La jueza del máximo tribunal de México obtuvo en 2009 el grado de doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac con un trabajo de titulación en el que plagió 209 de las 456 páginas, según una investigación de EL PAÍS
A la izquierda, la tesis de
doctorado de la ministra Yasmín Esquivel Mossa contrastada con una página de
libro 'Los derechos fundamentales en México', del jurista Miguel Carbonell.
A la izquierda, la tesis de
doctorado de la ministra Yasmín Esquivel Mossa contrastada con una página de
libro 'Los derechos fundamentales en México', del jurista Miguel Carbonell.
ZEDRYK RAZI/BEATRIZ GUILLÉN
EL PAÍS
La ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) Yasmín Esquivel plagió la tesis con la que obtuvo en 2009 el grado de doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac, una escuela privada de México. EL PAÍS ha comprobado que 209 de las 456 páginas de su tesis Los derechos fundamentales en el sistema jurídico mexicano y su defensa se corresponden con trabajos publicados antes por otros 12 autores, entre los que hay un exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); un exministro español de Cultura y un expresidente del Tribunal Supremo de España; un expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como juristas mexicanos, italianos, españoles y alemanes. Dos de esos autores han confirmado el plagio a este periódico. Dos académicos mexicanos, que revisaron las pruebas a ciegas, sin saber que se correspondían con un trabajo de la ministra, también han considerado que se trata de un plagio. Otra tesis anterior de Esquivel, la de licenciatura del año 1987, está siendo analizada por la UNAM, que en un primer dictamen acreditó que se trataba de una “copia sustancial” del trabajo de titulación de otro estudiante presentado un año antes.
Tras ser consultada
insistentemente por este medio, la ministra respondió después de la publicación
de la investigación, este viernes y a través de su abogado, Alejandro Romano.
En una carta, el representante ha señalado que la “omisión” de citas a autores
originales en un trabajo de titulación es una “deficiencia” o “descuido”, pero
no plagio, más cuando se trata de autores reconocidos que son referidos
comúnmente por estudiantes y profesores de Derecho. “Si una institución
universitaria validó un trabajo de investigación, y consideró que cumplía con
los estándares para ser aceptado, y servir de documento base para examinar las
capacidades profesionales de la persona investigadora, la posible existencia de
omisiones en las citas de autores, o de errores en su redacción, solo tienen
ese significado —el de deficiencias o descuidos—, pero jamás una forma de
plagio, porque técnicamente esta figura jurídica implica la publicación de una
obra completa a nombre de otro”, dice la carta. El director de la tesis de
doctorado de la ministra, José Antonio Núñez Ochoa, ha declinado hacer
comentarios.
Los autores cuyo trabajo fue tomado por Esquivel sin citar sí lo consideran plagio. “En el caso de mi capítulo, lo he reconocido inmediatamente, es una reproducción textual, literal, de páginas y páginas. Ella no pone comillas, por lo tanto es un plagio de libro, lo que ha hecho es un corta y pega. Es evidente que lo que ha hecho es copiar directamente. Lo he visto enseguida. No es una cuestión sutil. Lo ha hecho de una manera muy burda”, afirma a EL PAÍS por teléfono José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura y Deporte del Gobierno de España de 2020 a 2021 y hoy embajador ante la UNESCO, de quien Esquivel tomó, sin citar, su texto “Rousseau y los derechos humanos”, publicado en Historia de los derechos fundamentales (Dykinson, 1998), una monumental obra de siete tomos escrita en conjunto con otros autores que también fueron plagiados.
El jurista e investigador mexicano Miguel Carbonell ha confirmado que la ministra Esquivel también copió varias páginas de su libro Los derechos fundamentales en México (UNAM, 2004), para el que se preparó 15 años y a cuya escritura dedicó tres. “Es plagio. Si entendemos por plagio el publicar con tu nombre un texto que tú no redactaste de manera original, es plagio. No hay otra manera de definirlo. Y ahí hay un aprovechamiento tanto del texto principal, que involucró un esfuerzo que yo hice al redactarlo, como de las fuentes que yo revisé para que nutrieran mi propio texto. Me parece un doble plagio, por el aprovechamiento de fuentes que no se revisaron de manera personal y que corresponden a un esfuerzo ajeno, un esfuerzo que me implicó tiempo, revisar acervos bibliográficos de otros países, dinero para sacar copias de los artículos, y que alguien llegue y se aproveche de esto, me parece que no hay otra manera de calificarlo”, ha afirmado.
Tanto Rodríguez Uribes como Carbonell ignoraban que la tesis era de Esquivel al momento de revisar los apartados donde sus textos fueron transcritos, para que sus opiniones fuesen imparciales. Se les reveló que la ministra era la autora después de emitir sus valoraciones. Descontando el título, índice, agradecimientos y bibliografía, el plagio equivale al 46,5% de las páginas escritas en la tesis.
