Gerardo Rivadeneira
La pandemia del Covid-19 llegó a México igual que el
terremoto de 2017. Sin avisarnos, rompiendo todo a su paso y cerrando negocios,
así nos tomó esta nueva enfermedad, que nos hizo cambiar a todos sí o sí.
Y uno de los sectores que más afectado resultó fue el
restaurantero. Cifras de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de
Alimentos Condimentados (Canirac) indican que 122 mil restaurantes cerraron sus
puertas.
Lo que se traduce en la pérdida de 450 mil empleos
directos de los 2.1 millones que mantenía antes del Covid. Ese fue el motivo
que obligó a los restauranteros a llegar a un acuerdo con las autoridades
capitalinas.
Desde el cacerolazo que dieron afuera del Antiguo Palacio
del Ayuntamiento, hasta llegar a un acuerdo con los aforos en exterior y en
interior, los empresarios se jugaban la vida para no perder sus fuentes de
trabajo.
Y resultó positivo. El programa Ciudad Al Aire Libre
donde permiten a los establecimientos operar 75 por ciento en exterior y 60 en
interior llegó como el antídoto más eficaz para la economía local.
Pero nunca falta el negrito en el arroz, ahora, un
diminuto grupo de personas de una de las zonas con mayor plusvalía de la
Ciudad, se está quejando de que los restauranteros operen en calles de la
capital. Bajo el nombre La Voz Polanco, esta organización que ya cambió su
nombre con anterioridad por denuncias de extorsión por parte de los negocios de
la zona, están exigiendo que sus calles se vean sin una sola persona comiendo.
El motivo, el más absurdo de todos, es que no hay lugares
para estacionar sus vehículos, dicen que hace que se vea mal la colonia y que
no pueden ni caminar por las calles.
Sin importarles la economía de la Ciudad, los integrantes
de La Voz Polanco quieren mantener su status quo y dejar libres “sus calles”
como si la calle de Virgilio fuera el mismo Central Park de la Miguel Hidalgo.
Incluso, hasta para hacer su protesta fueron clasistas, pues no aceptaron ayuda
de vecinos de las colonias Del Valle y Condesa.
Lo que no saben, es que todos y cada uno de los negocios
que están en calles ya fue revisado y avalado por el INVEA, la SSC, Salud y
hasta Protección Civil, autoridades que coinciden en que no están incumpliendo
con las normas establecidas en el programa Ciudad Al Aire Libre.
Notas y más notas han salido con el tema sólo dándole voz
a la organización, pero no cuentan que Giulliano Lopresti exfuncionario durante
el Gobierno de Felipe Calderón y dueño de los restaurantes Quebracho y que,
según la página de internet de La Voz Polanco es consejero, ha tenido
diferencias con la nueva dirigencia de la CANIRAC y además del toque
evidentemente político se estaría sumando una revancha personal.
Mientras tanto, el Gobierno capitalino les ha dado la
razón a los restaurantes porque claro, es más importante mantener los empleos y
la economía local que el status quo de la gente de abolengo.
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