Rubén Cortés.-
Un alma generosa con el mejor oficio del mundo, llamada
@DeMemoria, ha tenido la feliz idea de rescatar en Twitter la copia fotostática
de una crónica publicada el 17 de marzo de 1970 en El Heraldo. Se titula Los
“Privilegiados” de la Clase Media y arranca así:
“Es un signo de estos tiempos. Todos hablan de la clase
media, equilibrio entre la alta y la baja, delimitadas en apariencias, pero
perfectamente jerarquizada. Este grupo de “privilegiados” lo forman todos
aquellos que no son ricos, pero tampoco pobres”.

Si no se es amigo de Joaquín, si no se está cerca de su
pasión homérica por el periodismo, se cometería el error de escribir que, a sus
70 años de edad y 50 entre tintas, micrófonos, cámaras, con todos los honores
en el pecho, debería “dedicarse a disfrutar de la vida”.
Craso error: lo que más disfruta de la vida es trabajar.
Es de los heminwayanos que piensan que, si la inspiración existe, te agarre
trabajando, aunque este ardor no es ciego: el periodismo es su vida, pero no
toda su vida es el periodismo. Joaquín vive para su familia.
Así que su familia vuelve a estar de fiesta con este
premio a la labor de profesionales del periodismo de lengua española y
portuguesa de los países de Iberoamérica y las naciones con las que España
mantiene vínculos históricos.
Vínculos que tiene Joaquín, entrañables, como mexicano
nacido en España. Por eso se enterneció:
“Es una emoción de esas que recorren toda la piel, que se
mete y estremece, que te echa los calendarios para atrás y hace vivos los recuerdos:
el barco, mi madre, mi hermana, Santander, Veracruz, los nueve años, el nuevo
mundo para nosotros”.
De allá vino también, en 2015, el prestigiado Premio
Ondas, que entrega cada año la cadena radiofónica SER, de línea editorial
cercana a la socialdemocracia europea, en la categoría máxima: Premio
Internacional a la Trayectoria en Radio y Televisión.
Y de aquí le llega a diario el material para que Joaquín
continúe como uno de los principales referentes del periodismo en idioma
español y, en México, en su condición de reportero de reporteros que pone
letras, rostros, imágenes y sonidos a la noticia.
Lo sintetizó ayer el jurado del Premio Rey de España: “Ha
demostrado que es posible ejercer el oficio con incuestionable objetividad,
equidad y apego al valor supremo de la verdad”.
Y, que se sepa: a Joaquín sólo lo vencerá…
El padre tiempo.