Reconciliación absurda

Antonio Quintero

En sus diversos capítulos de su vida política y de campaña AMLO fue señalando abiertamente quienes eran la famosa mafia del poder, quienes eran los que controlaban las economías del país, cuáles eran los empresarios que estaban dentro de esa mafia del poder político de México, que eran los responsables directos del grave daño al desarrollo económico de la nación y de su pueblo.

Sin empacho decía nombres, los exhibía dentro de sus discursos, también en el marco de sus entrevistas periodísticas, públicamente los insultaba, eran los mesías del poder mexicano, los desdeñaba, los catalogaba de grandes corruptos, de miserables, de ruines, de haber saqueado al país.

Así construyó su campaña desde siempre, antes y después del 2006, capitalizaba las riquezas de transacciones corruptas de políticos del PRI, del PAN, de los recientes expresidentes de la república como Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa, y Enrique Peña Nieto, y nunca olvidaba al principal; Carlos Salinas de Gortari.

Refería sus políticas de fracaso que mostraban la pobreza de millones de mexicanos en todos los rincones de la república mexicana, por ello cuando adornaba sus discursos retomaba episodios críticos de la política mexicana del poder para que sus seguidores y simpatizantes rieran y aplaudieran y salieran convencidos de que Andrés Manuel los iba a meter a la cárcel, los iba a exhibir de sus corruptelas, y a otros les quitaría sus riquezas ilícitas que habían hecho al amparo del poder.

Fue la esperanza para millones de mexicanos que observaban y escuchaban que un líder político les hablaba con verdad, les hablaba en su mismo lenguaje. Un lenguaje de dolor, de miseria, de penas, de desdichas para un pueblo que ya no tenía ninguna oportunidad y tampoco ninguna esperanza para seguir en su ruta y desarrollo.

Esa fue la esperanza que fue construyendo Andrés Manuel López Obrador, en su campaña, y que le dio resultados, resultados de haberlo hecho presidente de la república  -hasta el momento electo-, con enorme votación y con grandes expectativas en todos los ámbitos.

La invisible mascara y operatividad del sistema político mexicano era ignorar propiamente la figura de AMLO, desestimar el impulso de su campaña, de sus puntos y encuestas, pero no pudo ni contener el arrastre, la inercia, la marcha lenta y copiosa de un electorado cansado, agobiado de tanta corrupción desmedida y de funcionarios igualmente corrompidos, llenos de impunidad.

Más sin embargo el sistema político mexicano siempre le apostó porque no llegara Andrés Manuel López Obrador a conquistar la presidencia, muy diferente al escenario del 2006, ahora AMLO contaba con un ejército  de observadores, de activistas en redes sociales, situación que no pudo desmembrar el sistema político mexicano.

No pudo concretar un mega fraude para que el candidato a modo del PRI ganará la elección, o algún otro candidato afín a los intereses de lo que AMLO denominó y clasifico como la gran mafia del poder de México.

De tal suerte que el rumbo y los pasos que trazaba y realizaba el tabasqueño nadie se lo pudo impedir, excepto solo quedaba una opción para consumar un fraude electoral, el trabajo en las urnas el día de la elección del primero de julio, agotar los recursos humanos y económicos para erigirse triunfadores en esa tarde, pero  nunca se imaginaron el fenómeno electoral de ese día, las masas de gente colmaron las urnas con un triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador.

Dos horas después del cierre de las casillas en todo el país, es decir a las 8 de la noche uno de los candidatos del sistema José Antonio Meade Kuribreña aceptaba que las tendencias electorales no le favorecían y aceptaba implícitamente su derrota. Luego lo haría el jovenzuelo candidato del PAN Ricardo Anaya.

El sistema tuvo que aceptar una derrota que no tuvo tiempo para maquillar aceptando a un candidato incómodo para la mafia del poder, esa mafia que tanto gritó, señaló el dueño de MORENA, a los cuatro vientos y que fue la espina dorsal de su campaña política. Ya no fue como en las anteriores ediciones de elección de presidencias de la república, ya no hubo la famosa caída del sistema como en 1988, o fraude en el 2000, o 2006 y 2012, para ese mismo sistema fue inaudito que Andrés Manuel López Obrador llegara invitado a participar en los debates públicos que realizó el Instituto Nacional Electoral (INE), transmitido para televisión y radio a todo el país.

Así entonces el sistema operó a diestra y siniestra pero esta vez fallaron todos sus planes, no pudieron activar sus fraudes, sus encuestas, sus fórmulas, y entonces el sistema ahora se les revertió, se les cayó, por increíble que parezca, pero así fue.

