La crisis de la derecha en Latinoamérica

Rubén Iñiguez.-

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Las protestas de Chile, con un total de 18 muertos fueron una revolución en pequeño, pues a pesar de que el presidente Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique fue elegido con 54% de los votos a su favor, tuvo protestas muy radicales llevando el vandalismo, el robo, y daños a distintas propiedades al grado de inutilizar el metro, pues la inconformidad consistía en un rechazo al incremento en el precio a los usuarios. Este hecho solo fue un pretexto de su oposición para iniciar la inestabilidad del país, pues dicha causa a las semanas fue olvidada.

En tanto Chile regresa a la normalidad, se establecen claramente los factores de la explosión. En primer término, está la infiltración y activismo de Venezuela, el nuevo benefactor del “bolivarismo” en gran parte de Latinoamérica y Sudamérica.

Ese activismo aprovechó la tradicional existencia del partido comunista chileno, enquistado en células, y partidos socialistas, fomentados y crecidos desde la época de Salvador Allende. En  grupos mapuches, de indígenas socialistas, y de otros, enraizados en universidades, aún de denominación católica o privada, fueron los motores del descontento para intentar un golpe de estado directo, en base a la fuerza de la movilización.

Ciertamente el gobierno chileno, se sintió con la necesidad de aumentar algunos impuestos con la idea de crear reformas sociales que les permitiera a sus gobernados contar con servicios médicos, viviendas, empleo y pensiones para su retiro, que actualmente no tienen, logrando que sean organismos sanos, rentables y transparentes, para dar beneficios colectivos. Chile es puramente liberal, lo que ha dado el ingreso más alto per cápita, pero no la satisfacción social, a pesar de que actualmente todo servicio se paga en ese país.

En tanto en Ecuador, el presidente Lenin Moreno, intento aplicar las medidas de dieta del Fondo Monetario Internacional, suprimiendo subsidios a la gasolina, lo que generó la movilización popular indigenista, a quienes se les identifica desde hace muchos años como de izquierda radical. Con marchas, bloqueos y confrontaciones lograron que el precio de la gasolina se mantuviera con dicho subsidio, sin embargo, detrás de todas estas protestas se asoma la nariz de Rafael Correa.

Lenin terminó cediendo en forma aparente. Las propuestas del Fondo son adelgazar el gasto oficial, disminuir subsidios, y afrontar el pago de los compromisos externos del país, para salvar su crédito y las posibilidades de obtener confianza para inversiones y desarrollo.

También la fraudulenta reelección de Evo Morales, que, ahora se encuentra refugiado en Argentina, pues se dice que Estados Unidos presionó al gobierno de AMLO para que dejara de darle asilo político.

No hay duda de que Evo logró buenos números de crecimiento económico en sus primeros años, pero después de 14 en el ejercicio del poder, el descontento social ya era casi unánime, sin embargo, conserva aliados de izquierda radical que hasta la fecha siguen movilizando protestas para intentar recuperar la presidencia. Nuevamente en el proceso, hubo inspiración del grupo bolivariano que emerge desde el Foro de Sao Paulo en Brasil, auspiciado por Venezuela, pero cuyo beneficiario verdadero ha sido Cuba desde hace 20 años, manejando las reformas, la guardia nacional y derivando recursos financieros a la Isla, un vampiro de los recursos de los gobiernos de izquierda.

El problema se extiende hasta Colombia que afronta una gran movilización por quejas de corrupción del gobierno de Iván Duque Márquez, y anteriores. A la par que una exigencia de bienestar inmediato.

Colombia tiene a las FARC millonarias, (a condición de que se hayan alejado definitivamente de la producción de drogas) ahora como protagonistas poderosas en un partido de izquierda, incrustados en el nuevo partido Fuerza Alternativa Revolucionario del Común, antes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, sumados al Movimiento Alternativo Indígena (MAIS) y el Partido Comunista de Colombia, que suman una fuerte representación de la izquierda.

Ciertamente hay un factor que como antes en la Tricontinental de la Habana, existe y exporta la revolución continental.  Maduro manipulado por Cuba, que hace de la revolución un gran negocio de exportación. (La intervención de Cuba en Venezuela, obra de María C. Werlau y está: “La invasión Consentida”, de Diego G. Maldonado) sobre la injerencia de la Habana, disponible en librerías.

Pero paralelamente, los partidos conservadores, las universidades, los comunicadores con influencia, de estas nuevas generaciones, han ignorado históricamente la verdad de lo que fue el comunismo en los tiempos de la URSS.

