Carlos Ramírez.-
La reciente revelación en los EE. UU. de un reporte sobre
más de trescientos sacerdotes acusados de abusos sexuales reabrió en algunos
sectores de periodismo de investigación mexicano el caso del fallecido
sacerdote Marcial Maciel, de los Legionarios de Cristo, acusado en 1997 de
abusos sexuales de seminaristas. El dato tiene que ver con la aparición de
Alfonso Romo como jefe de la oficina de la presidencia de Andrés Manuel López
Obrador.
En 1997 el periódico La Jornada entrevistó a seminaristas
abusados sexualmente por el padre Maciel, pero el asunto se tornó escándalo
cuando fue tomado por el entonces recientemente nacido Canal 40 de Javier
Moreno Valle: un equipo de periodistas encabezado por Ciro Gómez Leyva
entrevistó a los seminaristas y al aire denunciaron los abusos del padre
Maciel.
Dos importantes empresarios de Monterrey movieron todas sus
influencias para evitar la transmisión del programa y decretaron un fuerte
boicot publicitario contra Canal 40: Lorenzo Servitje del Grupo Bimbo y Alfonso
Romo entonces dueño de tabacaleras y en la bolsa de valores, sin lograr que el
programa de televisión fuera censurado.
Canal 40 recibió llamadas de dos importantísimos
funcionarios del gobierno de Zedillo: el secretario de Comunicaciones y el
secretario particular de la presidencia. Asimismo, presionaron otros
empresarios de Monterrey y hasta el rector de la Universidad Iberoamericana. El
programa finalmente salió a la luz, el padre Maciel quedó exhibido como un
abusador sexual, el papa Juan Pablo II tuvo que ocultarlo de cualquier
inquisición de la iglesia, murió en 2008 sin ningún castigo terrenal y Canal 40
fue boicoteado sin publicidad por orden de Servitje y Romo.
La fuerza de Maciel se sostuvo por sus relaciones con el
Vaticano. Quedó en el ambiente el dato de que uno de los cardenales in péctore
del papa Juan Pablo II habría sido justamente el padre Maciel por el papel de
los Legionarios de Cristo y el Opus Dei en la estructura de poder del Vaticano.
De acuerdo con datos de La Jornada, Monterrey era la principal
plaza del padre Maciel y sus Legionarios de Cristo, al grado de que se hablaba
de recolecciones de más de 100 millones de pesos anuales de limosnas de ricos
comprando indulgencias.
De los principales nombres de empresarios en aquel entonces
sobresalió el de Alfonso Romo por su papel en la oligarquía empresarial y su
vinculación con los medios por su patrocinio a importantes periodistas y
algunos periódicos. Romo no fue miembro del Grupo de los Diez empresarios más
fuertes de Monterrey, pero estuvo fuertemente vinculado a ellos.
Romo paulatinamente se fue metiendo a la política, se
vinculó al presidente Carlos Salinas de Gortari como “hijo adoptivo” de
Monterrey por su lugar familiar en Agualeguas y recibió beneficios en la
privatización salinista de empresas publicas.
Ahora Romo es la vinculación de López Obrador con los
grandes empresarios del Consejo Mexicano de Negocios, al grado de ser el
responsable del entendimiento entre esos empresarios y el presidente electo.
Las fotografías de López Obrador conviviendo con sonrisas, abrazos y elogios
mutuos con los ricos del CMN es producto de las relaciones de Romo y sus
compromisos para favorecerlos en el próximo gobierno.
Pero Romo también es el contacto de López Obrador con la
iglesia católica conservadora, porque el Opus Dei y los Legionarios de Cristo
siguen siendo un grupo de poder dentro del Vaticano, su plaza continúa en
Monterrey y por los lazos de Romo con el padre Maciel que lo llevaron a la
censura al 40.
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