El Club Barcelona de Futbol, fue humillado en París. Anoche fue un cartel, o si se quiere un póster
pasado de moda, arrancado por un sensacional PSG. No hubo noticias siquiera de
Messi. Tampoco compitió, como se espera siempre de un equipo de Luis Enrique,
desbordado también por Emery. Ayer perdió incluso la condición de superviviente
porque el remonte se adivina ahora mismo imposible en el Camp Nou. No se veía
nada igual desde los cuatro goles que le endosó el Bayern en 2013.
El desplome azulgrana fue
rotundo, individual y colectivamente, física y tácticamente, incapaz de decir
ni pío ante la tunda que le cayó encima en los distintos pasajes que tuvo el
partido de París, muy bien diseñado por Emery. La riqueza futbolística del PSG
contrastó con la inercia del Barça. Los azulgrana han perdido el tiempo,
embelesados con sus tres delanteros, como si nada malo les pudiera pasar en la
vida, y menos en Europa.
La inercia va camino de
matar al Barça. Hacía muchas jornadas que pasaba el rato en la Liga y, por si
acaso, como si quisiera tener un salvoconducto hasta final de temporada, se
esforzó mucho en la Copa. El entrenador ha rotado a medios y a defensas para tener
a punto en el momento decisivo al equipo titular, sobre el que no había más
duda que la del volante derecho, una plaza hoy ocupada por André Gomes,
preferido ante Rakitic por Luis Enrique. Había la sensación de que el día que
se juntaran Piqué, Busquets, Iniesta, Messi, Neymar y Luis Suárez, el Barça
recuperaría su memoria, su estilo y su fútbol, su condición de aspirante a
ganar la Liga de Campeones. El Parque de los Príncipes parecía el escenario
ideal para la reaparición del mejor Barça. Falsa expectativa.
Los azulgrana fueron un
equipo inanimado porque a los mejores también se les ha olvidado jugar al
fútbol, igual que a los suplentes, mientras los nuevos todavía no han
aprendido, como André Gomes. Nadie visualizó mejor los síntomas de desfallecimiento
del Barça que Emery, cansado de ser víctima de la misma película azulgrana,
harto de perder, ávido de revancha, ahora más que nunca, porque el marco era la
Champions.
El técnico sabía que la
suerte del PSG pasaba por atacar de salida al Barcelona con dos futbolistas en
plena forma como Di María y Draxler. La mejor versión del equipo francés ha
llegado con el fichaje del alemán y la recuperación del argentino, el Fideo del
Real Madrid.
El fútbol sutil y entre
líneas de Di María y las potentes llegadas de Matuidi desmontaron al Barça, muy
abierto y diseminado en la cancha por el ambicioso despliegue del PSG. Atacaba
por los costados, la presión era muy alta y sus futbolistas se expresaban con
tanta determinación como alegría, igual de confiados que si estuvieran los
ausentes Thiago Silva y Motta. Rabiot personificaba la agresividad desde el
pivote mientras Di María percutía de manera reiterada a la espalda de Busquets.
No encontraba su sitio el mediocentro azulgrana, Neymar se dolía de un tobillo
y no tenía respiro Ter Stegen. A nadie le extrañó que marcara Di María en un
libre directo después de que el portero rechazara con el brazo derecho un tiro
de Matuidi.
El gol pareció tener un
efecto sedante sobre el PSG y despabiló cinco minutos al Barça. A favor de
marcador, Emery cambió de guion y su equipo pasó de atacar a contragolpear, de
manera que el balón pasó a pies azulgrana y, especialmente de Neymar. Las
aceleraciones del brasileño metieron a su equipo en el encuentro después de un
rato extraviado, sin salida ni profundidad, martirizado Busquets y los
centrales por los volantes de Emery. André Gomes, sin embargo, no acertó a
rematar el balón de gol que le puso Neymar y el partido viró hacia un
intercambio de golpes del que también salió ganador el PSG. Messi perdió la
pelota en una zona de riesgo y la transición de Verratti la culminó
perfectamente Draxler.
Ni con el descanso de por
medio se dio por enterado el Barça. No reaccionaron los futbolistas ni encontró
soluciones con los cambios Luis Enrique. Las ocasiones y los goles cayeron sin
remisión en el marco de Ter Stegen. La contienda, y seguramente la
eliminatoria, quedaron resumidas en dos imágenes: el joven Kimpembe le quitó el
balón con un soplido a Messi y Cavani celebró su 30 cumpleaños con el 4-0
después que Di María firmara también el 3-0. A la excelente actuación coral del
PSG le faltaba el gol de su estrella, Cavani. Así culminaba el plan perfecto de
Emery, siempre ganador: al inicio, en el intermedio y al final, redimido
incluso por un tiro al poste de Umtiti.
Nunca había sufrido una derrota tan humillante y vergonzante el Barça de
Luis Enrique. La imagen azulgrana fue ayer de punto final a la espera de la
vuelta en el Camp Nou. El currículum del equipo invita a aguardar al Camp Nou
de la misma manera que su función de en París es la propia de un Réquiem.
Con información de El País
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