Ricardo Alemán.-
No, cuando decimos que un gobierno está reprobado no
estamos hablando de popularidad.
En realidad hablamos de eficacia, la cual se mide a
partir de los resultados en el ejercicio del poder.
Y es que según los estudiosos de la llamada “gobernabilidad”,
una gestión de gobierno es plenamente legítima sí y solo sí resulta eficaz en
la solución de los grandes problemas.
¿Y cómo se mide la eficacia?
El único termómetro son los resultados de la gestión de
gobierno. Y, por eso –porque en cinco meses de la gestión de AMLO no hay un
solo resultado positivo–, hoy podemos decir que el de López Obrador es –a nivel
federal–, un gobierno reprobado.
¿Lo dudan?
Está reprobado por destruir el mayor número de empleos,
con casi 500 mil perdidos en cinco meses y por provocar el mayor desempleo en
el arranque de cualquier gobierno; reprobado en la inversión, al grado que la
Bolsa Mexicana de Valores vive su peor momento en 20 años; reprobado como
destino de inversión, ya que México cayó ocho lugares en el puntaje de
inversión externa y reprobado en transparencia, ya que asignó, sin licitar,
casi el 80 por ciento del gasto de gobierno.
AMLO. Foto: internet. |
Además de que está reprobado en la caída de industrias
fundamentales como la automotriz, que está al borde de colapso; la industria
turística, que vive la peor crisis en décadas y la industria de la
construcción, que está paralizada. Y si fuera poco, la violencia y el crimen
viven momentos históricos al alza.
En pocas palabras, no existe un solo resultado positivo
en el gobierno de López Obrador.
Pero si vamos a la Ciudad de México, la locuaz jefa de
gobierno, Claudia Sheinbaum –una de las preferidas de AMLO y también de
Morena–, resultó un fracaso total.
Fracasó en la seguridad y la violencia, ya que la Ciudad
de México avanza como una de las más inseguras, pues es la entidad en donde se
comete el mayor número de feminicidios, y en donde el desempleo es de
escándalo; fracaso en la movilidad, en la atención al transporte colectivo,
Metro y en el desbordamiento del comercio ambulante, que inunda la capital.
Todo ello, sin olvidar las alcaldías “gobernadas” por
Morena –Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac y Cuauhtémoc–, que están entre las más
violentas del país y en donde el crimen organizado está fuera de control y “el
cobro de piso” es el pan de cada día.
La Ciudad de México es una capital sin ley, en donde
todas las formas del crimen y la violencia se han disparado respecto al
gobierno de Miguel Mancera, una gestión que hoy quisieran muchos capitalinos,
ante el desastre de la administración de Morena y de la señora Sheinbaum.
Pero hay más.
Entre los gobiernos estatales peor calificados están
–según una encuesta de Arias Consultores–, los de Tabasco, Veracruz y Morelos;
los tres en donde Morena es el partido en el poder y cuyos mandatarios
estatales no son más que vulgares “juanitos” impuestos por López Obrador.
El peor de todos es el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc
Blanco, el ex futbolista que como alcalde de Cuernavaca resultó un desastre y
como gobernador lleva al estado a la ruina.
Según la medición de Arias Consultores, el ex futbolista
ocupa el último lugar en la calificación de los 32 mandatarios estatales. En
pocas palabras, es el peor gobernador de todos.
Por eso, no es casual que en Morelos ocurran atentados
como el registrado la mañana de ayer, en donde un matarife disparó contra una
multitud, durante una protesta en la plaza principal de Cuernavaca, a plena luz
del día y a metros de donde era entrevistado un secretario del gobierno
estatal.
Un evento como ese sólo muestra la tragedia que vive
Morelos; la ingobernabilidad total.
También en los últimos lugares de mal gobierno aparecen
el mandatario de Veracruz, Cuitláhuac García y el de Tabasco, Adán Augusto
López.
Así o más claro el fracaso de Morena, de AMLO y de la
locuaz y corrupta Cuarta Transformación.
Al tiempo.