Un académico e investigador de la UNAM que ha dirigido 44 tesis de doctorado y maestría, y que prefiere de momento no ser citado, sostiene que para la fecha en que Esquivel presentó su tesis doctoral, en 2008, en la academia ya había una conciencia de la gravedad del plagio académico. “Una tesis de doctorado no puede tener estas fallas: no puedes tener casi un 50% de la totalidad que pertenece a otra autoría. Yo pensaría que esto es un plagio. Son demasiados problemas de citación. Demasiados elementos que te permiten mirar la falta de técnica y la mala fe, de que te quieres apropiar de otro trabajo”, considera.
Otro académico especializado
en Derecho y que ha asesorado 30 tesis, que también ha pedido omitir su nombre,
afirma que tras la revisión de la tesis identificó “patrones” de plagio. “Se
toman como suyos párrafos completos y consecutivos de los diferentes autores,
sin hacer referencia, sin que haya comillas, e incluso, las notas a pie de
página son las notas del texto original. E incluso el formato de las notas al
pie de página cambia de acuerdo con el libro [que se utilice]. Cuando el autor
hace análisis, no solamente se retoman: son textualmente los análisis del autor
original”, describe. “No se puede considerar un error de citación porque es un
patrón de utilización de ideas y párrafos completos de otros libros. Yo lo
consideraría un texto de plagio, no es un texto de autoría propia, no debería
poder ser evaluado”.
Estos dos académicos
pidieron omitir sus nombres por temor a represalias tras enterarse que la tesis
de doctorado que analizaron a ciegas había sido sustentada por la ministra. Uno
de ellos pidió que tampoco fuera identificada la universidad a la que está
adscrito.
Esquivel era magistrada en
el Tribunal Superior Agrario en el momento en que entregó su tesis de
doctorado, en 2008. Entre diciembre de ese año y enero de 2009 obtuvo el voto
aprobatorio de siete sinodales —todos ellos académicos de la Universidad Anáhuac—
que, según se observa en los argumentos de su voto, reconocieron la
originalidad del trabajo y sus aportes al campo del Derecho. Ni los sinodales
ni el asesor de la tesis doctoral, José Antonio Núñez Ochoa, se percataron del
plagio o no lo hicieron notar. Esquivel recibió en junio de 2009 el título de
posgrado, y en diciembre la Secretaría de Educación Pública (SEP) le expidió su
cédula profesional de doctora.
Los autores plagiados
Mediante el procesador de
coincidencias de textos Turnitin y un cotejamiento directo en acervos
bibliográficos, este periódico ha logrado establecer que la jueza tomó
extractos de la obra Derechos y garantías: la ley del más débil (Trotta, 1999),
de Luigi Ferrajoli, un prolífico jurista italiano de 82 años que ha escrito una
docena de libros; también de Los derechos fundamentales: apuntes de historia de
las constituciones (Trotta, 1996), de Maurizio Fiarovanti (1952-2022), un
investigador y académico también italiano; lo mismo del libro Los derechos del
hombre (Reus, 1969), del jurista español José Castán Tobeñas (1889-1969), que
fue presidente del Tribunal Supremo de su país; así como de los ensayos “El
concepto de derechos humanos” (IIDH, 1994) del académico venezolano Pedro
Nikken (1945-2019), expresidente de la Corte Interamericana de los Derechos
Humanos, y “Naturaleza legal de los derechos fundamentales” del jurista alemán
Rainer Arnold, incluido en el libro Los derechos en Europa, publicado por la
Universidad Nacional de Educación a Distancia de España en 1997.
Otros autores cuya obra fue
copiada son los juristas españoles Gregorio Peces-Barba Martínez (1938-2012)
—expresidente del Congreso y considerado uno de los padres de la Constitución
tras el franquismo—, Eusebio Fernández García (1952) y Antonio Enrique Pérez
Luño (1944), con quienes Rodríguez Uribes (1968) publicó Historia de los
derechos fundamentales. El exministro de Cultura de España ha constatado que
Esquivel también plagió el capítulo publicado en ese libro por su colega Pérez
Luño, titulado “El papel de Kant en la formación histórica de los derechos humanos”.
De Pérez Luño Esquivel
también copió el ensayo “Los fundamentos de los derechos humanos”, publicado en
1983 en la Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), que edita desde 1941 el
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales del Gobierno de España. “Cuando
una persona, a lo largo de muchas páginas, reproduce textualmente contenidos
publicados previamente por otras personas y no los entrecomilla,
atribuyéndoselos textualmente, como no cita a esos autores originales, está
plagiando”, afirma Rodríguez Uribes.
