Ricardo Alemán.-
Apenas ayer dijimos que el de Andrés Manuel López Obrador
era un gobierno arrodillado ante la violencia y el crimen.
Y dijimos que los argumentos son contundentes ya que a
sólo 60 días de la gestión de Obrador se contabilizaron casi 4 mil muertes
violentas en tanto de manera simultánea se cancelaron las acciones para
incautar drogas.
Violencia en México, foto: internet |
Por eso, hoy queda claro que el problema es mayor; se
aproxima a una tragedia que aplasta al Estado todo. ¿Por qué?
Porque no sólo vemos de rodillas al gobierno de Obrador
ante el crimen organizado y frente a las muertes violentas, sino que asistimos
a la muerte del Estado cuando el Presidente rechaza que su gobierno será
garante de la vida, los bienes y la tranquilidad de los ciudadanos.
Y es que de manera reiterada, Obrador rechaza utilizar
las instituciones del Estado –que legalmente le ordenan aplicar la ley ante
sabotajes como los de la CNTE y saqueos como el robo de combustible–, con el
argumento “chabacano” de que “no reprimirá al pueblo”.
¿Qué significa la negativa de Obrador a hacer valer la
ley y castigar a los criminales en los casos de la CNTE y el robo de
combustible?
El mensaje es claro; que en el gobierno de Obrador las
instituciones del Estado no cumplen su razón de ser garante de la vida de las
personas y sus bienes; garantizar la paz y castigar a los transgresores de las
reglas de convivencia.
Y es que cuando Obrador se niega a utilizará la fuerza
“para reprimir al pueblo” lo que hace es defender a los criminales y castigar a
los ciudadanos honestos, víctimas las mafias criminales.
En el gobierno de AMLO los ciudadanos son víctima por
partida doble; víctima de los barones del crimen, los matarifes, vendedores de
droga y ladrones de combustible, pero también son víctima de la indolencia del
gobierno de Obrador.
Pero si ya era una tragedia que el Presidente deja que la
CNTE cometa toda clase de tropelías, a pesar de que violenta gravemente la
constitución, si también es una irresponsabilidad criminal que AMLO perdone a
los ladrones de combustible a los que además regalará dinero, es el fin del
Estado cuando Obrador dice que su gobierno “no perseguirá” a los grandes capos
de la droga y que “no habrá operativos” contra los mafias criminales, “porque
ya se acabó la guerra contra el crimen organizado”.
¿Qué significa que el Estado mexicano ya no perseguirá a
los barones de la droga, que ya no habrá decomisos, que la mafiosa CNTE puede
hacer lo que le plazca y que los ladrones de combustible pueden actuar
impunemente?
La respuesta es que el Presidente Obrador no sólo mandó
al diablo las instituciones del Estado, sino que firma el certificado de muerte
del propio Estado. Y entonces aparecen las grandes contradicciones.
¿Para que quiere el Presidente a la Guardia Nacional, si
los saboteadores de la CNTE tienen permiso para destruir al Estado; si los
narcotraficantes no serán perseguidos; si los ladrones de combustible serán
premiados con becas?
¿Para qué la Guardia Nacional, si ya terminó la guerra
contra el crimen y si los criminales no serán perseguidos y sus delitos serán
perdonados?
¿Acaso la Guardia Nacional servirá para reprimir a los
opositores, a los críticos, a los gobernadores rebeldes; a los empresarios que
no colaboran?
Pero hay más. El estado tampoco será garante de licitar
las grandes obras, de la transparencia de sus instituciones…
Con AMLO, el Estado amenazado de muerte.
Al tiempo.