Carlos Ramírez
El reclamo en modo de berrinche reciclado de Marcelo
Ebrard Casaubón contra el presidente López Obrador, la precandidata Claudia
Sheinbaum Pardo, Morena y quien se le ponga enfrente tiene puntos referenciales
fundamentales para entender de que se está hablando:
1.- En todas las encuestas de empresas que se jugarían su
existencia en cualquier intento de fraude, Ebrard ha marchado desde el
principio en segundo lugar.
2.- Cuando López Obrador inició el proceso sucesorio el
Morena, Ebrard y todos los aspirantes aceptaron las reglas del juego, sobre
todo al presidente de la República como el motor dinamizador del formato.
3.- Ebrard está repitiendo el berrinche de Manuel Camacho
de noviembre de 1993 a marzo de 1994, pero utilizando el espacio político del
régimen morenista. Camacho pactó con Colosio la Secretaría de Gobernación para
la reforma democrática, pero con el costo de que Colosio rompió con Salinas de
Gortari y pasó lo que pasó.
4.- Ebrard aceptó el modelo de las encuestas, pero con
las evidencias de que ninguna le daba la posibilidad del triunfo ni se jugaría
su credibilidad con una decisión de ensuciar ese mecanismo.
5.- El tono de la queja del miércoles de Ebrard en
realidad no fue contra Claudia Sheinbaum Pardo, sino contra el presidente López
Obrador, dejando entrever, con el recordatorio de 2011, de que habría un
supuesto pacto para que el tabasqueño le heredará la presidencia a Ebrard. En
1993 se supo que Camacho había pactado con Salinas todo el apoyo, a condición
de que Salinas le heredará la presidencia a Camacho. En esa sucesión apareció
Colosio y en la actual Sheinbaum coparon los supuestos compromisos
presidenciales sucesorios.
6.- Al enarbolar desde la pureza política denuncias
contra prácticas poco éticas para conseguir votos por parte de Sheinbaum,
Ebrard sabía perfectamente de lo que estaba hablando: en 1991, el PRI
capitalino –Camacho y Ebrard– utilizó todo el poderío del salinismo autoritario
para arrasar electoralmente el DF y aplastar al PRD que había conquistado los
niveles políticos en 1988: fraudes, compra de votos, uso de mapaches
electorales y todo el poder de la Jefatura del DF de Camacho-Ebrard y la
incorporación de famosos operadores electorales dedicados a corromper votos.
7.- Si se recuerda, en 1991 Ebrard iba como primero en
lista plurinominal para la Asamblea Legislativa capitalina, pero el carro
completo impidió ese posicionamiento. Y no hay que olvidar que el PRI de
Camacho y Ebrard quiso aplicar un fraude al revés: que un priista perdiera su
victoria para la asamblea, a fin de que Ebrard pudiera entrar. Cuando esta
maniobra fue denunciada, Camacho, de manera personal y con visible enojo, dijo
a algunos comunicadores que Ebrard no iría a la Asamblea, aunque el fraude al
revés ya estaba en marcha.
8.- El Ebrard que aplastó al PRD en 1991 y 1994, luego
pasó por Verde y Convergencia para aterrizar en el PRD lopezobradorista, aunque
amnésico de su pasado antiperredista.
9.- El lenguaje agresivo y directo contra Sheinbaum e
insidioso contra López Obrador dejó en claro la salida inevitable de Ebrard de
Morena y del proceso sucesorio, pero sin modificar ni un punto la tendencia de
votos de las encuestas a favor de la exjefa de gobierno.
10.- El aspecto más importante que debe contextualizar la
ruptura de Ebrard está muy claro: el excanciller aceptó jugar con las reglas
del modelo de López Obrador, así como Camacho en 1993 había aceptado jugar con
las reglas del viejo régimen priista que encabezaba Salinas de Gortari: la
aceptación del voto de calidad del presidente de la República saliente –el
dedazo, en pocas palabras–, por lo que las quejas posteriores quedaban
invalidadas solo porque el dedo de oro –Guillermo Sheridan dixit— no los habían
convertido en agraciados ganadores.
11.- El escenario a corto plazo de Ebrard es incierto: el
PRIANREDE tiene su mecanismo en marcha y no puede sacarse de la chistera a
Ebrard como candidato, Movimiento Ciudadano está jugando en la cancha de su
propietario Dante Delgado Rannauro y de ninguna manera se prevé que de manera
sumisa lo ofrezcan en charola de plata a Ebrard la candidatura, el Verde y el
PT pueden entrar en colisión con Morena-AMLO, pero no harían a Ebrard su
candidato. Y hay poco tiempo para una candidatura independiente.
12.- Como Camacho en 1994, Ebrard solo tiene un camino:
pactar con Sheinbaum una posición burocrática, pero en el entendido de que la
exjefa de gobierno no es Colosio ni va a traicionar al presidente López
Obrador.
Ebrard, pues, quedó en el escenario de perder-perder.
Política para dummies: La política, hay que repetirlo, es
la lucha por el poder.
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