El jueves de la semana pasada llegó a la Cámara de
Diputados un misil de tonelaje. Se trata de un proyecto de reformas que, de
prosperar, dejará como adorno al Poder Legislativo.
¿Lo presentó algún acelerado de Morena, como ha venido
ocurriendo?
No. Trae la firma del presidente de la República.
Gane o pierda las elecciones del próximo año, él tendrá
el control del Presupuesto de manera absoluta.
No habrá contrapeso en el Legislativo, como es la apuesta
de los demócratas que ven derrumbarse la economía y aplastar a millones de
mexicanos, por las obsesiones ideológicas anquilosadas del Presidente.
Y en este año, evitará el bochornoso proceso de discutir
con la oposición lo que le venga en gana cambiar en el gasto público.
Así sucede en las dictaduras y regímenes autoritarios.
La crisis, como ha dicho López Obrador, le vino como
anillo al dedo a su proyecto. Ahora mandó el anillo, para su aprobación, a la
Cámara de Diputados.
Con el pretexto de la crisis va a asestar un golpe al
Congreso para quedarse con todo el poder en sus manos.
La iniciativa que AMLO envió el pasado jueves 23 busca
reformar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria para que su
artículo 21 quede de la siguiente manera:
“En caso de que se presenten emergencias económicas la Secretaría (de Hacienda) podrá reorientar recursos asignados en el Presupuesto de Egresos para destinarlos a mantener la ejecución de los proyectos y acciones prioritarias de la Administración Pública Federal”.
Con eso anula las facultades de la Cámara de Diputados en
materia presupuestal. Nada menos.
Previsor, antes de que su partido y aliados pierdan el
control absoluto de la Cámara en las elecciones del próximo año, AMLO quiere
cambiar las reglas del juego.
El Presidente podrá cambiar el Presupuesto sin la
aprobación de la Cámara. En pocas palabras, no importa lo que diputados
discutan, acuerden y voten.
El Ejecutivo asume la función del Poder Legislativo.
Lo anterior se llama golpe de un poder a otro, cuyas
tareas asume en el renglón clave del Presupuesto.
López Obrador va a decidir los cambios aprobados
soberanamente por otro poder.
Va a concentrar en su persona las facultades que la
democracia había separado.
Todo el destino de los recursos públicos se decidirá en
Palacio Nacional.
Un paso más hacia la dictadura, que se tratará de
concretar esta semana, antes de que concluya el periodo ordinario de sesiones
–el día último de este mes.
Con ello López Obrador concentrará el poder Ejecutivo, el
Legislativo en la asignación del gasto, y el Judicial, donde cuenta ya con la
subordinación de buena parte de los integrantes de ese poder.
Olvidemos un poco en qué va a querer usar AMLO el dinero
que no le autoriza el Congreso, otro tren, otra refinería, más gasto clientelar
en año electoral, en desmedro de la promoción del desarrollo económico y la
atención a la salud pública, por ejemplo.
El punto está en que ya son varias las iniciativas del
gobierno y su partido que nos revelan la tiranía que tienen en mente.
La plana mayor del gobierno federal, encabezada por la
Secretaría de Gobernación y la Fiscalía General de la República, llevó al
Senado un paquete de reformas constitucionales que proponía encarcelar a cualquier
persona por la acusación de delito, sin juicio previo.
Bastaba con que el gobierno considerara sospechosa a una
persona para imponerle arraigo.
Proponía encarcelar de tres a seis años a quien difunda
información que agravie a una persona, sea ésta verdadera o falsa. Adiós a la
prensa libre.
En esa ocasión el propio coordinador de Morena en el
Senado, Ricardo Monreal, les pidió que ni le dejaran ese paquete de iniciativas
porque eran impasables.
Pero eso tenía el gobierno en la mente y en casi mil
cuartillas que llevaban bajo el brazo.
Validaba las pruebas que el gobierno obtuviera de manera
ilícita, y el espionaje telefónico a contribuyentes y partidos políticos.
Hace dos semanas un diputado de Morena presentó una
iniciativa de ley para estatizar el manejo de los recursos que hay en las
Afore.
El coordinador morenista Mario Delgado tranquilizó las
aguas al decir que su grupo parlamentario no avalaba esa propuesta. Pero la
sonda la lanzaron para medir el ambiente.
Hace unos días, otro legislador de Morena propuso una ley
para que los coordinadores parlamentarios pudieran aprobar la suspensión de
garantías individuales, a propuesta del presidente de la República.
De nuevo salió Delgado a señalar que era una propuesta
individual y no de la bancada de Morena. Se frenó, por ahora.
Sin embargo esta iniciativa, que anula al Legislativo y
entrega sus facultades presupuestales al Ejecutivo, viene con la firma del
Presidente.
No la va a parar Mario Delgado. Decirle no a AMLO les
aterra y actúan incluso contra su conciencia para evitar su ira.
Así es que muy probablemente esta semana presenciemos un
fuerte golpe a la democracia y seamos testigos de cómo un solo hombre acumula
poder y más poder.
Las elecciones del año próximo, si las pierde, le harán
“lo que el viento a Juárez”.
De manual lo que estamos viendo. Y como la ranita de la
fábula, nos seguimos cociendo por dentro hasta que ya estemos sin posibilidad
de salvarnos.