Ángel Soriano
Si cuando el
General Lázaro Cárdenas ejecutó la nacionalización del petróleo lo hizo para
apuntalar la economía nacional y en defensa y arraigo de nuestra soberanía, y
en una época fue pilar del desarrollo, hoy se ha convertido en una pesada carga
para el erario y verdugo de la burocracia al quitarles el empleo y utilizar sus
magros salarios para su rescate financiero.
Ninguna culpa
tienen las familias de millones de compatriotas víctimas de la corrupción y la
ineficiencia, de la falta de pericia para manejar una empresa que en un tiempo
fue orgullo nacional y que, ya desmantelada, se pretende su rescate en base al
despojo del patrimonio más modesto de los mexicanos que tienen que salvarla;
otros, en tanto, continúan el saqueo.
La experiencia de
la paraestatal debe servir para enderezar el rumbo del país, porque si bien
camarillas de todo tipo se beneficiaron –y se benefician- de los recursos
propiedad de la nación, tampoco es justificable que ahora, en aras del rescate
y supuesto empuje de la empresa, se les deje en manos de improvisados que a
golpes de ocurrencias pretenden enderezar el rumbo.
Más que culpar y
encontrar chivos expíatorios en las comunidades donde se ejecutan piquetes de
los ductos o concesionarios que no dan litros de a litro, debería empezarse por
los altos mandos, cuya capacidad está en duda en detalles mínimos que cualquier
ciudadano podría manejar con mayor responsabilidad, pero se insiste en sostener
a improvisadas. Pemex requiere de una reingeniería total y no sólo hacer cargar
las culpas a los menos indicados.
TURBULENCIAS
Migrantes y comercio exterior
Las elecciones estadunidenses son bandera política de
acuerdo a la versión del presidente Andrés Manuel López Obrador quien consideró
injusto los aranceles aplicados a la importación de jitomate mexicano y ligó
esta situación con el problema de los migrantes centroamericanos que cruzan
nuestro país con rumbo a la Unión Americana. Sostuvo que se defenderá a los
productores mexicanos víctimas de estas medidas unilaterales que afecta la
relación bilateral, pero sobre todo, la relación comercial. Y conforme corren
las campañas políticas e ingresan más extranjeros a territorio mexicano con
rumbo a los EU, y se complica la situación en las fronteras norte y sur,
seguramente la relación entre ambos países se tornará cada vez más difícil,
sobre todo porque está pendiente la firma del T-Mac y del lado americano hay
presiones para que no ocurra esto. No es sólo el problema de las exportaciones
mexicanas, sino que intervienen otros factores, como el laboral, el migratorio,
la seguridad fronteriza, y sobre todo, la actitud belicosa del presidente
Trump. Veremos hasta dónde llega la prudencia del mandatario mexicano ante las
embestidas del magnate neoyorquino que está a la espera de temas que le
permitan demostrar su malestar contra nuestro país, que le ha dado buenos
resultados electorales. Prudencia de un lado y provocación del otro,
seguramente será un asunto que le tocará lidiar al flamante canciller Marcelo
Ebrard…
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