Carlos Ramírez.-
Las cifras de delitos de julio del Secretario Ejecutivo
del Sistema Nacional de Seguridad Pública han sido leídas en función de los
“homicidios dolosos” o crímenes, pero este rubro revela los asesinatos entre
miembros de cárteles en la disputa por plazas territoriales.
En las cifras enero-julio están cuando menos diez rubros
que determinan la eficacia/ineficacia de la estrategia de seguridad pública que
afecta de manera directa al ciudadano:
Total de delitos: 1 millón 178 mil 600.
Homicidios culposos: 8 mil 865.
Lesiones: 112 mil 650.
Feminicidios: 540.
Violaciones simples y equiparadas: 9 mil 928.
Delitos contra la integridad sexual: 29 mil 404.
Robos: 437 mil 558.
Delitos contra el patrimonio: 598 mil 604.
Delitos de narcomenudeo: 40 mil 109.
Delitos contra bienes jurídicos: 280 mil 585
Estas son las verdaderas cifras de la inseguridad que
afectan a las personas, al pueblo, a los ciudadanos. Los homicidios dolosos son
apenas fotografías y videos de balaceras, delincuentes muertos, muy pocas
víctimas colaterales y cierto que impactan e inducen el miedo en los
ciudadanos, pero a manera de efecto. Y en materia de responsabilidades, los
homicidios dolosos deben ser atendidos por autoridades de fuero federal, en
tanto que los demás son delitos de fuero común y corresponden su atención a
autoridades estatales y municipales.
Y se pueden desglosar cuando menos cinco delitos que son
los que más afectan a la sociedad y contra los cuales los gobiernos estatales y
municipales han fallado en su atención:
42 mil 217 robos a casas habitación.
111 mil 708 robos de vehículos.
6 mil 899 robos a transportistas.
48 mil 886 robos a transeúntes.
66 mil 155 robos a negocios
Estas cifras tienen dos datos de excepción: sólo los
homicidios dolosos y los robos de vehículos son registrados casi en su
totalidad por su visibilidad y el pago de seguro vehicular, en tanto que los
demás refieren una cifra negra de no denunciados en promedio de poco más de 90%
por razones de miedo, desconfianza en las autoridades y falta de voluntad judicial
para investigar. Es decir, que la afectación de los ciudadanos por delincuentes
de orden común es mucho mayor al de las cifras registradas.
Los despliegues de la Guardia Nacional estaban pensados
para atender vigilancia de zonas ciudadanas, pero la prioridad de la migración
distrajo a buena parte de los primeros efectivos. Y cuando menos en su primera
etapa, los 56 mil guardias ya movilizados se están dedicando a la forma
presencial con intenciones de disuasión, pero la movilidad de la delincuencia
el menudeo carece de sedentarismo y se direcciona con facilidad de nómadas.
Y para completar el cuadro, el gobierno federal dio a
conocer cifras de registro de policías y las pasó bajo el criterio de que lo
ideal serían 300 policías por cada 100 mil habitantes y en promedio nacional
hoy existen sólo 214, fijando un déficit de personal policiaco de -28.65%. Este
dato, sin embargo, no recoge evaluaciones de eficacia policiaca. Por ejemplo,
Ciudad de México tiene un superávit de casi 50% de más policías de la media
300/100 mil, pero la tasa de delincuencia es mucho mayor a la de otras
entidades, inclusive de Estado de México.
La cifra de homicidios dolosos, pues, sólo impacta
estados de ánimo; pero los datos de la delincuencia contra el ciudadano revelan
el déficit de seguridad de las autoridades policiacas estatales y municipales.
Pero es la hora en que gobernadores y alcaldes carecen de propuestas reales de
capacitación, profesionalización y aumento de fuerzas locales de seguridad.
Michoacán. Ante la aparición de cuerpos colgados y
desmembrados en Michoacán, el presidente de la república dijo que no caería en
la provocación y que no habría reactivación de la guerra contra los cárteles. Y
después salió la confesión de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez
Cordero, de que está negociando con “grupos armados” que quieren “deponer las
armas” y datos oficiales hablan de grupos de Michoacán. O sea, que hay una
estrategia secreta de seguridad, paralela a la oficial.
Política para dummies: La política suele ser el arte del
engaño.
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