Aceptaron su derrota, vía pública, agacharon la cabeza como nunca se había visto, humildes y atolondrados  y con toda esa carga de peso político expresaron su mensaje reconociendo la victoria del candidato de MORENA.

Entonces la lectura se entiende claramente, también se logra entender que el sistema tiene ahora un nuevo presidente, un personaje  para ejercer ese modelo único  de presidencialismo del cual  México no se ha podido separar y ni siquiera intentar hacía un nuevo modelo político.

Recordemos que la historia nos ha puesto el ejemplo miles de veces y se vuelven a repetir, el presidencialismo a través del régimen priísta se mantuvo por casi 90 años, un modelo que se convierte en autoritarismo absoluto por encima de leyes. Así fue el caso de Porfirio Díaz que ahora encarnó  en recientes presidentes de la república y devastaron como él toda una nación.

La fábula se consagra; ¡Muera el Rey, viva el Rey!

Recuerdo  cuando entrevisté a José Antonio Meade cuando su evento ya había culminado y se retiraban del lugar, dentro de la camioneta de Alejandro Murat Hinojosa  en el estacionamiento del Centro de Convenciones de Oaxaca, justo para partir,  –el domingo 4 de febrero-, tajante especifico que “yo no vengo hablar de ese candidato yo vine a hablar de mi  proyecto…” minimizaba que siendo el candidato del PRI, le estuvieran hablando y preguntando permanentemente del otro candidato, él candidato incomodo, retomó y habló brevemente de su proyecto, pero mi pregunta fue sobre cuál era su visión del otro candidato… Ya no respondió dio las gracias, no sin antes demostrar que esa pregunta que le hice, le incomodó…

Así mismo el candidato de MORENA  enfatizó en sus discursos quien era Meade Kuribreña, lo señalaba  como parte de esa mafia del poder, pues hacía reseñas de la estafa maestra y evidenciaba al gris candidato de la coalición Todos por México, hasta  los últimos días de campaña del propio  Andrés Manuel López Obrador.

Desde luego que a lo largo y ancho de la república mexicana el eterno candidato opositor al régimen del estado, al régimen priista, al sistema político mexicano, regido y postulado a través por su propio partido político denominado  Movimiento de Regeneración Nacional  (MORENA), Andrés Manuel López Obrador tejió una enorme campaña, una  campaña política populista en medio de ríspidos y elocuentes discursos, pero que fue una campaña construida desde hace  muchos años, desde el 2006 cuando  fue candidato a la presidencia de la república y antes del 2006 es decir desde que  renunció al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Para 1988 sumarse a la famosa corriente democrática de ese partido junto con Cuauhtémoc  Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo.

Una corriente democrática que no tuvo éxito al interior del PRI, por lo que salieron renunciando  al PRI y arropándose en el Frente Democrático Nacional (FDN),  y de ahí iniciar una carrera política para fundar el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Y de ahí la historia que todos ya conocen y que es fresca aun.

Pero hace unos días la sorpresa fue mayúscula cuando dos contrincantes de la pasada jornada electoral y -de la que he suscrito aquí-,  desayunaban y realizaban un video para plasmar un acto de reconciliación a que López Obrador invitó y que precisamente quien estaba ahí era Meade Kuribreña. Una acción absurda, inmoral, que ilustró perfectamente que el sistema político mexicano tiene dueño,  un sistema invisible para la enorme  mayoría, y muy escasos para quienes  la conocen.

Los calificativos que utilizó el presidente electo fueron hacía Meade Kuribreña de ser una persona decente, y honorable!!! Esto no puede ser.  ¿Eso fue un arreglo político? ¿Lavar la imagen de un exfuncionario y candidato y que sido exhibido de gran corrupción? ¿Cuál fue el menú de dicho desayuno? ¿Qué platicaron?

Al parecer los dueños del país siguen controlando a sus títeres, al juego de las marionetas ¿Por qué entonces se da lectura a que hubo un gran pacto y negociación antes y durante la jornada electoral?
¿A quién más veremos en el flamante gabinete de AMLO? ¿A más corruptos? ¿A vividores de impunidad?¿Que va a pasar con los protagonistas  de la estafa maestra?  ¿A qué mafia del poder meterá a la cárcel? ¿AMLO ganó a través de un pacto? ¿Se repetirá la historia de Fox?

Todo esto según obra en todos sus versículos… de San Andrés.

¡Nos leemos en nuestra próxima entrega!