Carlos Ramírez.-
Mientras el crimen organizado está aprovechando el vacío
ofensivo de la estrategia de seguridad pública, hacia el interior del bloque
gobernante se detectan fracturas en la unidad indispensable. En este marco
estratégico debilitado acaba de aparecer zopiloteando el águila imperial de los
EE. UU.
Y la presión del presidente Donald Trump se va a enmarcar
en el modelo aplicado dentro de los EE. UU. que fue avalado por el canciller
mexicano Marcelo Erard Casaubón en el caso de la masacre de El Paso, Texas:
caracterizar la masacre de la familia LeBarón como un acto de terrorismo, lo
que le permitiría a la Casa Blanca otorgarles a los cárteles mexicanos en
México y en su expansión dentro de territorio estadunidense como organizaciones
transnacionales de narcoterrorismo.
En ese momento, el eje de la definición de la estrategia
lopezobradorista de seguridad pasaría al siguiente nivel: el equipo militar, de
inteligencia y de seguridad nacional de los EE. UU. Y ya se sabe que Washington
desdeña el modelo de “abrazos y no balazos” y entonces va a promover una guerra
tipo contrainsurgente --legal y no legal-- contra los cárteles mexicanos en
territorio mexicano.
La justificación está servida en la mesa de los banquetes
antimexicanos en los EE. UU.: la familia LeBarón tiene doble nacionalidad, la
mexicana y la estadunidense, y los medios en los EE. UU. están encontrando a
quién culpar de la violencia del narco en su propio territorio: México y su
estrategia light de trato con los cárteles. Y nada une más a élites y sociedad
estadunidense que la guerra contra quienes afectan su american way of life o modo
de vida estadunidense.
Las primeras reacciones del gobierno mexicano fueron
previsibles: analizar la matanza en Bavispe con el mismo enfoque de Culiacán,
Aguilillas e Iguala: expresiones que no deberían romper el modelo original de
pacificación sin acciones de guerra de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, la estrategia lopezobradorista --aún en el
supuesto caso que sea la única, la ideal y la que podría dar resultados-- ha
roto alianzas con sectores del poder, no ha sabido mantener el consenso social
y ha perdido el apoyo del sector fundamental en la construcción de una
explicación: la prensa. El enfoque presidencial considera a los medios como
enemigos, pero todo pensamiento estratégico elude los determinismos y trata de
aprovechar su poder institucional para buscar apoyos aunque sea
circunstanciales.
Las explicaciones de los casos de violencia criminal de
las últimas tres semanas --Aguilillas, Iguala, Culiacán y ahora Bavispe-- no
han podido construir un modelo analítico y se reducen sólo a tratar de manera
inútil de resguardar el modelo general de paz. Sin embargo, todo enfoque
estratégico puede crear escenarios circunstanciales en los que puede no cumplir
con los objetivos de la matriz central, si con ello pudiera crear consensos
parciales.
La prensa crítica, la oposición en el Congreso durante
las tres comparecencias del secretario federal de Seguridad, Alfonso Durazo
Montaño, y la ausencia de una explicación estratégica de la ofensiva de bandas
criminales han desarticulado la estrategia original. La masacre de Bavispe
exigía un planteamiento enérgico de que el Estado combatirá a las bandas en la
zona de Bavispe y llevaría a los responsables ante la justicia.
El factor Trump --y no la prensa ni la oposición-- será
la verdadera prueba de fuego de la estrategia de paz, aunque con la falta de
política de comunicación para evitar que se resuma, de manera irónica, en la
frase de “abrazos y no balazos” que ya llegó, de manera lamentable, al Congreso
de los EE. UU. para definir de manera engañosa toda una estrategia integral de
pacificación. El gobierno mexicano debe entender que en situaciones de
emergencia la paz se consigue con acciones direccionadas de guerra y que nada
puede ser absoluto.
El peor error que se puede cometer en una guerra
--mediática, armada o de estrategias-- es auto arrinconarse, porque entonces se
estaría construyendo un cerco desde dentro del bloque gobernante. La crisis de
violencia de Agilillas a Bavispe ha necesitado de posicionamientos radicales,
pero el bloque gubernamental de seguridad se la ha pasado justificando los
errores y con ello justificándose.
La irrupción de los EE. UU. en el escenario mexicano de
seguridad ya tuvo su primer mensaje: la oferta de Trump de enviar especialistas
a México, a partir del criterio de que los mexicanos no pueden con el paquete
de la inseguridad. Si los EE. UU. reaccionan con estrategia, ya están operando
en México especialistas del área militar, inteligencia y seguridad nacional
estadunidense.
Trump le quitó al gobierno mexicano la iniciativa de
seguridad.
Política para dummies: La política es la dictadura de la realidad.
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