Manuel J. Molano | @MJMolanoMax Kaiser | @MaxKaiser75
La idea de que un Estado de
derecho débil explica en buena medida la pobreza y el subdesarrollo se ha
convertido en motor del movimiento social que pretende construir instituciones
que ataquen la corrupción, la impunidad y mejoren la seguridad en las
comunidades. Es decir, combatir la corrupción no es sólo una causa que tiene
que ver con la justicia, sino también con el desarrollo de un país.
La razón es muy simple: la
corrupción y la ausencia de Estado de derecho pesan de manera mucho más radical
sobre los ciudadanos más pobres.
En un país como México, las
personas de los sectores socioeconómicos menos privilegiados carecen de los
recursos económicos, sociales, académicos o estructurales para suplir las
carencias de un Estado de derecho débil. Para estas personas es imposible pagar
por los bienes o servicios que el Gobierno debería proveer, como la seguridad,
la justicia, el resguardo de su patrimonio o el debido ejercicio de sus
derechos. No pueden pagar con recursos propios estos bienes o servicios, ni
tienen mecanismos alternos para conseguirlos, y por eso sufren en mayor medida
su ausencia.
Se requiere de un Estado de
derecho fuerte para que haya justicia y para que la gente viva con mejores
condiciones y oportunidades. La corrupción es la enfermedad más corrosiva del Estado
de derecho porque socava una de sus premisas fundamentales: que nadie está por
encima de la ley.
La corrupción es
precisamente la capacidad que tienen algunos de promover intereses privados
utilizando el poder público. Es decir, el corrupto puede comprar o vender
aquello que debería ser utilizado para el bien de todos. Esta capacidad es
desigual por naturaleza, porque aumenta con el tamaño del poder económico,
social o político. Afecta la capacidad del Estado para proveer bienes y
servicios de todo tipo, cosa que resienten en mayor medida quienes dependen más
de estos servicios.
Quienes dependen de los
programas sociales, infraestructura, salud, educación o vivienda que provee el
Estado son los afectados directos por la corrupción que destruye la capacidad
del Gobierno para proveerlos adecuadamente.
En el prefacio de la
Convención de Naciones Unidas Contra la Corrupción, adoptada en la onu en 2003,
se dice:
Este fenómeno maligno se da
en todos los países —grandes y pequeños, ricos y pobres— pero sus efectos son
especialmente devastadores en el mundo en desarrollo. La corrupción afecta
infinitamente más a los pobres porque desvía los fondos destinados al
desarrollo, socava la capacidad de los gobiernos de ofrecer servicios básicos,
alimenta la desigualdad y la injusticia y desalienta la inversión y las ayudas
extranjeras. La corrupción es un factor clave del bajo rendimiento y un
obstáculo muy importante para el alivio de la pobreza y el desarrollo.
Existe en el mundo una clara
correlación entre naciones con instituciones sólidas y altos niveles de
desarrollo social y económico, y naciones con instituciones débiles y bajos
niveles de desarrollo.
Este texto intenta resolver
si la correlación entre Estado de derecho débil y pobreza se mantiene a nivel
de los estados mexicanos. No es una tarea sencilla, toda vez que existen
múltiples indicadores objetivos sobre pobreza y subdesarrollo, pero no hay
muchos datos objetivos sobre la fortaleza o debilidad del Estado de derecho.
Sin embargo, es una pregunta que vale la pena porque quizá la lucha para abatir
la pobreza en México implica también la lucha contra la corrupción.
¿Qué dicen los datos?
El Índice de Competitividad
Estatal 2016 del Imco contiene 19 variables en su subíndice “Sociedad
incluyente, preparada y sana”, las cuales miden diversos desenlaces sociales en
términos de inclusión, educación y salud. También tiene dos variables en su subíndice
“Sistema político estable y funcional”, relacionadas a la percepción de
corrupción en los estados, y nueve variables relativas al Estado de derecho en
el subíndice que lleva ese nombre.
Con datos anuales y
solamente para las 32 entidades es difícil establecer relaciones de causalidad;
sin embargo, sí podemos encontrar algunas correlaciones simples que nos podrían
decir si las variables de pobreza explican las variables de Estado de derecho y
corrupción, y viceversa.
Los hallazgos se resumen a
continuación. En la Tabla 2 tenemos las correlaciones simples entre las
variables de Estado de derecho y pobreza.
No hay correlaciones
cruzadas entre las variables del subíndice social y los de corrupción y Estado
de derecho. Entre corrupción y Estado de derecho sí parece haber muchas
correlaciones interesantes.
Sin embargo, hay algunos
hallazgos importantes. La competencia en servicios notariales, que hace
desiguales a los mexicanos, está correlacionada con percepción de corrupción en
partidos políticos. Es decir, cuando un mexicano de cualquier estado se siente
más inseguro, también aumenta su percepción de que quien debe protegerlo es
corrupto.
Asimismo, la percepción de
inseguridad y de corrupción en el estado parece ir de la mano. Mientras mayor
la percepción de seguridad, menor el índice de suicidios. La diferencia en
informalidad laboral entre hombres y mujeres, que viola los principios de
igualdad ante la ley de las personas, incide negativamente en pobreza y en el
acceso a instituciones de salud. La falta de servicios públicos, como
alcantarillado y acceso a instituciones de salud, está altamente correlacionada
con la pobreza. Estos servicios vitales para la supervivencia y el desarrollo
de las familias en situación de pobreza son los que se ven directamente
afectados por las prácticas de corrupción que convierten recursos públicos en
negocios privados.
Conclusiones
La intuición de que un Estado de derecho débil
hace más difícil la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo puede estar
sustentada en los hechos; sin embargo, necesitamos muchos más datos sobre la
calidad de las instituciones jurídicas y su eficacia para conocer la causalidad
y la potencia de la relación entre un componente y otro.
Lo que sí se puede afirmar
es que la simple posibilidad de que la pobreza y el subdesarrollo tengan una
explicación en las condiciones del Estado de derecho es suficiente para
trabajar en el rediseño y estructura de las instituciones de combate a la
corrupción, justicia y seguridad en México. Es momento de entender que la
atención de los problemas más graves de nuestro país no puede verse de manera
aislada, sino como un conjunto de políticas de Estado transversales que ponen
en el centro al individuo y su bienestar general.
IMCO propone
Quizás este análisis no permita
conocer si la debilidad del Estado de derecho provoca pobreza y subdesarrollo,
o si por el contrario, es la incidencia de estas dos la que hace más difícil la
construcción de instituciones. Sin embargo, es difícil que regiones rezagadas y
pobres se levanten del subdesarrollo sin instituciones del Estado que otorguen
los derechos más elementales a las personas: a la vida, a la libertad, a la
propiedad.
Las propuestas del Imco para
fortalecer el Estado de derecho y a la vez tener efectos benéficos en la población
más desfavorecida son:
1. No solamente hay que
atender con dinero e infraestructura el desarrollo de las zonas más pobres. Es
fundamental que el Estado esté presente en ellas construyendo instituciones y
garantizando la vida, la libertad y el patrimonio de las personas.
2. La seguridad y
tranquilidad de las familias es una precondición para que éstas incrementen su
patrimonio y calidad de vida. Por eso es indispensable definir claramente la
responsabilidad de cada orden de gobierno en el tema de la seguridad, para
crear un verdadero sistema de coordinación que combata eficazmente el crimen.
3. Una manera de combatir la
pobreza y desigualdad es luchar contra la corrupción, inseguridad, injusticia y
ausencia del Estado. Estos fenómenos lastiman de manera desproporcionada a los
mexicanos más pobres.
Publicado por Este País
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