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Matanza en África indigna Católicos

Cardenal Philippe Nakellentuba Ouédraogo, arzobispo de Uagadugú.

Varios sujetos armados no identificados perpetraron una matanza, aunque se da prioridad a la pista yihadista: al menos 160 civiles, incluidos alrededor de 20 niños, perdieron la vida en el noreste de Burkina Faso. La Iglesia local ha dado sus primeros testimonios e hizo un llamamiento al ayuno y la oración en la fiesta del Sagrado Corazón.

"No hemos visto una masacre de este tipo desde 2015, el país está en estado de shock". La nunciatura apostólica de Uagadugú (Burkina Faso) es una de las fuentes de primera mano que ha proporcionado los detalles de la masacre que ensangrentó la aldea de Sohlan, una localidad cercana a la frontera con Mali y Níger, en esta zona del Sahel conocida como las "tres fronteras".

Fueron los sacerdotes con sede en la parroquia de Sebba quienes dieron la alerta, después de haber recibido el testimonio de un sobreviviente que logró huir del infierno: "en la madrugada [del sábado 5 de junio de 2021, nota del editor] hasta las 6 de la mañana, hombres armados invadieron la localidad. Dispararon al aire, antes de trasladarse de casa en casa porque la gente todavía estaba en la cama. Los ejecutaron simple y llanamente.

"Luego quemaron el mercado, las casas, las tiendas, los vehículos, los camiones, los medios de transporte que estaban estacionados afuera", declaró Monseñor Laurent Dabiré, obispo de Dori y presidente de la Conferencia Episcopal de Burkina-Níger.

El número de víctimas del ataque se ha revisado al alza, y ahora asciende a 160 muertos, incluidos alrededor de veinte niños, el más joven de solo ocho meses, según informaron fuentes locales el 6 de junio pasado a la Agence France-Presse.

"No sabemos el número exacto de víctimas, estamos hablando de 160 muertos pero podrían ser más, ni qué grupo cometió la masacre", especificó, por su parte, la nunciatura.

La representación diplomática de la Santa Sede en el país ofreció a la agencia pontificia Fides un análisis de la situación posterior a la matanza: "según una valoración inicial, las autoridades del país creen que quienes perpetraron la masacre querían afirmar su capacidad para controlar el territorio.

"El ejército ha organizado grupos de autodefensa en las aldeas de la zona. Con estas masacres, los terroristas parecen haber querido responder a estas iniciativas defensivas. En cualquier caso, esta zona es estratégica porque une Mali y Níger, a través de Burkina Faso".

Las fuerzas de seguridad están luchando por frenar la espiral de violencia yihadista que ha dejado más de 1,400 muertos desde 2015 y más de un millón de personas desplazadas que huyen de las zonas de violencia.

Por su parte, el cardenal Philippe Ouédrago, figura principal de la Iglesia católica en Burkina Faso, pidió un día excepcional de ayuno y abstinencia el viernes 11 de junio, fiesta del Sagrado Corazón: "ofrezcamos el Santo Sacrificio Eucarístico de este día por la reconciliación, la justicia y la paz en Burkina Faso y en el mundo. Dígnese el Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, escucharnos y atender a nuestras súplicas", instó el arzobispo de Uagadugú.

Varios grupos armados operan en la región, principalmente el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, afiliado a Al-Qaeda, y la Organización Estado Islámico en el Gran Sahara. Desde 2020, los yihadistas hacen reinar allí la "ley y el terror": una situación que está lejos de mejorar luego de la muerte de Idriss Déby, jefe de Estado chadiano, que cayó empuñando las armas el 18 de abril pasado, y del golpe de estado en Malí el 24 de mayo.

Dos factores desestabilizadores que constituyen una oportunidad perfecta para que los yihadistas aumenten sus ventajas. A través de la sangre y el horror.