Raymundo Rivapalacio.-
Los datos hacen mucho ruido. A finales de diciembre se
anunció que iniciaba una guerra contra el huachicol. En escasas tres semanas,
dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, se diseñó la estrategia para
frenar el multimillonario robo de combustible. Como partes de guerra,
diariamente se fue informando durante enero el avance de las fuerzas federales,
que era utilizado para neutralizar la creciente queja por desabasto de
combustible. Todo era para impedir el saqueo y luchar contra la corrupción,
justificó el presidente. Se cerraron ductos y compraron pipas, sin licitación
ni control técnico, por lo que se adquirieron decenas de vehículos fuera de
norma.
![]() |
Foto: internet |
Dos meses después, los partes de guerra desaparecieron, y
de manera inesperada se dio a conocer lo que ha sucedido con esa cruzada. Un
informe de Pemex, publicado esta semana en Excélsior, que pasó sin pena ni
gloria en la opinión pública, cuenta una historia de derrota. Durante los dos
primeros meses del año se incrementaron 50% las tomas clandestinas en
comparación con el mismo periodo de 2018. Aunque Pemex dijo que en enero se
recuperaron 442 mil litros de combustible, el total de tomas clandestinas se
elevó de mil 46 durante los dos primeros meses del año pasado, a mil 565 en
2019. Hidalgo, donde se cerraron ductos y se reforzó la seguridad, el
incremento de tomas se elevó 265%.
La cruzada contra el huachicol empieza a oler a gas, como
distractor sobre un problema que se veía venir desde el inicio del gobierno en
diciembre: el desabasto de gasolina. El Wall Street Journal reportóel 11 de
enero que Clipper Data, la empresa que monitorea los buques petroleros en el
mundo, registró que desde que asumió López Obrador, se habían reducido
significativamente las importaciones de gasolina de Estados Unidos, al bajar
25% en el periodo diciembre-enero de 2018-2019, comparado con el mismo lapso en
2017-2018. López Obrador dijo que el diario mentía, pero ante la crisis, tuvo
que revertir su orden y en enero se compraron volúmenes de gasolina superiores
a 93% con respecto a lo adquirido en enero de 2018.
La suspensión de las importaciones se dio antes de que
comenzaran a hablar dentro del gabinete, según los tiempos que identificó el
presidente López Obrador, sobre el huachicol. Para cuando se anunció la
estrategia de combate al robo de combustibles, había buques cargados con
gasolina haciendo fila en el Golfo de México porque no podían descargar. La falta
de personal y de mano de obra calificada y con experiencia, habían sido
detonadores de ese retraso. La decisión de cerrar los ductos para evitar el
robo, contribuyó al desabasto. No supieron cómo hacerlo y no tuvieron una
estrategia adecuada para compensar el combustible que dejarían de suministrar.
En el pasado, cuando se decidía cerrar un ducto, la planeación se llevaba al
menos dos meses para evitar el desabasto.
El último reporte sobre lo logrado lo dio López Obrador
al dar a conocer los resultados en sus primeros 100 días de gobierno. Sin
embargo, las cifras que dio son totalmente diferentes a las que 20 días antes
hizo públicas el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza. López Obrador dijo
que la incidencia de ese delito pasó de el hurto de 81 mil barriles diarios que
se sustraían en noviembre, a 15 mil barriles. Sin embargo, Romero Oropeza
mencionó que el hurto era de 56 mil barriles, y que se había disminuido a ocho
mil. Nadie ha explicado la inconsistencia. Tampoco se han dado informes
adicionales a lo publicado en Excélsiorsobre el creciente numero de tomas
clandestinos. La feria de cifras es compleja para ser absorbida y procesada por
la opinión pública. El discurso plano que es un sacrificio para combatir la
corrupción, es lo que prende.
Las cosas no van a marchar bien. La estrategia no sólo
está equivocada, sino que, además, lo único que se ha hecho es estimular el
huachicoleo al adquirir pipas para transportar combustible. Quien sugirió esa
estrategia realmente no comprende cómo funcionan los mercados delictivos. De
acuerdo con la consultora GLAC, los mercados se paran sobre tres patas:
incidencia delictiva, logística y debilidad institucional. La estrategia
gubernamental las fortalece.
El incremento en el robo de combustible y el fracaso
hasta el momento de atrapar a los mandos del Cártel de Santa Rosa de Lima en
Guanajuato, o la impunidad con la que se mueven hasta ahora las bandas
criminales que operan en Guanajuato y Veracruz, habla de que el combate contra
ellos no ha sido eficiente o es inexistente. El argumento de que la compra de
pipas resolverá el desabasto, lejos de resolver el problema estimula el delito.
Si no hay capturas de los jefes del huachicol, que es la racional del gobierno
para evitar la violencia, la incidencia delictiva se mantiene intacta, al
tiempo que se incrementa la debilidad institucional por no combatirlos. Cerrar
ductos no ataca la logística criminal; comprar pipas facilita el robo de
combustible transportado en vehículos robados.
GLAC señaló que la tendencia en mediano plazo ubica a
Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Guanajuato como los estados más vulnerables, al
figurar entre las 10 entidades con mayor cantidad de vehículos robados, que
“son incorporadas como parte de la logística necesaria para llevar a cabo la
comercialización del combustible robado”. Vista la correlación, o la estrategia
está totalmente equivocada, o es una que de antemano, al no combatir el
problema de fondo, se sabe fracasará. En todo caso, la narrativa de la guerra
contra el huachicol esconde la incompetencia del gabinete en el abasto de
combustible y la nueva estrategia del régimen contra el crimen organizado,
dejar hacer, dejar pasar.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa