Carlos Ramírez.-
El proyecto de gobierno --que no de nación-- del presidente
electo López Obrador tendrá que definir muy pronto su dilema sexenal: responder
a la demagogia populista en medio de un restringido presupuesto de gasto o
decidir una fuga hacia adelante reconfirmando el modelo económico neoliberal
salinista.
Los primeros indicios en la campaña, el discurso de la
victoria y las primeras definiciones de gobierno revelan que López Obrador
intentará como Cárdenas, Echeverría y López Portillo un modelo mixto de populismo
con neoliberalismo. Sin embargo, la variable clave que define estrategias
gubernamentales y la relación promesas-realidad es el déficit presupuestal.
López Obrador ya dejó ver los primeros indicios: respetar la
estabilidad macroeconómica --interrelación entre gasto-inflación-devaluación--
e insistir en objetivos populistas vistosos sin impacto en las cifras de
pobreza y marginación. Cárdenas, Echeverría y López Portillo sacrificaron
estabilidad por populismo y pagaron sus facturas con crisis de estabilidad
macroeconómica.
El dato fundamental que va a definir la presidencia de López
Obrador es el del crecimiento promedio anual del PIB: 2.2% en el largo periodo
neoliberal 1983-2018. La tasa ideal promedio anual de PIB es de 6%, alcanzable
sólo con un nuevo modelo de desarrollo a largo plazo basado en la
reconstrucción de las políticas industrial y agropecuaria.
Hasta ahora López Obrador ha insinuado la meta de 4%,
insuficiente porque cada año necesita crear el promedio un millón de nuevos
empleos en el sector formal de la producción que se lograrían con el 6%; en el
neoliberalismo dos tercios de la mano de obra han quedado sin empleo. Las
cifras oficiales de Inegi señalan un 57% de trabajadores en la informalidad.
De ahí que el problema de desarrollo de México sea de
creación de empleos formales, no de atención directa a marginados con subsidios
improductivos. Paradójicamente el mayor porcentaje de desempleados y
subempleados se localiza en las personas con educación media y superior.
Al populismo mexicano le ha faltado pensamiento económico y
teoría macroeconómica. La inflación definida por Salinas desde 1979 y válida en
las primeras declaraciones del equipo de López Obrador es la monetarista de
Milton Friedman: la inflación es en todo tiempo y en todo lugar un fenómeno
monetario y un tema de demanda; por tanto, controlando, como ha ocurrido,
salarios, PIB bajo y disminución de gasto social la inflación estará baja.
El cerco macroeconómico neoliberal a López Obrador es de
pensamiento, teoría y acuerdos con una larga lista de organismos financieros
internacionales que tienen controlada la macroeconomía: FMI, Banco Mundial,
OCDE, Banco de Pagos, Banco de México, Reserva Federal de los EE.UU.,
Organización Mundial de Comercio y hasta la Comisión Económica para América
Latina con enfoques neoliberales.
La estrategia económica de López Obrador buscará mantenerse
dentro del cerco macroeconómico neoliberal y conseguir fondos para sus
programas asistencialistas improductivos en ahorros de gasto público. Pero la economía
es el juego suma cero de la cobija que no tapa todo y sólo se jala para tapar a
unos destapando a otros.
Por la prisa de resultados y la carencia de un equipo
macroeconómico reformador, López Obrador no tiene ni ideas ni propuestas ni
tiempo para una refundación del modelo de desarrollo y sus correlativas
políticas económicas y sociales. Por eso tendrá que lidiar con las limitaciones
de un populismo acotado por el cerco macroeconómico neoliberal.
En suma, habrá una mixtura de populismo con restricciones
neoliberales; es decir, el mismo modelo populista-solidarista-priísta-salinista
de 1983 a 2018.
Política para dummies: La política es, al final de cuentas,
poder y no demagogia.
Sólo para sus ojos:
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Dos meses tiene el presidente Peña Nieto para ofrecer datos
concretos de lucha contra la corrupción o el gobierno de López Obrador llegará
tumbando corruptos del entorno peñista.
Famosas últimas palabras: “Las cosas pueden empeorar, cuando
hay un vacío en nuestra democracia, cuando no estamos participando (...), otras
voces llenan el vacío”: Barack Obama en campana demócrata contra republicanos
de Trump.