Carlos Ramírez.-
Los debates
sobre la configuración real y formal de la Guardia Nacional
servirán para la construcción de otro cuerpo operativo contra la inseguridad;
sin embargo, la clave para abatir al crimen organizado y desorganizado se
encuentra en un territorio abandonado por el Estado o usado para menesteres
políticos de facciones: la inteligencia como acopio y procesamiento de
información.
El error de
todos los gobiernos posteriores a la crisis del 68 e incluyendo al de López
Obrador consiste en el enfoque ingenuo sobre los enemigos del Estado: sólo el
pueblo salva al pueblo; pero el pueblo, sin el dominio ideológico de los
valores sociales de la
Revolución Mexicana , se volvió mezquino, para decir lo menos.
El Estado
debe seguir siendo el factor de equilibrio social, pero al mismo tiempo
prepararse para combatir a organizaciones sin reglas ni escrúpulos en todos los
niveles de la criminalidad. La ofensiva contra los huachicoleros es un ejemplo:
el gobierno cerró la válvula del producto, pero afectó a la sociedad
consumidora de gasolinas y de paso no se ha decidido a procesar a las decenas
de bandas y sus protectores políticos y económicos. La razón: el gobierno
desconoce esa organización criminal como estructura de poder.
La
estrategia de seguridad de López Obrador se ha centrado en la GN y cometió el error de
someterla a consenso social y legislativo donde predomina una mayoría anti
sistema y anti Estado. Salga lo que salga esta semana en la Cámara de Diputados sobre la GN , la estructura de la Guardia estará acotada por
los remiendos.
La única
posibilidad de que el gobierno lopezobradorista logre abatir al crimen
organizado y desorganizado será con una estructura de inteligencia. El Centro
de Información y Seguridad Nacional (CISEN) fue un organismo maldito del
gobierno, todos lo usaban y nadie le daba su utilidad real. El gobierno de
López Obrador lo desmanteló y lo redujo a Centro Nacional de Inteligencia (CNI)
adscrito a la Secretaría
de Seguridad y Protección Ciudadana, o sea, a labores policiacas.
Las
organizaciones criminales organizadas y desorganizadas son bandas que luchan
contra el Estado. Y en el caso de los huachicoleros, el CNI retrocedió del
espacio político de Gobernación al policiaco de la Secretaría de Seguridad
y se le entregó al general Audomaro Martínez Zapata, un militar ya distante de
las doctrinas de seguridad del ejército y del Estado y sometido al control del
presidente López Obrador. Su principal contradicción radica en asumir las
tareas del CISEN-Gobernación para la seguridad del Estado, pero como CNI-SSPC
para acotadas tareas de seguridad pública.
La nueva
política de seguridad carece de una estructura de centralización de políticas y
decisiones. Es decir, se trata de una estrategia que no es estrategia.
En el
fondo, la crisis de seguridad, el debilitamiento del Estado, la complicidad
institucional con las bandas criminales, los acotamientos a la respuesta
gubernamental de seguridad y los miedos a efectos colaterales civiles han
creado limitaciones a la política gubernamental de seguridad y han beneficiado
a los criminales.
A México le
llegó la hora de profesionalizar su seguridad. Hace falta un Consejo de
Seguridad Nacional, una Agencia Central de Inteligencia, una Agencia de
Seguridad Nacional y, sobre todo, como en los EE. UU., una Dirección Nacional
de Inteligencia que coordina a las 17 oficinas civiles y militares que
conforman la oficialmente conocida comunidad de inteligencia.
En México
existen varias oficinas de inteligencia: la militar, la naval, la aérea, la
policiaca, la política y la financiera, pero persiste la carencia de una
oficina que centralice la información. Todos los presidentes le han tenido
miedo a la centralización de las labores de inteligencia, pero esos temores han
llevado a la ausencia de información para la seguridad del Estado. La
inteligencia política de Gobernación fue destruida por Manuel Bartlett como
secretario de Gobernación, cuando la
Federal de Seguridad se vio involucrada en el asesinato del
columnista Manuel Buendía y, sobre todo, cuando sus jefes aparecieron
protegiendo a los primeros cárteles del narcotráfico con credenciales de la DFS firmadas por el propio
secretario de Gobernación.
De poco
servirá la GN como
Frankenstein civil-militar si no va acompañado de un servicio de inteligencia
articulado. La actual Policía Federal y la Gendarmería han
demostrado su incapacidad por quedarse en lo operativo por tener servicios
ineficaces de inteligencia. Sin inteligencia, la GN será otra policía grandotota.
Política
para dummies: La política es inteligencia como reflexión, pero es más
inteligencia como acopio de información privilegiada.
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