Carlos Ramírez.-
El análisis del contenido del ingreso-gasto 2019 y los
tiempos políticos sexenales han dejado en claro una certeza: no hay ni habrá 4ª
Transformación; la política económica/modelo de desarrollo/Estado de bienestar
que se deriva del presupuesto es un híbrido de neoliberalismo con
asistencialismo mínimo.
El principal pivote de la estrategia de desarrollo del
gobierno de López Obrador es el desarrollo energético, pero en un ciclo largo
hacia delante de inestabilidad en el mercado petrolero. A cambio, el proyecto
presupuestal hace un recorte al sector público, campo, industria, educación,
servicios y turismo. La cuenta no sale: a cambio de beneficiar a jóvenes sin
empleo y población vulnerable no productiva, las restricciones afectan a los
principales sectores del desarrollo productivo.
El detonador energético sólo funcionaría, y no se ve que
pudiera ser así por la declinación del sector a nivel internacional, si el
Estado tuviera una planta productiva propia; por tanto, la autosuficiencia
energética beneficiaría a un sector privado hacia el cual el Estado carece de
una propuesta de modernización, reconversión industrial y control fiscal.
En todo caso, el control energético por el Estado dotaría
al gobierno --en caso de que el mercado internacional cambiara de nuevo hacia
el consumo de combustibles fósiles-- de recursos para financiar sus programas
asistencialistas improductivos; mientras ello ocurre, ese gasto social será
financiado con recortes de salarios públicos, baja en programas de inversión y
desvió de recursos fiscales.
Toda estrategia de desarrollo se basa en tres variables
articuladas: política económica/modelo de desarrollo/Estado de bienestar. Así
ha sido con los ciclos del desarrollo nacional: sustitución de importaciones,
desarrollo estabilizador, desarrollo compartido, neoliberalismo de mercado y
globalización. La propuesta populista de López Obrador se resume a un
compromiso del Estado con sectores vulnerables, apoyos directos sin efecto
multiplicador en la economía y acción del Estado en el sector energético.
López Obrador tuvo cuando menos dos años --desde que
arrancó su certeza de que ganaría las elecciones-- para redefinir el proyecto
nacional; pero sus libros y múltiples listas de propuestas de gobierno
resultaron meros voluntarismos políticos de campaña. Sus asesores económicos
nunca tuvieron el apoyo necesario para reflexionar el cambio de modelo de
desarrollo. Sus ataques al neoliberalismo fueron sólo retóricas de campaña,
vista ahora su propuesta económica basada en toda la ideología neoliberal.
El único acierto de López Obrador fue su discurso contra
el agotamiento del modelo neoliberal, pero lo hizo más por convicción política
que por enfoque de estadista sobre los escenarios del desarrollo. La crisis
estadunidense del 2008 agotó el periodo de vigencia de la globalización
financiera y orilló al mundo capitalista a encontrar un nuevo modelo de
desarrollo. La decisión de los principales países fue la de insistir en la
globalización.
López Obrador tuvo ante si el desafío de encontrar un
nuevo modelo de desarrollo; pero toda su expectativa de 4T se perdió con el
papel activo del equipo lopezobradorista en la renegociación del Tratado de
Comercio Libre y darle una salida aún menos benéfica para el desarrollo
mexicano.
El problema de López Obrador ha sido su personalismo
dominante. A partir del control del escenario político, debió haber reunido a
grupos de economistas y politólogos para buscar un nuevo camino para salir de
la crisis por el agotamiento de los tres pilares del proyecto nacional: sistema
político/régimen de gobierno/Estado constitucional. Y para redefinir las tres
variables del sistema productivo: Estado/sector privado/equidad social.
En este contexto, la propuesta de ingreso-gasto para 2019
demostró que la crisis le quedó grande a López Obrador; y que su objetivo no
será buscar un nuevo proyecto nacional sino sólo cumplir con sus promesas
sociales de campaña. Por eso su primer año se ahogará en la política
presupuestal de la cobija encogida: para cobijar a nuevos beneficiarios del
gobierno, tuvo que descobijar a otros.
La ley de ingresos y el presupuesto de egresos
representaron la principal perdida de oportunidad del país para encontrar una
alternativa a la crisis de modelo de desarrollo estatista (1934-1982) y
neoliberal (1983-2018); la propuesta económica del primer año ofreció la imagen
de un híbrido de populismo por el gasto social y de neoliberalismo por la
estabilidad macroeconómica antiinflacionaria. Como este modelo se va a mantener
un sexenio, entones el paso de López Obrador por la presidencia de la república
será irrelevante vis a vis las expectativas que explayó.
Más que transformador, el gobierno de López Obrador será
continuador del largo ciclo definido en la Constitución de 1917: populismo al
servicio del capitalismo.
Política para dummies: La política es el instrumento para conciliar intereses, no para polarizarlos.