Del refranero popular: “El que miente siempre, siempre se
engaña”.
Y vale recuperar del olvido la voz popular citada porque,
sin duda, López Obrador la ignora.
Y viene a cuento porque el presidente mexicano construye
su gobierno sobre una peligrosa montaña de mentiras, engaños y falsedades;
“castillo de naipes” que, más temprano que tarde, se desmoronará no sólo sobre
la cabeza presidencial, sino sobre la de todos los mexicanos.
Y es que a cada mentira presidencial le sigue otra aún
más descabellada y luego otra… al extremo de que pronto nadie creerá nada de lo
dicho por el presidente, con la consecuente pérdida de confianza y credibilidad;
valores fundamentales en democracia.
Y, precisamente la confianza y la credibilidad en el
presidente es lo que perdieron los efectivos de uno de los grupos de élite más
importantes del Estado mexicano; la Policía Federal.
Como saben, ayer se vivió una rebelión de policías
federales luego de la insensibilidad y la ignorancia del nuevo gobierno en
materia de seguridad.
La protesta se produjo luego de una cadena de eventos represivos
que, en suma, significan la extinción de la Policía Federal.
Es decir, se les redujo el salario a los policías, se les
retiraron bonos y beneficios y, al final, se les obligó a mudarse a la Guardia
Nacional, con un menor salario y condiciones laborales precarias.
Y, frente a lo que parece la mayor crisis de confianza de
su joven gobierno, el presidente Obrador recurrió a la más reciente de las
mentiras –formulada apenas hace pocas horas–, cuando justificó al maltrato al
que han sido sometidos los efectivos de la Policía Federal, para exaltar el
juguete presidencial, “la medallita de moda” llamada Guardia Nacional.
Resulta que el presidente dijo, palabras más, palabras
menos, que a los Policías Federales –esos a los que todos los días se les pide
dar la vida por el Estado mexicano–, se les bajó el salario, se les redujo el
presupuesto y se les hizo a un lado, “porque se habían echado a perder”.
Es decir, el presidente recurrió a la justificación
favorita; la corrupción, para satanizar a un cuerpo de élite que, sin más, es
desechado, de manera arrogante e ilegal, con los riesgos que ello significa.
Peor aún, el presidente nunca presentó las pruebas de que
“se echaron a perder” los integrantes de la Policía Federal, lo que se
convierte en una calumnia de Estado.
En efecto, está claro que en ese cuerpo policíaco existe
corrupción, como también la hay en toda la administración pública y hasta en la
propia familia presidencial –y si no, que nos diga el presidente de qué viven
sus hijos–, pero el problema se resuelve exhibiendo la corrupción, despidiendo
a “las manzanas podridas” y rescatando todo lo bueno de las instituciones.
¿Cuántos policías federales son mujeres y hombres
ejemplares; madres y padres de familia responsables, que dan la vida por su
trabajo y por los ciudadanos? Es falso que todo el cuerpo policíaco esté
“podrido”, como supone el presidente.
Pero también es falso que –como también lo dijo Obrador–,
los policías federales estén protestando porque intentan mantener sus
privilegios dentro de las esferas de una corporación corrupta.
¿Por qué son falsas las premisas del presidente Obrador?
Las razones son elementales. Porque si la Policía Federal
“se echó a perder” y si es una institución corrupta, es una soberana estupidez
que el gobierno de Obrador pretenda nutrir a la Guardia Nacional con “manzanas
podridas”.
Y es que la principal queja de los uniformados es que lo
que intenta el gobierno es, literalmente, una leva; el traslado obligado a la
Guardia Nacional, con ingresos y prestaciones laborales peores.
Lo cierto es que el tamaño de la rebelión en la Policía
Federal, el tamaño de la pérdida de confianza de policías, militares y marinos
en el presidente Obrador, es del mismo tamaño del fracaso de las políticas
públicas de AMLO en materia de seguridad.
¿Por qué se jugaría la vida un policía, un marino o un
militar, si su jefe supremo, el presidente, los llama corruptos, si les dice
que “si por él fuera” desaparecería a militares y marinos; si les llama
instituciones podridas?
Pero hay más. ¿Sabrá el presidente Obrador que algunos
ejemplos de la más cuestionable corrupción son la mentira, el engaño y la
simulación?
¿Sabrá López Obrador que sus mentiras, su pulsión para el
engaño “echan a perder” a todo su gobierno?
Pero no terminaron ahí los insultos y mensajes ofensivos.
Si no fue suficiente burla a la Policía Federal, en medio de la crisis, Obrador
se va al campo de pelota. ¡No juega béisbol, juega con fuego!
Al tiempo.