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Sólo mis plantones valen


Pablo Hiriart.-


Olvidémonos un poco de la incongruencia entre el Andrés Manuel López Obrador que hacía bloqueos y plantones para extorsionar a los presidentes en turno, y el López Obrador que ahora apoya la ley que criminaliza ese tipo de protestas en Tabasco.

La contradicción es flagrante, sí, pero lo más grave es que el Presidente y su partido se sitúan moral y legalmente por encima del resto de los mexicanos.

Sus tropelías son sagradas. Las de sus oponentes son demoniacas.

Mis plantones y bloqueos están purificados por mi causa y mi persona. Los que hacen mis opositores son viles delitos.

Yo soy el poseedor de la verdad y para imponerla paso por encima de la ley si es necesario.

Los que piensan distinto a mí y actúan en consecuencia deben ir a la cárcel. Trece años para ser precisos.

Está bien que quien viole la ley pague las consecuencias. De acuerdo.

Pero ¿por qué su aplicación es buena ahora y era represión en los gobiernos anteriores, cuyos proyectos fueron saboteados por AMLO?

Es por un concepto casi religioso que López Obrador tiene de su “misión”, y sus seguidores de él.

Cuidado, estamos entrando en terrenos peligrosos.

La reforma impulsada por el gobernador de Tabasco, con amplia mayoría morenista en el Congreso de esa entidad, castiga con cárcel los bloqueos de obras públicas, privadas, y al que “imponga cuotas o impida total o parcialmente el libre tránsito de personas, vehículos, maquinaria, equipo especializado o similar…”

El presidente López Obrador respaldó la reforma con el argumento de que ese tipo de plantones se usan para “extorsionar”.

Sin embargo, la extorsión ya está tipificada como delito. El sabotaje a las vías de comunicación, también. La invasión a propiedad privada, igual. El asalto –como es tomar casetas para cobrar las cuotas a los automovilistas–, es delito.

Con esta medida, dice la líder de Morena, Yeidckol Polevnsky, se trata de evitar chantaje o sabotaje al proyecto de la refinería en Dos Bocas.

La ley aprobada en Villahermosa aumenta la pena corporal a quienes usen niños en manifestaciones que violen esos preceptos. Excelente.

Pero fue el movimiento respaldado por López Obrador el que usó a niños como escudo (hubo uno que murió) contra un proyecto del entonces gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.

El movimiento lopezobradorista utilizó niños en los bloqueos, secuestro de funcionarios e incendio de bienes públicos y privados contra la construcción del aeropuerto de Texcoco durante la presidencia de Vicente Fox.

Fue el movimiento lopezobradorista el que usó jóvenes y menores de edad en Nochixtlán para bloquear la principal obra del gobierno del presidente Peña Nieto, la reforma educativa.

Ese movimiento de la CNTE y la APPO, ahí en Oaxaca, defendido a ultranza por López Obrador, tomó la capital del estado y se apoderó durante semanas de radiodifusoras privadas, el aeropuerto, incursionó en hoteles para desalojar burgueses y agredir a un periodista (Ricardo Rocha).

Son lopezobradoristas los normalistas del Mexe que cuando quieren se apoderan las casetas de cobro en la carretera a Querétaro.

Lopezobradoristas son los que toman carreteras federales e impiden el “libre tránsito de vehículos y personas”.

López Obrador personalmente bloqueó pozos petroleros en Tabasco para extorsionar al presidente Zedillo y que quitara al gobernador constitucional (el gobierno cedió, pero la presidenta del PRI, María de los Ángeles Moreno y gobernadores lo impidieron).

Fue López Obrador el que trajo en un plantón a un gremio de Tabasco a tomar el Zócalo capitalino días antes del grito del 15 de septiembre y extorsionar así al gobierno federal para que pagara lo que según ellos eran adeudos o despidos injustificados del gobierno local (Manuel Camacho, jefe del Departamento del Distrito Federal en el gobierno del presidente Salinas, “arregló” el asunto).

Ese López Obrador llamó a boicotear a una empresa pública, CFE, con no pagar el recibo en Tabasco y se acumuló una deuda de once mil millones de pesos que el actual López Obrador, presidente, condonó.

López Obrador tomó el Paseo de la Reforma para impedir que asumiera el presidente electo, Felipe Calderón, con lo que dinamitó la economía (y el empleo) de comercios, hoteles y restaurantes, e impidió el “libre tránsito de personas y vehículos” que ahora apoya castigar con 13 años de cárcel en Tabasco.

Ahora, quien haga algo parecido a lo que hacían López Obrador y sus seguidores irá preso en Tabasco.

El Presidente respaldó la medida, aunque ni de broma les aplica la ley a los que toman casetas, carreteras, vías de ferrocarril, porque son sus seguidores.

Los que están con él y cometen esos atropellos tienen la absolución que da la afinidad ideológica con el Presidente.

Y los que hacen lo mismo pero piensan distinto a él o se oponen a uno de sus proyectos, irán a la cárcel.

En Tabasco empezaron.