Carlos Loret de Mola.-
En mayo de este año, la Ciudad de México vivió varios
días de alta contingencia atmosférica y política por la contaminación.
La explicación oficial fue que los incendios forestales
habían disparado las partículas PM 2.5 (un término científico con el que nos
familiarizamos en cuestión de horas).
El asunto implicó un costo político porque pronto se supo
que se había recortado el presupuesto de la Comisión Nacional Forestal y esto
posiblemente había impactado la prevención de incendios. La Conafor contestó
que si bien le redujeron los ingresos, no recortó dicha prevención, sino que
ahorró en gasto innecesario. El asunto quedó en el limbo frente a la magnitud
del fuego en los bosques.
Los tropiezos para reaccionar frente a la contaminación
significaron también un duro golpe político contra la Semarnat federal, no se
diga contra el gobierno de la Ciudad de México que encabeza la doctora Claudia
Sheinmbaum.
Sin embargo, lo que no se dijo, es que además de los
incendios forestales, hubo otro factor que incidió dramáticamente en la
contaminación de esos días:
Una de las principales fuentes de expulsión de partículas
PM 2.5 es la Comisión Federal de Electricidad, por sus plantas generadoras de
energía eléctrica (de vapor, geotérmicas, hidráulicas, de ciclo combinado). Con
la llegada del nuevo gobierno y los recortes presupuestales, según fuentes con
acceso directo a estas decisiones, la CFE canceló la compra de los químicos
anticontaminantes que suelen usar estas plantas para reducir su impacto
ambiental.
Son diferentes tratamientos que se usan en las plantas y
que tienen como objetivo mantener su operación dentro de los parámetros de las
normas de Salud. Al dejar de adquirirlos, las emisiones llevan el 100% de los
contaminantes, principalmente azufre y vanadio.
Al no controlar la emisión de estos contaminantes, se
disparan los índices de mala calidad del aire y con ello las enfermedades que
ocasionan. El azufre no solamente es dañino para los seres humanos, sino que
tiene un impacto en la agricultura a través de la lluvia ácida. Súmele la
emisión de óxidos de nitrógeno (NOx), una combinación de dos gases, que
constituye la segunda causa más importante del efecto invernadero, destructor
de la capa de ozono.
La suspensión del uso de dichos anticontaminantes, según
me explican expertos en la materia, falta a los compromisos internacionales de
México firmados en el Acuerdo de París y en el Protocolo de Kioto.
SACIAMORBOS
Dos buenas noticias económicas que hay que aquilatar
llegaron en la recta final de la semana pasada. La inversión fija bruta y el
consumo aumentaron. Poquito, pero aumentaron. No marcan tendencia, pero
permiten un mínimo respiro. La inversión fija bruta, cuyo estancamiento es para
el Consejo Coordinador Empresarial la principal causa de la desaceleración de
la economía, creció 2.5% en abril. Y el consumo privado en el mercado interno
aumentó 1.26% en el mismo mes. No es para echar las campanas al vuelo, pero sí
para hacerse notar.