Carlos Ramírez.-
Por más que se hacen cuentas y cruce de biografías
políticas, los tres grupos que han salido a disputar la XXII asamblea nacional
del PRI carecen de alguna propuesta de candidato presidencial serio y lo que
buscan es solo su cuota alícuota de poder.
Por tanto, la XXII no se parecerá a la XVII en que los
priístas le quitaron al presidente Ernesto Zedillo el control del PRI para
operar la candidatura presidencial del 2000. Zedillo quería a los tecnócratas
Guillermo Ortiz Martínez o Angel Gurría Treviño, pero los priístas metieron en
los estatutos la exigencia de un cargo de elección popular y dejaron fuera a
los zedillistas.
Los críticos de hoy no son como los disidentes del pasado:
Alianza Generacional quedó subordinado a la pre-precandidatura presidencial de
Ivonne Ortega Pacheco, una priísta beneficiaria de los dedazos y sin biografía
de poder; la corriente Democracia Interna liderada por el exgobernador de
Oaxaca, Ulises Ruiz, es deficitaria en alguna personalidad con fuerza; y el
Grupo Alternativa tiene sólo al veterano César Augusto Santiago.
Los tres grupos disidentes parecen ignorar la historia
política del PRI: de 1917 a 1952, cada elección presidencial colocó a un
candidato disidente del grupo revolucionario, pero todos perdieron; en las
candidaturas del PNR-PRM-PRI sólo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano cimbró y
dividió al PRI, pero no lo desfondó.
Más que los tres grupos priístas de reciente creación, en el
PRI están monitoreando la posibilidad de que muchos priístas se sumen a Morena
por el anzuelo de espacios de poder con López Obrador. El sobreviviente
zedillismo priísta se ocultó después del 2000 y hace unas semanas ya se
incorporó al entorno de López Obrador en Morena.
Los escasos liderazgos de Ortega, Ruiz y Santiago no
garantizan posiciones de poder para sus seguidores y en el PRI han comenzado a
operar los mecanismos de enfriamiento de aspirantes. La instrucción oficial es
la de no confrontar a los tres grupos, pero tampoco dejarles todo el terreno
mediático. La apuesta de la dirigencia peñista del PRI radica en la
centralización de las candidaturas en Los Pinos y no en el PRI.
La falta de un Cárdenas en los tres grupos críticos --no
llegan a disidentes-- estaría limitando sus posibilidades, aunque su aparición
encontró un espacio en medios anti sistema y anti PRI. Pero tampoco esos
espacios alcanzan para llevar a un verdadero debate como el de la XII asamblea
de 1987 que echó a Cárdenas del PRI y entronizó a Salinas y el neoliberalismo
salinista como modelo de nación, ni para revivir la XVII de 1996 fue conducida
por el salinista Santiago Oñate Laborde y que le puso candados a los candidatos
zedillistas.
La XIV asamblea de 1990 exhibió a Luis Donaldo Colosio como
la pieza política del neoliberalismo salinista y las bases se alebrestaron para
darle más juego a la militancia, pero al final no les alcanzó para que los
priistas le quitaran el PRI a Salinas con el discurso del 6 de marzo del ya
candidato Colosio y el sustituto Zedillo redefinió el dedazo presidencial de
Salinas como el candidato que realmente le garantizó la continuidad del modelo
neoliberal. Además, Colosio fue la clave de Salinas para borrar la Revolución
Mexicana de los documentos del PRI.
El verdadero riesgo de pérdida de militantes del PRI está en
López Obrador, no en grupos menores que buscan su cuota de poder.
Política para dummies: La política es la sensibilidad para identificar a los adversarios reales dentro de un mismo grupo.
Sólo para sus ojos:
- La posibilidad del procurador general Raúl Cervantes de llegar a ser fiscal de la nación dependerá de su capacidad de iniciativa para profundizar en la persecución penal contra los exgobernadores priístas Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge. Hasta ahora la presión estatal dio cuenta del veracruzano y del quintanarroense y puso al chihuahuense en el umbral de la cárcel. Pero el procurador Cervantes parece verse más como priista que como luchador contra la corrupción. Con esta percepción, Cervantes sería una tapadera del PRI en los próximos años.
- El fracaso de la Secretaría de Relaciones Exteriores en el caso Venezuela en la OEA fue la novatada del canciller Luis Videgaray porque no pudo amarrar los tres votos que le faltaban. El problema es que Venezuela es más un asunto de Washington que de México porque tiene todo el tinte de una agenda del PAN.
- Dicen que el INE sí podría quitarle Coahuila al PAN; si se atreve a ser independiente, claro.
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