Raymundo Riva Palacio.-
Ocho legisladores, mujeres y hombres, senadores y
diputados, de Morena y el PAN, además de una magistrada, están a punto de
emprender un viaje de ignominia a Seúl, capital de Corea del Sur. Van con todos
los gastos pagados por la Federación Universal de la Paz, a la cumbre mundial
2020. La Cumbre abordará una amplia variedad de temas durante toda la próxima
semana que no tienen que ver con las comisiones en donde participan los
parlamentarios, ni se sabe qué propósito tendría para su trabajo legislativo
esa participación. Quizás no saben el trasfondo de ese encuentro internacional,
ni conocen las raíces donde surgió esa Federación. Ignorarlo es una vergüenza;
saberlo e ir de cualquier forma, es una afrenta.
El nombre con el que se bautizó la Cumbre es rimbombante,
“Logrando la Paz Mundial y la Reunificación de la Península de Corea a Través
de la Interdependencia, la Prosperidad Mutua y los Valores Universales”, que
dice todo y a la vez no dice nada. Pero el fondo del encuentro, deberían de
saberlo o explicar porqué a sabiendas asistirán, es menos altruista: conmemorar
los 100 años del nacimiento de Sun Myung Moon, que significa Luna que
Resplandece con el Sol, fundador de la Iglesia de la Unificación, desde donde
se creó un imperio económico y político al servicio de los gobiernos más
conservadores de Estados Unidos, embarcados en la destrucción de la Unión
Soviética.
Moon, el reverendo Moon, como se le conocía, fue en todos
los sentidos un personaje de armas tomar. Tras la fundación de la Iglesia en
1954, construyó durante un cuarto de siglo ese imperio de ideología extremista,
expandiéndose al mundo en los 80’s, cuando el autoproclamado “mesías” se
convirtió en el feroz gladiador de la Guerra Fría al servicio de los gobiernos
republicanos en Washington y sus aliados en Europa, Asia y América Latina.
Cuando murió en 2012, su fallecimiento fue noticia mundial.
En el obituario que publicó The Guardian por su muerte,
describía cómo en varios momentos fue propietario o controlaba una armadora de
autos en China; una mina de titanio, una fábrica de armas y una empresa de
industria pesada en Corea del Sur; poseía casinos, hoteles y largas extensiones
de tierra en América del Sur; un hotel en Nueva York, una pescadería en Alaska,
un campo de golf en California, una compañía de computadoras en Japón; una
universidad en Nueva Inglaterra; periódicos en Corea del Sur, Argentina y
Japón; y en Estados Unidos era propietario del periòdico The Washington Times,
de la agencia de noticias UPI, de la revista Insight, de una cadena de
televisión por cable; una casa editorial y el periòdico Tribune en Nueva York y
numerosas joyerías y restaurantes”.
Eran los años de gloria del Imperio Moon, con acceso a
los líderes que peleaban por la destrucción de la Unión Soviética, y que servía
los intereses estratégicos de las fuerzas más reaccionarias de Estados Unidos,
de su gobierno y los servicios de inteligencia. En América Latina entraron por
Uruguay, donde gobiernos de derecha e izquierda aceptaron sus inversiones con
gusto, llegando a ser conocida su capital como “Moontevideo”. En Buenos Aires
lanzó un periódico semanal de adoctrinamiento, Noticias del Mundo, que se llegó
a distribuir gratuitamente en las casas de diferentes colonias de la Ciudad de
México.
Asociarse al reverendo Moon era como acomodarse en la
trinchera de los sectores más arcaicos en el pensamiento, e ideológicamente más
beligerantes. The Guardian recordó en el obituario que tenía una historia
documentada de una política teocrática de extrema derecha, de antisemitismo,
empapado en rumores sobre abusos sexuales que, además, había estado preso en
1982 en Estados Unidos por evasión fiscal. Todo ese pasado es la síntesis que
recogen las diversas organizaciones controladas por la Secta Moon, como fue
mundialmente conocida.
Pero a la delegación mexicana parece no importarle ese
pasado, o no tuvieron el cuidado de averiguar a dónde se iban a meter. Las
invitaciones fueron bien recibidas aunque, según personas que conocieron del
proceso, algunos de los participantes decidieron cancelar el viaje, pero no por
lo que significaba asociarse con la Secta Moon, sino por la epidemia de
coronavirus en China.
En la lista de invitados figuran dos miembros de Morena,
la diputada Lucía Meza Guzmán y el senador Ulises Murguía Soto. Por el PAN
acudirán las diputadas Madeleine Bonnafoux Alcaraz, Annia Sarahí Gómez
Cárdenas, Ana Paola López Birlain y Janet Melanie Murillo Chávez, junto con el
diputado panista Felipe Fernando Macías Olvera. Finalmente, en esa comitiva irá
Graciela Guadalupe Buchanan Ortega, magistrada del Tribunal Superior de
Justicia de Nuevo León.
El borrador del programa muestra claramente lo que han
sido las prioridades de la Secta Moon. El primer día hay cuatro sesiones sobre
los medios de comunicación, sus desafíos y cómo restablecer su reputación. Los
medios fueron la cabeza de playa del Reverendo Moon, donde la propaganda y la
desinformación, encuadrada en una buena técnica periodística, sirvieron para
orientar y alinear a la extrema derecha en varias naciones. El otro gran tema
sobre el cual giró el imperio fue la religión creda por él a partir de raíces
evangélicas, donde combinaba los credos cristianos con el espiritualismo
oriental y según, viejas denuncias, los abusos sicológicos formaban parte de
sus procesos de adoctrinamiento. Estas sesiones se extenderán por dos días.
La delegación mexicana tendrá exposición a sus técnicas
de enajenación, e interactuará con organizaciones hermanas de ese movimiento,
que se enfocan en acciones tan nobles como la paz mundial y el desarrollo. El
evento, al cual asistirán personas de todo el mundo, no tiene el apoyo
gubernamental. De hecho, las autoridades se deslindaron de su organización y
desarrollo. La Secta Moon no es lo suyo. Aquí, por ideología o ignorancia, van
en sentido contrario.
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