Pablo Hiriart
Un abrazo amistoso y solidario a Héctor de Mauleón, amenazado
por lo que escribe.
Los árbitros mexicanos han realizado una formidable defensa
del principio de autoridad, diluido desde hace muchos años en el país. Hay que
agradecérselos.
Cansados de que se les insulte sin consecuencias, y ahora uno
de ellos recibió un cabezazo de parte de un futbolista, se fueron a la huelga
el fin de semana con la exigencia de que se les respete.
Al árbitro se le respeta. Se le puede discutir, reclamar o
contradecir, pero sin insultos ni mucho menos con coacción física.

No pueden siquiera defenderse de agresores que les avientan
botellas con gasolina, los golpean, los escupen y les golpean con fierros en
los pies porque ahí no tienen la protección de sus escudos.
Hace muchos años (¿1996? ¿1997?), en una manifestación de
maestros en el centro de la Ciudad de México, éstos agredieron a los policías
con palos y piedras, y un uniformado le dio una cachetada a un manifestante.
¿Qué pasó? Pasó que fue destituido el director de la policía
capitalina, David Garay Maldonado.
A partir de ahí se perdió el principio de autoridad y los
manifestantes, en nombre de causas políticas, agreden, insultan y atropellan a
los policías, que son los representantes de la sociedad.
Los miembros del SME atacan a trabajadores de la CFE sin que
les pase nada, porque la autoridad está diluida. No se vayan a enojar más.
En las carreteras roban y queman camiones, que son propiedad
privada, y no pasa nada. ¿Dónde está la autoridad?
Y cuando actúa se les viene Derechos Humanos encima, lo mismo
que la prensa afín a esos movimientos violentos. ¿Resultado? Libres los
vándalos y castigados los policías que intentaron hacer algo para evitar un
bloqueo, un robo o una agresión.
Si no nos gusta el árbitro, hay que preparar a otros y cambiarlos.
Si no nos gustan las reglas, se discuten en el lugar indicado
y se ajustan o se cambian.
Pero mientras haya árbitro y reglas, se respetan.
Extraordinario lo que han hechos los árbitros mexicanos.
Exigen respeto a la autoridad. Si no va a ser así, ¿para qué les dan un silbato
y tarjetas?
En las dos últimas elecciones presidenciales hemos tenido las
peores ofensas, presiones e insultos a los árbitros electorales, y los
agresores siguen en el campo de juego sin haber recibido jamás una
amonestación.
Ni una sola, después de rodear el IFE, bloquearlo, acusar a
los árbitros electorales de vendidos, corruptos y mafiosos.
Eso no puede seguir. Se necesita devolver la vigencia al
principio de autoridad.
Los árbitros mexicanos no transigieron con la benevolencia
hacia el futbolista de un equipo (puede ser América, Cruz Azul o Chivas, para
el caso da igual), y exigieron que se le aplique el reglamento, es decir, la
ley.
Así tiene que ser con los que roban camiones, los incendian,
y se los avientan a la policía en una carretera.
O con los que insultan y presionan físicamente (cercar una
institución es amago de violencia) a los árbitros electorales.
Sí, hay que devolver autoridad a la autoridad.
¿No nos gusta esa autoridad? Se cambia. Lo mismo que la ley.
Pero mientras estén ahí se les respeta.
Ese es el gran mensaje de los árbitros que no pitaron el fin
de semana. Ejemplar.