Además, Esquivel extrajo
capítulos de obras escritas por otros autores mexicanos, como Las garantías
individuales (Porrúa, 1944) y El juicio de amparo (Porrúa, 1943), del abogado
constitucionalista Ignacio Burgoa Orihuela (1918-2005), y de La Constitución de
Querétaro, tesis de licenciatura presentada en la UNAM en 1968 por Jorge
Carpizo MacGregor (1944-2012), un reconocido jurista y político que fue rector
de la misma universidad, fiscal general de México, presidente de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos y secretario de Gobernación.
Algunos capítulos y
subcapítulos de la tesis de Esquivel tienen el mismo nombre que eligieron los
autores originales. La copia incluyó las citas al pie que los autores
refirieron en sus obras. En algunos casos esas citas fueron tomadas por la
ministra y llevadas al apartado de Bibliografía de su tesis como si ella misma
las hubiera consultado de primera mano. Por ejemplo, un libro de Kant aparece
en alemán y un libro de Bobbio está en italiano, porque así los consultó Pérez
Luño en su capítulo publicado en Historia de los derechos fundamentales.
La transcripción de las
citas al pie es tan fiel que en una de ellas la ministra escribió: “El concepto
de ‘gobernado’ lo tratamos en nuestra obra Las garantías individuales, capítulo
segundo”, una anotación que hizo Burgoa Orihuela en El juicio de amparo. En
otra parte incluyó la acotación “N. del T.” (nota del traductor) proveniente
del libro de Fioravanti. En otra página transcribió: “Véase nuestro artículo
‘Derechos subjetivos’ en la Nueva Enciclopedia Jurídica, Barcelona, Seix, t.
VII”, una anotación que en realidad hizo Castán Tobeñas en referencia a una
obra publicada entre 1950 y 1965 (Esquivel nació en 1963).
La ministra reprodujo en su
tesis literalmente 37 páginas de Las garantías Individuales del prestigioso
constitucionalista Ignacio Burgoa. De este libro, cuya versión actualizada de
2001 es la que toma Esquivel, copia cuatro apartados —sin una sola cita al
autor— para su capítulo “Las garantías individuales y los derechos
fundamentales en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano”. Unas
páginas más adelante, en ese mismo tramo de la tesis, Esquivel sí nombra a
Burgoa, abre comillas y señala que ha utilizado la página 191 y 192 de ese
mismo libro. En realidad, había trasladado íntegramente de la 155 a la 195.
Algo similar hizo la jueza
en su apartado sobre el “Concepto formal de los derechos fundamentales”.
Comienza citando a Luigi Ferrajoli, cierra las comillas al final del párrafo y
prosigue con el mismo texto que publicó el autor italiano años antes. Aunque de
vez en cuando incorpora nociones de otros juristas —lo que rompe el esquema
exacto original—, plagia al italiano durante 33 páginas, en una de las copias
más extensas de la tesis. Ferrajoli, que revisó el trabajo en español,
considera que no hubo plagio, “sino la cita y discusión de una de mis ideas”.
El autor italiano no hace mención a que Esquivel transcribe las notas al pie y
citas textuales que él mismo puso, ni de las varias páginas que ella copia sin
citar su libro.
El libro de Carbonell sí fue
incluido por Esquivel en el apartado general de la Bibliografía de su tesis,
aunque nunca al pie de las 14 páginas en las que la ministra transcribió el
texto del abogado mexicano. Entrevistado por este periódico, Carbonell refiere
que para escribir Los derechos fundamentales en México —que califica como su
obra “cumbre”— él utilizó algunos libros y revistas que solo estaban
disponibles en acervos de España, donde él redactó.
Una de esas obras, el ensayo
“Una clasificación de los derechos humanos”, de Manuel Atienza, compilado en el
Anuario de Derechos Humanos y publicado en Madrid en 1986, figura en las
páginas copiadas por Esquivel y también en su bibliografía. “Esa revista es
imposible de conseguir. Si tú me dices: ‘consíguela aquí y ahora’, no se
consigue. Yo conseguí el texto en España. Yo lo tengo fotocopiado. Es un autor
español que yo traje a una publicación mexicana. O se refiere mi libro o yo veo
difícil que alguien haya tenido acceso a este autor”, resume Carbonell. El
jurista mexicano incluso hace notar cómo, en una de las páginas copiadas de su
obra, Esquivel transcribió este apunte suyo: “Otra cuestión de orden conceptual
tiene que ver con la denominación misma de ‘derechos fundamentales’ que se ha
elegido para el título de este libro”, cuando lo que ella estaba presentando no
era un libro sino una tesis.
La “mala fe”
En otros capítulos, sin
embargo, no hay ni una sola cita de las obras copiadas. Es el caso del ensayo
“Naturaleza legal de los derechos fundamentales” que la ministra toma del
jurista alemán Rainer Arnold. Ahí, según una revisión externa de una académica
relacionada con la publicación que prefiere no ser citada, “se repiten hasta
las comas”: “Son evidentemente iguales. Es presentar un trabajo a base de
cortar y pegar”, ha afirmado.
