Víctor Manuel Aguilar Gutiérrez.-
Tanto
en el ámbito personal como en el ámbito público, las acciones que se realicen o
se dejen de realizar irremediablemente tendrán consecuencias en la construcción
del futuro. Las decisiones que se toman a diario son las que construyen la
historia.
En
el ámbito público y específicamente en el caso de México como nación nuestra
realidad actual es consecuencia de decisiones pasadas. Tenemos delincuencia
organizada fortalecida porque no se tomaron las medidas adecuadas en el pasado
para frenarla. Tenemos una fuerte industria turística porque se tomaron las
decisiones correctas en esta matrería. Tenemos instituciones electorales
fuertes y ciudadanas, a pesar de que todavía se pueden mejorar, porque en el
pasado se luchó para conseguirlas, recordemos que anteriormente la Secretaria
de Gobernación organizaba directamente las elecciones. Hemos tenido crecimiento
económico incluso a pesar del entorno internacional adverso gracias a decisiones
internas correctas.
Las
decisiones y acciones de esta administración, que tiene una amplia ambición
llamada cuarta transformación, solo se dará si se toma el rumbo correcto. ¿Cuáles
son las prioridades que le interesa a este gobierno atender?, ¿Seguridad,
economía, salud, bienestar social?.
El
presupuesto que aprobó en días pasados la Cámara de Diputados apoyándose en su
mayoría morenista, deja en claro que la prioridad de esta administración son
los programas sociales; sin embargo, ¿qué se atiende y qué se deja de atender
por establecer esta prioridad?.
Para
entender los resultados y los costos de estas acciones es importante vislumbrar
escenarios a largo, mediano y corto plazo. Algunas acciones tienen resultados a
corto plazo pero sacrifican el futuro, es el caso del endeudamiento. Existen
otras decisiones que sacrifican el corto plazo pero privilegian el largo plazo,
como el cuidado de nuestros recursos naturales o la inversión en
infraestructura sustentable.
En
este tenor, la apuesta a los programas sociales representa un paliativo a la
pobreza en el corto plazo pero insostenible en el largo plazo. En el largo plazo
se requiere de una economía fuerte que genere la suficiente recaudación para
sostener a estos mismos programas. La absorción de altos recursos a programas
de este tipo que por su diseño no generan riqueza impacta en bajos niveles de
crecimiento y en el largo plazo, lejos de abatirla, generan más pobreza. Esto se agrava por una
falta de atención gubernamental en brindar mejores servicios de salud,
seguridad y empleo. La dádiva oficial,
sea del programa que fuere, resultará insuficiente para cubrir las necesidades
básicas de las familias. El diseño actual de estos programas debilita a las
clases medias. Las clases altas no se afectan porque tiene la capacidad para moverse
a mejores escenarios, que sin duda están fuera del país o en complicidad con el
poder.
Existen
otro tipo de proyectos de alto impacto en el corto y mediano plazos pero con
resultados funestos en el largo plazo, es el caso del tren maya. La
construcción y operación de este proyecto, sin duda, impactará positivamente en
el dinamismo de la economía local y nacional. Ciertamente impulsara al turismo,
pero valen la pena estos resultados devastando nuestros recursos naturales que
necesitaremos para vivir en un futuro no
muy lejano.
La
destrucción de las Instituciones y del andamiaje actual, parte de la lógica que
para construir algo nuevo primero se limpia el terreno, después se construye lo
nuevo. El riesgo de esta visión es que se está llevando “entre las patas” instituciones
que han costado más de 200 años construir y que sí están cumpliendo sus
funciones con éxito. Aún no queda claro qué es lo nuevo que se quiere construir
y sobre todo si es viable la ruta que se quiere trazar.
Hace
algunos años, quien escribe visitó la entidad del actual Presidente, en las guías
turísticas aparecía un mercado de artesanías que se presentaba como atractivo turístico
en uno de los municipios de Tabasco. Al preguntar a los pobladores estos
comentaron que su presidente municipal derribó el mercado prometiendo un nuevo
y mejor mercado, pero ya no construyó el nuevo. Derribó el mercado porque lo
había construido y era símbolo de éxito de un presidente municipal anterior,
pero rival político del actual. En esos momentos los pocos artesanos que
vendían en el mercado eran ahora ambulantes. Esa es la idiosincrasia de este
gobierno donde las decisiones se argumentan en el despecho, el resentimiento
hacia anteriores administraciones, donde ciertamente se cometieron errores pero
también hubo aciertos que bien valdría la pena mantener y mejorar.
La
última palabra la tiene la ciudadanía que como electorado legitimó y le dio
todo en las urnas como nunca a un Presidente que prometió hacer las cosas
diferente y por supuesto tener los resultados que hoy no se ven. Esta
ciudadanía tiene el deber de exigir se cumplan los resultados que se
prometieron en temas prioritarios para la población y no solo en temas
triviales que resultan distractores para lo verdaderamente importante. De no
ser una sociedad crítica será una sociedad cómplice de un gobierno opaco, sin
resultado, con tentaciones autoritarias y corrupto, porque corrompe al pueblo “bueno
y sabio” con sus dádivas. No debe haber apoyo “incondicional” de una sociedad a
un gobierno, el apoyo social siempre debe ser condicionado a resultados, ese es
el espíritu democrático.