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Personas palestinas caminan a lo largo de la controvertida barrera de Israel en la ciudad ocupada de Belén en Cisjordania el 21 de diciembre de 2019. AFP |
¿Es una ley de la naturaleza que los descendientes de una
minoría oprimida y perseguida se conviertan en perseguidores y opresores?
Nos brilla los ojos: dinero. Un millón y un millón más.
Tragamos saliva. Tomemos un poco más de ellos. Esta vez, digamos 149 millones
de shekels (43 millones de dólares). No importa cómo se calcule. Lo principal
es que podemos. Del mismo modo que podemos, y lo hacemos, reducir su economía,
así seguirán dependiendo de las donaciones y de nuestros caprichos.
Una trama antisemita contemporánea se está escribiendo
ante nuestros ojos: un judío, de ojos azules y de talla alta, con un mechón
rubio sucio y una nariz torcida, cuenta billetes reales con dedos virtuales y
los envía por el desagüe, también conocido como el tesoro israelí. Pase la
página: una niña palestina de Hebrón no recibe un tratamiento vital porque los
judíos, como explican en el hospital del Gobierno, robaron el dinero de la paga
por los medicamentos.
Otra página: la reconstrucción de una carretera principal
en la ciudad de Yatta fue pospuesta por la misma razón. La siguiente página:
los padres dicen a sus hijos que no pueden pagar su matrícula universitaria
para el próximo semestre; sus salarios se redujeron una vez más a la mitad
después de que Israel una vez más metiera su largo brazo en los bolsillos de la
Autoridad Palestina.
¿Quiénes son ustedes, países europeos, dice el joven del
apuesto mechón en la actual narrativa, para decirnos que violamos los acuerdos
internacionales y el Protocolo de París sobre Relaciones Económicas? Si afirma
eso, le responderemos que es antisemita. Si hace las protestas más débiles
(como llamar a embajadores para consultas) diremos que su gente es descendiente
directa de los nazis. Entonces sus parlamentos temblarán de miedo, como
deberían, y se apresurarán a aprobar las condenas de los palestinos.
¿Es una ley de la naturaleza que los descendientes de una
minoría oprimida y perseguida se conviertan en perseguidores y opresores,
disimuladores disimulados, expulsores y megaladrones, como ha resultado la
mutación judía que creció en Palestina/la Tierra de Israel? No lo sé. Pero sé
que es una ley de la naturaleza que cada grupo perseguido se levante contra sus
perseguidores. En olas, con pausas, con altibajos, solos y juntos. Por
esperanza o por desesperación.
Es admitido, necesario y esencial discutir la sabiduría,
la viabilidad, la eficacia o la moralidad y la congruencia de las filosofías de
liberación de ciertos actos de resistencia y desafío llevados a cabo por los
perseguidos. Uno puede cuestionar una táctica particular o rechazar el uso de
otra, pero la lucha misma, la resistencia misma, no están en discusión. Son
evidentes, una ley de la naturaleza.
Y además los socios activos en el despojo y la opresión
no tienen derecho a sorprenderse por la forma en que se libra la resistencia y
ojo con contradecirles. Lo mismo es para aquellos que por su silencio,
indiferencia y desprecio, colaboran con la violencia continua del opresor. La
inmoralidad y el desprecio por la justicia, que se han convertido en la base de
nuestra existencia, claman desde cada colonia y puesto de control en
Cisjordania, desde cada soldado que vigila el campo de concentración que es la Franja
de Gaza, desde cada gira de Taglit-Birthright (derecho por nacimiento, NdT) a
Israel y de todas las llamadas granjas familiares en el Negev.
La mutación judía está funcionando a toda velocidad para
avanzar en un programa que no se enuncia en público: otra expulsión, lo más
masiva posible, de palestinos de Cisjordania. El código del programa se revela
en la política de facto, que se evidencia todos los días en las órdenes de
confiscación y demolición, en los edictos impuestos por el zar (perdón, el ministro
de Defensa) y en las mentiras propagadas en las escuelas y en los medios de
comunicación manipulados.
Las máquinas israelíes de hasbará (propaganda), el
Ministerio de Asuntos Estratégicos y -en el espíritu de la privatización- las
organizaciones sin fines de lucro y campañas calumniosas y de difamación
trabajan para representar a Israel como perseguido y a los palestinos como
perseguidores. Israel, con todos sus complots y conspiraciones, hace lo que
quiere no solo en un vano intento de reprimir todos los deseos naturales de
resistir, sino también de representar la resistencia a su opresión como un
crimen y a cada activista como un criminal ya sea si él escribió algo en
Facebook, si ella marchó en una manifestación, si pidieron sanciones o dejaron
de comprar terneros a los israelíes.
Y luego, tanto como el poder tecno-militar, la miserable
víctima perseguida, lo desea, no solo castiga a los "criminales" sino
que se venga colectivamente de todo su entorno. Eso, porque todo está permitido
en la mutación.
Sobre el autor: Amira Hass es corresponsal de Haaretz.
Fuente Original: A Jewish Mutation
Fuente: Amira Hass, Haaretz / Rebelión (Traducido del
inglés para Rebelión por J. M.)