Tampoco hay rastro ni al pie
ni en bibliografía de las 22 páginas reproducidas casi textualmente de la obra
de Los derechos fundamentales: apuntes de historia de las constituciones de
Fiovaranti, ni de las cinco de Los derechos del hombre de José Castán Tobeñas,
ni de las 10 del texto de Rodríguez Uribes. Este autor, que también es miembro
de la dirigencia del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), señala que
Esquivel incluso copió, sin citarle, el término “rusoniano”, que él eligió en
lugar del habitual “rousseauniano” en un ejercicio de originalidad autoral.
Aunque se trata de un “detalle”, para el jurista español demuestra la magnitud
de la copia. “En mi tesis doctoral dudé, pero al final opté por esa palabra: yo
digo ‘rusoniano’. Y lo hago siguiendo a un profesor, José Rubio Carracedo, que
ya lo había hecho, y pensando en simplificar el lenguaje. Nunca he tenido claro
si yo hice bien eligiendo esa palabra o no, pero ella la utiliza sin citarme a
mí”, señala.
El académico de la UNAM
consultado afirma que en la tesis de Esquivel hay elementos “probatorios de
mala fe”, como haber copiado los pies de página a otro autor en 18 subcapítulos
o no haber citado los libros utilizados siquiera en la bibliografía general:
“Como sucede con la tesis La Constitución de Querétaro de Jorge Carpizo. Aquí
hubo tan mala intención que ni siquiera la puso”. El otro investigador señala
que en trabajo de Esquivel advierte algunos párrafos sueltos que sí son
originales, pero que funcionan como conectores para unir las partes plagiadas.
“Una tesis de doctorado es una investigación: debe contar con un problema,
establecer hipótesis, una metodología de análisis y luego un desarrollo. El
texto [de Esquivel] parece una obra monográfica que compila, no hay estructura
narrativa, no hay una pregunta de investigación que se trate de responder”,
dice.
Estas fallas no fueron
apreciadas por los sinodales que compusieron el jurado de Yasmín Esquivel.
David Jiménez González, exsenador, exmagistrado y hoy embajador en Honduras
apuntó: “Esta magnífica obra considera una minuciosa, profunda y responsable
investigación que le da un valor singular de carácter intelectual, lo que
siempre, por cierto, ha demostrado la maestra Esquivel Mossa”.
La catedrática Sara Pérez
Kasparian consideró que “el trabajo goza de la calidad requerida, es novedoso,
innovador y va a resultar útil como acervo bibliográfico”. Víctor Manzanilla
Schaffer, exgobernador priista de Yucatán, lo definió como “un libro de
consulta” y Luis Humberto Delgadillo Gutiérrez, exmagistrado del Tribunal
Federal de Justicia Administrativa, como “un análisis profundo sobre los
derechos fundamentales”. Además, componían el tribunal Eduardo Enrique Gómez García,
un militar que fue encargado del órgano que administra las prisiones federales,
y los catedráticos Carlos Cabrera Beck y Héctor Moreno Núñez.
El 21 de diciembre de 2022, tras los primeros señalamientos de plagio en su tesis de licenciatura en la UNAM, la ministra acudió en su defensa a su asesor de tesis doctoral, José Antonio Núñez Ochoa. Este le firmó una carta —que ella hizo pública en su cuenta de Twitter— en la que el profesor destacó que su trabajo de titulación de posgrado era “sobresaliente en la investigación, integración de cada uno de sus capítulos, referencias bibliográficas y cumplió con el estricto rigor académico” exigido por la Universidad Anáhuac.
Comparto el testimonio de mi director de tesis doctoral, el Dr. José Antonio Núñez Ochoa, Coordinador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac México y el acta firmada de mi examen doctoral. pic.twitter.com/Ge07yEsTqN
En las únicas declaraciones
que la ministra ha hecho tras el estallido del primer escándalo aseguró que no
iba a renunciar. “Tengo una carrera impecable, no tengo nada de que
avergonzarme”, señaló. Obtener el grado de doctora apuntaló la carrera judicial
de Esquivel. Tras recibir en 2009 el título y su cédula profesional expedida
por la SEP —documento oficial que la habilita como profesionista—, logró
ingresar al Tribunal de Justicia Administrativa de Ciudad de México, donde
comenzó una larga trayectoria, primero como magistrada de Sala Superior y luego
como presidenta, cargo que ejerció desde 2012 hasta 2019, cuando fue propuesta
por el presidente Andrés Manuel López Obrador como ministra de la Suprema Corte
de Justicia para un periodo de 15 años. Esquivel podrá estar en el Supremo
mexicano hasta 2034.