 Para las nuevas generaciones los “natural” es ser rebelde, ser de izquierda, es pedir el bienestar inmediato, beneficios de un sistema político y económico para ya, y están sujetas a personalidades de la farándula, que también son portadoras del mismo mensaje. No existe miedo de la economía estatizada, la pobreza colectiva, y la democracia aparente, todo se reduce a beneficio inmediato, recompensa rápida y los sistemas económicos no son mágicos.

Actualmente brillan por su ausencia filósofos, rectores y maestros universitarios, políticos, que manejen una ideología convincente de las ventajas de la libertad económica, de la libertad individual, de la propiedad privada, y que constituyan guías para enseñar a los jóvenes.

Reflexionando al respecto, encuentro entre los pensadores influyentes, pero bloqueados por los grandes medios tradicionales de comunicación, televisión y redes, a Agustín Laje, de Argentina, a la guatemalteca Gloria Álvarez, brillante politóloga que desmenuza los mitos de la cultura de la izquierda y advierte que estamos ante un intento continental de totalitarismo bolivariano, y al economista español Daniel Lacalle, que defiende la libertad económica, el capitalismo como generador de la riqueza y denuncia la intervención estatal como causa de las crisis.

Salvo estos tres pensadores, y algunos argentinos notables como Antonio Caponetto pero no tan difundidos como los ideólogos de izquierda que ocupan las primeras planas y los mejores horarios televisivos contando con mejores apoyos económicos, a cambio de ser propagandistas.

En el caso de México, las clases empresariales envían a sus hijos a universidades privadas, que ya no sustentan ideologías en favor de la libre empresa, incluso las hay que hacen publicidad de su orientación revolucionaria o izquierdista, como sucede con las universidades en el continente dominadas por minorías activistas que marcan la tónica a las autoridades institucionales.

En nuestro país, la Universidad Regiomontana, propiedad de Alfonso Romo, obviamente siendo privada se alineó en el proyecto para llevar al Andrés Manuel a la presidencia. La derecha se ha reducido realmente y no es ya un factor de peso en la política mexicana.

Los partidos de conservadores, entre sus alianzas ocasionales con fuerzas de izquierda han sepultado las enseñanzas de Carlos Castillo, del mismo Manuel Cloutier, y carecen de la coherencia ideológica que los distinguía. México tiene un capítulo del grupo de Sao Paulo, denominado Grupo de Puebla, en el que milita Yeidkol Polenvsky, la presidenta nacional de Morena. El único mexicano que puede estimarse como opositor -pero niega ser derechista- es Claudio X González, quien es uno de los empresarios más influyentes del país, pues es presidente del Consejo de Administración de Kimberly Clark de México, y fundador del Consejo Mexicano de Negocios (CMN) antes Consejo Mexicano de Hombres de negocios.

El transbordo cultural que tiene otras causas, ha sido intenso y lo largo de los años que fueron posteriores a la caída del bloque soviético y del muro de Berlín. Ahora las causas aplicadas están en el feminismo, y en la ecología, en que un problema como el cambio climático se convierte en tesis de la lucha de clases, culpando al capitalismo de la contaminación, sin considerar que todo el mundo participa en la alteración climática.
La política es pendular.



Aún en países que gobierna la derecha, existen fuerzas rebeldes socialistas al acecho, el cambio está al alcance de la mano. Los resultados de un gobierno se cuestionan de forma inmediata, de tal manera que los de derecha, no toman el poder de la misma forma que los de izquierda, ya que antes diseñaban dictaduras, pero ahora arriban en una oleada electoral y enfrentan una democracia muy combativa.

La izquierda está más diseñada para monopolizar y perpetuarse y asumir el control de los centros de legislación, o judiciales y que tiene una base operativa en centros estudiantiles, muy fuerte en México, un gobierno populista que quiere perpetuarse.

La derecha toma el poder, como partido, pero sin lograr el dominio e influencia mental de la sociedad, por ello es tan débil su poder. No tiene un voto consistente, identificado con principios, más que con campañas electorales, el desencanto es su mejor argumento cuando es oposición.

El equilibrio y las críticas, son sustento de la democracia, esto se pierde si el poder se acapara. Ahora, en México una derecha organizada, brilla por su ausencia, apenas empiezan a organizarse en manifestaciones esporádicas es más mito en el discurso oficial que real oposición, porque si el presidente los escuchara se disolverían.

Solo el empeño del presidente por tener antagonistas, logra que estos persistan, por si mismos está de capa caída, pero es error decirles “Derrotados moralmente”. Pero de ser necesario el mismo presidente los encabezaría, porque son una justificación para los errores, fracasos de promesas que no se llegan, porque miren: Está la derecha deteniendo el avance del país, un cuento necesario.