Carlos Ramírez.-
1.- Las pasiones nacionalistas que ha levantado en el
mundo Donald Trump con sus decisiones desde la Casa Blanca han oscurecido la
posibilidad de un análisis serio. Pero la comprensión del alcance de su
gobierno debe ser pasada por el ojo de la aguja de la ciencia política, si es
que se quiere arribar a conclusiones.
2.- En este sentido, Trump se localiza en cinco
escenarios cuya mixtura permitirá la racionalización de su significado
político:
- una anomalía política y social en una realidad que se
escapó de la correlación de fuerzas sociales,
- una ruptura en la configuración previsible de las
clases sociales por el resurgimiento de la derecha tradicional de condado
- un realineamiento electoral producto de una nueva
redefinición de las clases sociales
- un nuevo clivaje (Lipset y Rokkan) o ruptura
liberalismo-conservadurismo
- una contrarrevolución de la derecha tradicional.
3.- El análisis debe darse en una doble dimensión: desde
las élites --Trump y su discurso tradicionalista originario, luego de la
presidencia del afroamericano Barack Obama-- pero también desde las masas --la
mayoría silenciosa conservadora ahora enriquecida por la derecha
tradicionalista--. En este sentido, hay que tomar a Trump no como un accidente
sociológico sino como un sujeto histórico.
4.- En términos históricos, Trump representa una ruptura
en la lógica pendular del liberalismo funcionalista basado en derechos y el
conservadurismo de valores asociados sólo al capitalismo imperialista, por la
aparición de un derechismo fundamentalista, supremacista y basado en los
valores tradicionales de las Trece Colonias que fundaron los EE. UU. La
sobrevivencia del péndulo liberalismo-conservadurismo se logró a partir de posiciones
no extremistas: los liberales se consolidaron por enfoques conservadores y los
conservadores lograron apoyo por enfoques liberales. La dialéctica
liberalismo-conservadurismo se movió en torno a un mismo eje: el sistema
capitalista resumido en el american way of life o modo de vida estadunidense;
la zona de confort social constituyó un núcleo similar para ambos pensamientos.
La diferencia liberal-conservador se resumió en puntos concretos: el tamaño del
Estado, alza-baja en impuestos y religión, pero sin rupturas porque el centro
rector del consenso fue la superioridad y excepcionalísimo (Lipset)
estadunidense. La ruptura del consenso ocurrió cuando Trump apeló a los
principios del derechismo fundamentalista: pureza, fe y limpieza étnica.
5.- La parte fundamental para definir las características
de Trump y de su gobierno deben buscarse en tres escenarios: el racial, el
ideológico y el funcionalista. Y los tres se reúnen en las características de
los perfiles de Trump como un empresario sin carrera política encargado de
pronto con el centro de decisiones políticas de efectos mundiales, por tanto:
anti sistema y anti Estado. Los fundadores de los EE. UU. fueron claros en la
dialéctica sociedad-Estado, aceptaron la configuración del Estado como un
contrato social (Hobbes) pero manteniendo la capacidad social para encarar en
Estado (propiedad de armas como elemento clave para formar milicias de
autodefensa y evitar la dependencia del Estado). Ahí se localiza la diferencia
fundamental entre el conservadurismo liderado por el Estado y el
tradicionalismo que quiere excluir o someter al Estado.
6.- El tradicionalismo de Trump se nutre de las ideas
fundadoras del siglo XVII: los primeros puritanos ingleses que llegaron en
1634, los valores religiosos protestantes que dominaron a la sociedad (la obra
de teatro El Crisol, de Arthur Miller, sobre los juicios contra brujería en
1692 como persecución religiosa), los doce valores de esas ideas conservadoras
tradicionalistas: gobierno subordinado, Dios dominante, empresa como eje,
mora,, religión, familia, autodefensa, rechazo al Estado, comunidad cerrada,
propiedad privada, pureza de la sangre, dinero.
7.- La guerra civil 1861-1865 provocó una fractura en el
conservadurismo por la esclavitud de los negros y el control productivo basado
en la explotación racial. En su discurso de Gettysburg el 19 de noviembre de
1863, Lincoln fijó la idea de la igualdad que fue administrada por los
tradicionalistas derrotados: iguales, sí, le contestaron, pero separados: ahí
nació la segregación racial. La historia del expansionismo territorial, social
y de dominación de los blancos comenzó desde el primer asentamiento puritano en
1634, pasó por el expansionismo territorial basado en la conquista del oeste
indio y del oeste mexicano y la guerra civil que derogó la esclavitud, pero no
conquistó derechos y terminó con la revolución liberal 1963-1973.
8.- A lo largo del siglo XX, la dinámica
liberalismo-conservadurismo se basó en la defensa del american way of life ante
los acosos externos y la definición de la disputa imperialista en el planeta:
primera guerra mundial, Union Soviética, segunda guerra mundial, China, Corea,
Vietnam, Cuba, guerras centroamericanas. El modelo analítico de esta fase es el
de Pericles: guerras contra la democracia estadunidense (Pericles en Tucídides
y La guerra del Peloponeso). Fue una guerra de modelos productivos, con sus
respectivas ideologías políticas: capitalismo-comunismo. Los acuerdos
liberalismo-conservadurismo fueron relativamente fáciles por el acoso del
comunismo.
9.- Al interior de los EE.UU. se dio una fase de ciclos
sociales de cincuenta años: con los catorce puntos de Wilson en 1918 inicio el
ciclo conservador imperialista y duró hasta comenzar los sesenta; en 1963
comenzó el ciclo liberal con reformas ideológicas y duró hasta el final de
gobierno de Obama. El periodo de Trump reinicia el ciclo conservador
tradicionalista.
POR SEMANA SANTA, ESTA COLUMNA SE TOMA UNOS DÍAS DE
DESCANSO Y NOS LEEMOS EL PRÓXIMO LUNES 22 DE ABRIL.
http://indicadorpolitico.mx
carlosramirezh@hotmail.com
@carlosramirezh