Por: Rubén Iñiguez
La Presidencia de la república parece que tiene un nuevo
enemigo que se llama Letras Libres, que es una revista literaria y de ensayos
de mayor alcance intelectual en México, de la cuál es director Enrique Krauze
Kleinbort, quien además es un historiador y escritor mexicano. Miembro de la
Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio Nacional, es también director
de la Editorial Clío. Ha escrito más de veinte libros, entre los que destacan
“Siglo de caudillos”, “Biografía del poder”, “La presidencia imperial”, “La
presencia del pasado y Redentores”. También ha producido más de 300 programas y
documentales sobre la historia de México.
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Enrique Krauze Kleinbort. FOTO: INTERNET |
Krauze, todavía en su último ensayo presentó una positiva
semblanza de AMLO, sus raíces, sus nichos, sus espejos. Un paso importante para
entender el funcionamiento del presidente con deseos de ser Juárez. Además
reconoce su genuina vocación social y su oposición a la corrupción. Sin embargo
también ve impulsos religiosos y rasgos autoritarios altamente preocupantes, ya
que afirma que la tolerancia no es su fuerte.
Sin el afán de ser alarmista, uno de los primeros
síntomas de una dictadura se deja ver en la intolerancia, en contra de un
intelectual que de manera libre ha señalado los excesos de Obrador, así como lo
hizo a lo largo de otros sexenios, en donde evidenciaba corruptelas y actos
evidentes de malos manejos a las finanzas públicas.
Ni los más cerrados antecesores, se atrevieron a
perseguir a los autores de la cultura mexicana, a los intelectos líderes del
país. Pues la publicidad oficial nunca dejó de llegar ni a la revista Proceso,
ni a la revista Letras Libres, o a Nexos, otra excelente revista. En resumidas
cuentas, se respetaba la pluralidad y la
libertad de expresión.
Ahora, la nueva forma de gobernar, que dedica una o dos
horas al subir a predicar conceptos, a solicitar linchamientos, desacreditar
figuras opositoras, a decir verdades
parciales o a redundar en su visión de México, bajo la única forma posible, la
del nuevo presidente imperial.
El tema no es si se recibe publicidad institucional o no
se recibe, el detalle más bien es que el rencor no solo termina ahí, porque si
eres crítico de la presidencia de México, serás presa del “chacaleo y la
censura”, pues quedó en evidenciada como opera la red Pro AMLO, que su objeto
es atacar a sus críticos a través de Twitter o Facebook, ya que te avientan “la
caballada” mediante trolls o robot pagados, que son capaces de reenviar hasta 8
mil 500 mensajes casi de manera instantánea. A esto también se le llama
censura. Todo esto fue revelado por la académica del ITESO, Rossana Reguillo,
que mereció ser catalogada en una “conferencia de prensa mañanera” como “tema
del conservadurismo” y su trabajo de investigación fue minimizado por López
Obrador.
Por un lado se dice que no habrá más millonadas para los
medios de comunicación, pero por otra parte, se destinan fondos para periodistas
porristas de la nueva fe política, para
crear espacios en youtube de chayoteros que reproducen los ataques contra quién
intente contradecir al jefe supremo de las fuerzas armadas de México.
Tatiana Coluthier, sumándose a los intolerantes, pide la
cabeza de Krauze, quien ha señalado de manera puntual los aciertos del partido
MORENA en el poder, pero que también ha exhibido todos sus errores, motivo
suficiente para que quieran vapulear al intelectual, ya que con sus comentarios
y opiniones se ha convertido en un personaje incomodo al sistema.
Si señalar los errores de Andrés Manuel, te expone al
linchamiento de las redes manipuladas por fanáticos seguidores pagados
encargados de cuidar a AMLO, hemos llegado a un descenso de libertad de
expresión en México, en aras de un caudillo personal, impecable y perfecto.
El diario Reforma, La revista Letras Libres, la
periodista Denisse Dresser, ya fueron señalados. La lista aumenta y la libertad
de prensa decrece. Leo Zuckermann se ha pronunciado a favor de Krauze, quien
cataloga estos ataques como una persecución intelectual injustificable.
Letras Libres, no creo que termine o desaparezca, pues
nadie tiene derecho a poner mordaza en
México, ni mucho menos a censurar obras intelectuales que no le parecen a la Cuarta
Transformación.
Esto que aquí escribo, apreciable lector, no es por el
afán de solo estar “tiznando” a López Obrador, pues la prensa libre radica en
dar a conocer los aciertos de nuestros gobernantes, pero también de exhibir sus
tropelías y corruptelas.