Rubén Cortés.-
El chiste sobre los resultados del socialismo en Cuba es
antiguo: “¿Cuáles son los tres logros del régimen? El deporte, la educación y
la medicina. ¿Y cuáles son los tres fracasos? El desayuno, la comida y la
cena”. Pues, 60 años después, los tres fracasos siguen intactos.
Un general comunista de 90 años desató una polémica esta
semana en Cuba porque recomendó mitigar la escasez de alimentos con el consumo
de caimanes, ratas de campo llamadas jutías y avestruces, porque, en especial
los avestruces, producen más carne que una vaca.
Pero en Cuba los ciudadanos no pueden ser dueños de reses
o caballos, porque el Estado es propietario de todas las reses y de todos los
caballos, y únicamente se los presta al pueblo para que usufructúe la leche de
las vacas y del trabajo de los caballos. Su venta y consumo conllevan cárcel.
Aunque el asunto de la alimentación en el socialismo
cubano lo dejó supuestamente resuelto el Che Guevara cinco años antes de que lo
asesinaran en Bolivia, tratando de implantar por las armas el socialismo que,
Evo Morales, ganó en 2006 en las urnas y es aliado de Cuba. Guevara implantó el
12 de marzo de 1962 la libreta de racionamiento con la que todavía el gobierno
indica que los cubanos vivan al mes (cuando hay) con dos kilos de arroz, medio
de chícharos, uno de frijoles, uno de sal, dos de azúcar, un cuarto de aceite,
cinco huevos y cinco onzas de café.
Y, esta semana, el general Guillermo García, excompañero
de armas de Guevara, recomendó a los cubanos que coman carne de avestruz,
cuando en Cuba es muy difícil encontrarse muchas veces con un pollo. Ni
siquiera en los zoológicos cubanos abundan los avestruces.
De hecho, el Consejo Nacional de la Sociedad Nacional
para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales de Namibia está criticando
al gobierno de ese país africano por la captura de 146 animales salvajes para
ser enviados a zoológicos de Cuba, entre los que hay avestruces.
Sin embargo, son ocurrencias propias de los sistemas
populistas, los cuales, sin excepción, destruyen rápidamente la economía de los
países y sumen en la pobreza a la mayoría de sus gobernados: En Nicaragua, el
gobierno llamó a sus ciudadanos a criar iguanas para enfrentar el hambre.
El dictador Daniel Ortega pidió a los ciudadanos que
construyan criaderos de iguanas para que éstas sustituyan a las vacas como
fuente de carne para su dieta: al fin que las iguanas, dice, tienen un valor
proteínico de un 24 por ciento.
Avestruces, iguanas, ratas de campo, caimanes… la dieta
que acaba imponiéndose en los populismos; mientras sus líderes se ocupan de
perpetuarse en el poder.