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Pastorean alebrijes en noches de luna


Por: Ezequiel Gomez Leyva.Texto y fotos: www.agenciaeze.com


En el estado de Oaxaca a cada paso se pueden encontrar artesanías de diferentes tipos, por eso esta ciudad, a pesar de todo, sigue siendo el lugar más atractivo a nivel mundial para visitar, conocer y recorrer, a pie, en coche, en bicicleta, en aeroplano, en globo aerostático, o en parapente, nunca deja uno de sorprenderse.

Pueblos con una riqueza ancestral, artesanal, culinaria o arqueológica abren los brazos al visitante nacional extranjero y tambien a los locales quienes se dan la oportunidad de conocerlos,

Miguel Santiago Soriano 
Un pequeño ejemplo de esta riqueza es  la población de  San Antonio Arrazola donde los adultos y pequeños se esfuerzan en conservar un bello oficio que sirve  para demostrar la habilidad de transformación dando como resultado una gran variedad de figuras elaboradas por manos creativas y mentes llenas de imaginación que dan vida a seres fantásticos inimaginables para la mayoría de nosotros.

Leones con ojos de Búho, tigres con cuernos de dragón, caballos con patas de gallo o guajolotes voladores de colores chillantes, sin contar los rostros deformes de seres no convencionales.

Miguel Santiago Soriano es uno de los cientos de talladores de madera en esta comunidad, dispuesto a mostrarnos paso a paso la manera de dar vida a un trozo de madera de copal que selecciona con cuidado a la hora de cortarla o comprarla.

Los alebrijes cobraran vida -como en la canción los juguetes de Francisco Gabilondo-, y cada noche se puede verlos bailar y conversar entre ellos, cuando los demás duermen, y cuando el sueño más pesado cae sobre los mortales, ellos salen de su letargo para conversar cómo llegaron a este mundo a recrear su vida inerte en el fondo de la inexistencia.

Con patas o sin ellas, con un par de alas o varias en diferentes partes del cuerpo, con ojos inquisidores o colmillos dispuestos a devorar o simplemente con la mirada perdida, cada Alebrije cuenta su historia, recreando un sueño que lo sacó de la inexistencia, quizá bajo el influjo de una noche de luna llena o de una bebida espirituosa o producto del insomnio de una calurosa noche con canto de grillos y aullidos de coyotes, acompañado de los cantos de las sirenas nocturnas vagando en las montañas.