Pablo Hiriart
Duele que el Presidente de México destile veneno contra
la ciencia y sus más altos exponentes que han trabajado para servir al país.
Preocupa que se arrogue la autoridad moral para
descalificar, por “conservadores”, a quienes se inconforman por los crímenes
contra mujeres.
Quienes protestan están contaminadas por el
conservadurismo.
La semana pasada López Obrador nos recordó quién es él,
por si quedaban ingenuos que confiaban en que iba a cambiar cuando asumiera el poder.
Ante el despido del director del Instituto Nacional de
Neurología, doctor Miguel Ángel Celis, reaccionó con arrogante menosprecio:
“quién sabe eminencia para qué, porque eso decían también de los tecnócratas,
que eran eminencias y miren cómo dejaron al país…”.
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Ese médico estudió, ha formado a parte de los mejores
neurocirujanos del país y ha puesto sus conocimientos, reconocidos
internacionalmente, al servicio de un Instituto médico del Estado, y lo echan
por un arranque de prepotencia de la secretaria de la Función Pública, Irma
Eréndira Sandoval.
López Obrador, en lugar de frenar la persecución
irracional, avala el despido y suelta una calumniosa insinuación: “Directores
de Institutos quieren sacar provecho personal”.
¿De dónde saca que esos médicos son corruptos?
No puede gobernar para todos los mexicanos: detesta a los
que tipifica como conservadores, neoliberales o tecnócratas. Los ve en cada
problema que no puede resolver. En cualquier reclamo legítimo. En todo punto de
vista diferente al suyo.
Todos los días inventa enemigos malignos que quieren
acabar con él y ataca injustamente a buena parte de sus gobernados.
Ve la mano de “los conservadores” en el paro de mujeres
del próximo 9 de marzo, porque en su mente sólo tienen aprobación las protestas
que él organizaba.
“Ahora los conservadores se volvieron feministas, y la
prensa fifí. Quieren enfrentarnos soterradamente. La derecha está metida” (en
el paro nacional).
Y si hay mujeres de derecha en la protesta, ¿qué?
¿Qué autoridad moral se arroga López Obrador para
certificar quiénes sí pueden solidarizarse con las mujeres víctimas de crímenes
y quiénes no?
Veneno puro hay en las palabras del Presidente, cegado
por una ideología arcaica y una vanidad sin igual.
Con la mano en la cintura y por instrucciones suyas se
quitaron los apoyos a los refugios de mujeres golpeadas, a las Estancias
Infantiles para Madres Trabajadoras, a la fundación que atendía con quimios y
medicinas costosísimas a 8,500 mujeres con cáncer de mama, liquidaron el Seguro
Popular sin tener algo armado para sustituirlo. ¿Y quiere que nadie se enoje?
Se dispararon 10 por ciento los feminicidios en su primer
año de gobierno, ¿y no quiere que haya malestar?
Toma los feminicidios no como lo que son, un ataque
homicida a las mujeres, sino como un golpe político a su persona.
¿De veras esos salvajes que mataron y vejaron a una niña
de siete años no querían dañar a Fátima, sino a López Obrador? O, al contrario,
los asesinos ¿son víctimas del neoliberalismo y por eso actúan así?
No se puede ver al país con tales anteojeras ideológicas,
con ese narcisismo que lo embriaga, pues vamos a terminar envenenados todos.
La ola de indignación por ese y otros asesinatos no tiene
tal trasfondo político orquestado por los conservadores para perjudicarlo a él.
Obviamente habrá consecuencias políticas por su falta de
eficacia para frenar los crímenes. Por la frivolidad de sus reacciones. Por su
ofensiva desubicación al compadecer a los criminales en lugar de dar el pésame
a los familiares de las víctimas.
En la semana le recordaron que se cumplía un año del
asesinato del activista morelense Samir Flores, y en lugar de informar sobre
las investigaciones, respondió que habían usado ese crimen para perjudicarlo a
él.
Demasiado, ¿no?
Pacientes con VIH cierran Reforma para protestar por
falta de medicinas. También protestan los padres de niños con leucemia porque
no llegan medicamentos. Mujeres con cáncer de mama dan declaraciones entre
sollozos de impotencia porque el gobierno ya no ayuda a la fundación que las
atendía…
¿Qué tiene que ver la lucha de liberales y conservadores
del siglo antepasado con la negligencia del gobierno en 2020?
La culpa de los problemas, para el Presidente, siempre la
tienen otros porque él no se equivoca.
Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública,
fue a Neurología a constatar la situación y para su mala fortuna alguien
videograbó la reunión y afloró la realidad: no hay medicinas ni equipo médico
ni jabón ni guantes ni gasas ni suturas…. “Yo llevo 30 años aquí y nunca había
ocurrido esto”, le dijo una enfermera con antigüedad de 30 años en el
Instituto.
En lugar de castigar la falta de recursos a la Salud,
promovió la remoción del director.
No hay medicinas ni material de curación porque les escamotean
el dinero, mientras sobra para programas con fines político-electorales del
gobierno a fin de “derrotar y enterrar para siempre a los conservadores” en los
comicios del próximo año.
Cuánto veneno. Cuánta vanidad. Un crudo autorretrato.