Adicción a las redes sociales


El hecho de enfrentarse ante una realidad diferente a la que viven y tener en su poder la posibilidad de crearse una identidad nueva, hace que los índices de adrenalina se disparen frente al ordenador o teléfono móvil, aunque también puede suceder que simplemente se utilice para abstraerse de la cotidianidad o como forma de continuar conectado con los amigos y reafirmar su identidad ante el grupo, en el caso de los adolescentes principalmente. En el momento en que su uso interfiera en la vida normal de manera clara, debemos comenzar a preocuparnos.
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ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES
En el bachillerato estas redes eran poco conocidas, los chats eran en las computadoras, no en los celulares como hoy. Siempre tuve miedo de hablarle a las personas que me gustaban, era un adolescente bastante retraído, incapaz de insinuarle siquiera a alguien que me gustaba por miedo sobre todo al rechazo. La sensación de ser “feo”me acompañaba a cada momento, quería tener la voz gruesa como otros amigos, a pesar de que bailaba muy bien y llamaba mucho la atención no podía relacionarme bien con otras personas. Todas las tardes al salir de la escuela, iba a los cybers a chatear en busca de gente que me gustara, y había infinidad de prospectos, pero nunca  pude asistir a una cita con alguien por temor a que se decepcionara al verme en persona; se volvió un círculo vicioso, ya que era buscar con emoción, encontrar gente atractiva, no asistir a las citas, y deprimirme mucho, y al día siguiente era lo mismo. Con el paso del tiempo descubrí otras páginas, en las cuales encontraba gente de otras partes del mundo causándome mucha emoción, pasaba horas platicando de mi vida personal (muchas veces inventando cosas), sobre cómo era mi país, etc., en transcurso de mi casa y escuela no platicaba con nadie. Con la llegada de los celulares táctiles todo fue más adictivo para mí, descargar aplicaciones para hacer amigos y citas ya era lo más común, pero el fin para mí era el mismo: olvidarme de la incapacidad que tenía para relacionarme con los demás. En todos lados era perder el tiempo viendo las “novedades” que se publican, posponer tareas y responsabilidades domésticas, retrasar mi trabajo. Recuerdo mucho que al ser despedido de un empleo, lo primero que hice fue buscar citas por internet buscando compañía y de ser posible sexo con gente desconocida (sin conseguirlo por cierto por mi complejo de ser feo), en vez de acercarme a mi familia para contarles lo que me estaba pasando y buscar una solución a lo que estaba viviendo. Después de muchos años me atreví a salir con algunas de las personas con quienes chateaba, pero veía que se me dificultaba tener un tema de conversación o incluso saludar de mano porque sudaba demasiado; el nerviosismo no cesaba sobre todo porque yo no era como muchas de las personas que aparecen en esas redes, con cuerpos de gimnasio, con un automóvil del año que presumir, un trabajo ejecutivo de prestigio, o con parejas “a su mismo nivel”, me causaba una tristeza constante. Creía que yo no era suficiente para nadie de las personas que conocía en esos sitios. La obsesión por estar conectado en todo momento, aunque ni siquiera conseguía mi objetivo, hacía que ya no saliera de la casa por el Wi Fi, perdía días enteros sin hacer nada, venía después mucha culpa y la promesa a mí mismo de que el día de mañana sería diferente, que todo sería actividad y resolver mis pendientes, pero era lo mismo.
Realmente mi familia se empezó a preocupar por mí al ver ese estado de ánimo tan bajo y que no tenía amigos, pareja o una relación familiar sana. Un amigo me habló del Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos y de cómo podría ayudarme con algunos complejos que él veía en mí; por curiosidad asistí, y fue muy grato escuchar experiencias parecidas a la mía y que las estaban superando. El día de hoy uso mucho menos el celular y la computadora, la distracción en mis responsabilidades ha sido muchísimo menor, y lo más importante, he podido mejorar mis relaciones interpersonales reales, dejando a un lado esa falsa idea de ser feliz siendo aceptado y admirado en las redes sociales.
Anónimo

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