema; la misma
Constitución y sus leyes, que AMLO juró respetar y hacer respetar.
En los primeros años del nuevo siglo, cuando AMLO era
jefe de gobierno, también decretó descontar el 10 por ciento del salario de
toda la burocracia capitalina. Nadie hizo nada, a pesar de que ese dinero fue a
parar a las arcas del grupo político de AMLO, “para hacer política”.
Apenas en días pasados, el periodista Carlos Loret reveló
una carta del presidente del CCE, Carlos Salazar Lomelín, quien con todas sus
letras le dijo “no” al presidente, quien le sugería violar la ley y la
Constitución.
2.- En el mismo decreto de austeridad, el presidente
viola la Constitución al decidir, de manera unilateral, la reasignación del
presupuesto; lo que es una facultad exclusiva de la Cámara de Diputados.
Quienes elaboraron el decreto de austeridad ignoraban esa
facultad exclusiva de los diputados. Sin embargo, no les importó y, al mejor
estilo de las “dictaduras bananeras”, el mismo presidente Obrador envió una
reforma constitucional para justificar el manoseo de las facultades del Poder
Legislativo, por parte del Poder Ejecutivo.
Y qué dijo sobre esa grave violación el Poder Judicial.
Calladito se ve más bonito.
Los anteriores casos son apenas las “perlas” más
recientes sobre graves violaciones constitucionales en las que han incurrido el
gobierno federal y el presidente López Obrador.
Por ejemplo, abundan los casos en los que se han
modificado leyes y postulados constitucionales, para satisfacer los caprichos
presidenciales, como la reciente Ley de Amnistía.
Por eso, al gobierno de López Obrador le queda “como
anillo al dedo” que es “el laboratorio de la dictadura de López”. ¿O no?
Al tiempo