Ricardo Alemán.-
Pueden decir misa, lo pueden justificar con el cielo y
las estrellas y hasta pueden creer que engañan a los ciudadanos.

Y es que en democracia las fuerzas castrenses —militares
y marinos—, nada tienen que hacer en la construcción y administración
aeroportuaria; nada tienen que hacer en el negocio inmobiliario y menos en
labores de policía.
Pero, sobre todo, nada justifica que los militares se
metan a perseguir delitos y menos a detener a los presuntos delincuentes.
Por eso, frente al intento de soborno a los militares
mexicanos —que está en marcha desde el gobierno de Obrador—, las preguntas
obligan.
¿Por qué el presidente Obrador y toda su claque mudaron
de manera repentina su rechazo a la militarización institucional y hoy —sin
explicación—, defienden a capa y espada la militarización? ¿Por qué y para qué
ese inexplicable cambio de postura y, sobre todo, el soborno a los militares?
¿Por qué la reforma al 19 constitucional, que incluye la
detención preventiva en una larga lista de presuntos delitos graves, en
especial delitos electorales y de corrupción? ¿Por qué el debilitamiento de los
contrapesos, como el Congreso y la Corte? ¿Por qué desacreditar los órganos
autónomos y por qué aplastar a las INGs?
¿Por qué la persecución de los críticos y el sometimiento
de los medios privados? ¿Por qué utilizan los medios públicos —violando la
Constitución—, para la propaganda que exalta la figura presidencial? ¿Por qué
la persecución de empresas y empresarios incómodos?
¿Por qué a nadie le importan las sospechosas muertes de
periodistas y opositores al gobierno de AMLO —como la gobernadora de Puebla,
Martha Erika Alonso, de su esposo el senador Rafael Moreno Valle; del
empresario Carlos Martín Bringas y del líder social Samir Flores—, y por qué
tampoco importan tragedias como el estallido en Hidalgo, que causó 131 muertes?
La respuesta a esas interrogantes está a la vista de
todos.
Y es que cualquiera que compare la evolución de las
dictaduras en el mundo con lo que ha ocurrido en los primeros 85 días del
gobierno de AMLO, sin duda llegará a la conclusión de que vivimos una peligrosa
“predictadura” y que en esa fase, López Obrador se prepara para erigirse en
dictador.
¿Por qué esa conclusión?
1.- Porque si López Obrador consigue sobornar a las
fuerzas castrenses con negocios pingües como el aeropuerto, empresas
inmobiliarias y el papel de policías investigadores, tendrá el camino libre para
la reelección; para la dictadura.
2.- Porque con la reforma al artículo 19 de la
Constitución, Obrador podrá llevar a prisión a quien le plazca; sea político,
empresario, líder social, periodista, crítico y, en general, a todo aquel que
se oponga a su dictadura.
3.- Porque con los medios privados sometidos y los medios
oficiales convertidos en propagandistas, no habrá crítica ni libertad de
expresión ni libertades básicas.
4.- Porque sin órganos autónomos y sin ONGs, nadie podrá
exigir el respeto a la legalidad, a la Constitución y a las libertades básicas.
5.- Porque si hoy —y todos los días de su gobierno—,
Obrador fusila sin ton ni son y sin pruebas a todo aquel que lo cuestiona, es
fácil imaginar lo que hará con todo el poder y todos los instrumentos de un
dictador
6.- Porque con todo el poder, Obrador puede someter a
gobernadores, grandes empresarios y puede llevar a México a una locura como la
que se viven en Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua, por citar sólo a los
sátrapas de América Latina.
7.- Y, sobre todo, porque no es casual que los mayores
adoradores de las dictaduras de Venezuela y Cuba, sean desde López Obrador,
pasando por la presidenta de Morena y terminando con buena parte de los
intelectuales orgánicos del “lopezobradorismo”.
Hoy muchos se niegan a reconocer que el camino de López
Obrador es el de un dictador sin más principios y más objetivos que su
delirante ambición sin límite.
Pero también es cierto que hoy en México, igual que en la
Alemania nazi, muchos están acobardados y muchos otros aun creen que pueden
obtener beneficios de la antidemocracia.
Y pueden seguir ciegos y sordos ante el peligro que
amenaza con destruir la democracia mexicana, pero tarde o temprano la historia
se los reclamará.
Al tiempo.