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Opinion-es por Daniel Dalhaus

“El populismo es el camino de la autodestrucción de la democracia”. Mario Vargas Llosa

            
Si bien es cierto que en Democracia la elección de la mayoría impera sobre una minoría, pues, “en teoría” el sentir de los primeros impera sobre los segundos. Un fenómeno presente en comicios, es aquel donde las voces se unifican en una que defienda el sentir colectivo que por años se encuentra enclaustrado y que encuentra oportuno eco en el periodo electoral, donde los candidatos adoptan esta bandera de empatía Política con la sociedad.
            Y es que víctimas de este paternalismo histórico que arrastramos, encontramos en los candidatos una potencial solución a los problemas que como individuos no manifestamos –el ejercicio de ciudadanía- que es de donde se nutre el populismo motivado este por un voto.
 ¿Qué si el ejercicio del voto es la máxima cristalización de los derechos políticos-electorales? ¡Bah! Será así cuando, como decía Platón en sus Diálogos: “…un hombre sólo puede pensar en la ascensión a la virtud mientras tenga satisfechas sus necesidades básicas.” que en nuestro Estado está bastante alejado de la realidad pues el ejercicio del sufragio mayoritariamente no es motivado por un acto de conciencia sino de hambre y que por otra parte como decía Rene Descartes en el político y el científico: “…La clase Política no se limite a gobernar para la voraz clase Burguesa…”.
            Este argumento es el porqué del título de la columna –cómplice lector-, pues hoy en día para legitimarse hay que hacer uso del valioso populismo para apaciguar todas las causas insatisfechas, así como las banderas caídas que encuentran plataforma en el alentador discurso que promete impulsarlas. Ejemplos de estos escenarios, hago alusión a nivel País, donde la prometedora transición dejo mucho que desear pues se entendió que al igual que en Oaxaca la idea de legitimarse en el poder con la intención primordial de eliminar al “villano” de la historia Política,  paso de ser una desgracia ajena para convertirse en propia –lo cual no esperaban- y es que el espíritu de las coaliciones debe ser; legitimarse en el poder con una causa en común, ¿pero cuando se ha visto que el agua y el aceite se mezclen? Ni se verá ¡Ah qué caras, ingobernables y dañinas han salido las coaliciones!

            Pienso, siento y creo que ya hemos vivido las consecuencias de la prometedora transición Nacional y vivimos la terrible realidad de la alternancia Estatal, para detonar el potencial con el que cuenta Oaxaca debe contemplarse la bondadosa distribución geográfica de cada una de las ocho regiones del Estado para asi,  retomar la vocación económica de ellas, de la mano de un plan de acción gubernamental sensato donde los ejecutores de este sean actores políticos profesionales, éticos y morales dejando atrás la herramienta sofistas del populismo y valiéndose de la Política como una herramienta de construcción. A menos en esta ocasión esta es mi reflexión. 

@DanielDahlhaus