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No se trata de “la muerte negra”// Columna Itinerario Político

Itinerario Político

Ricardo Alemán

No se trata de “la muerte negra”.

Tampoco de la “fiebre bubónica” o la “peste negra”, que según las reseñas de la época –hace más de 200 años–, se trasmitía a través de las ratas o las pulgas.



No, en realidad se trata de una epidemia de ratas y ratones que, a partir de mayo de 2019 se detectó en Palacio Nacional, a pocos meses de la llegada del nuevo gobierno.

Desde entonces, por instrucción directa del presidente López Obrador, se decidió expulsar “a los gatos de Palacio”. Por razón natural –acaso de manera deliberada–, empezó la incontenible plaga de ratas y ratones.

Como recuerdan, desde mayo de 2019, la prensa había revelado en sus primeras planas la existencia de una jauría de gatos, entre los que destacaban Ámbar, Jaz, Godín, Panza, Zeus, Veloz, Canelo, Capulín, Pecas y, sobre todo, Gandalla, entre una veintena más de felinos que en Palacio mantenían a raya a la plaga de ratas y ratones.

Hoy, sin embargo, nadie sabe qué pasó con los gatos. Lo último que reportó la prensa fue la muerte de Gandalla, gato que fincó sus reales en el “Jardín Emperatriz” de Palacio y que murió por ahí del 1 de julio de ese 2019.

Desde entonces nadie habla de gatos. Lo que reporta la prensa, en su lugar, es la aparición de una creciente epidemia de ratas y ratones en Palacio.

Así, los primeros indicios de roedores de Palacio apareció cuando los periodistas dieron cuenta de lujosos departamentos, en Estados Unidos, propiedad de Olga Sánchez Cordero, titular de Gobernación y de su compañero de gabinete, Javier Jiménez Espriú, quienes nunca los reportaron a la Función Pública. Nada del otro mundo; decenas de millones de pesos.

Luego, ante la ausencia total de Gatos y, sobre todo, sin transparencia en Palacio, la epidemia de ratas y ratones creció a nieles de alarma. Otra vez los medios revelaron una verdadera fortuna de Manuel Bartlett –decenas de propiedades sin reportar–, de otro de los preferidos de Palacio. ¿Quién va a parar la plaga de ratas y ratones de Palacio?, se cuestionaban los medios.

Para entonces las raterías de las señoras Eva Cadena, Roció Nahle y de otros preferidos como Delegados Especiales ya confirmaban la existencia de una plaga de proporciones bíblicas, en Palacio.

Sin embargo, a pesar de la emergencia, nadie parecía dispuesto a poner un alto a esa plaga, que ya despedía un olor fétido en el nuevo gobierno.

Por eso, en respuesta al descubrimiento del “nido de ratas” llamado “Caso Lozoya”, también se detectó en el corazón de Palacio “la madriguera madre”, la mayor fuente de la que se tenga memoria.

Y es que, de nuevo la prensa, exhibió el escandaloso caso de “El Pollo López”, una madriguera de ratas en los más altos niveles de Palacio.

Nada menos que el hermano del presidente Andrés, de nombre Pío López, recibiendo bolsas de dinero –a manos llenas–, de un sirviente del ex gobernador de Chiapas, Manuel Velazco.

Ya no había duda, Palacio Nacional había sido invadido por una fea epidemia de ratas que, sin control, se propagó a todo el país y, por supuesto, a Morena. Por ejemplo, la presidenta del partido oficial fue acusada de robarse millones de pesos, mientras que Delegados Especiales, como los de Guerrero, Jalisco y Baja California Sur, usaban dinero público, a manos llenas, para sus afanes electorales.

Al escándalo de Pío López se sumó el de la esposa de su hermano Ramiro López, de nombre Concepción Falcón Montejo, síndico del municipio de Macuspana, quien desapareció más de 200 millones de pesos, por lo que renunció a su cargo el alcalde de ese municipio, Roberto Villalpando.

Lo simpático del tema es que Ramiro López es actualmente secretario en el gobierno de Tabasco, en donde también se habla de un desfalco de escándalo.

Pero no es todo. Recientemente se dio a conocer que, durante el gobierno de Javier Duarte, en Veracruz –concretamente en 2006–, otra cuñada de AMLO, de nombre Jessica Moreno Torres, esposa de Arturo López Obrador, desvió 80 millones de pesos a Morena. La denuncia la hizo de manera oficial el gobierno estatal.

Apenas el día de ayer, el Congreso de la Ciudad de México denunció que el partido mayoritario, Morena, desvió 400 millones de pesos a favor del gobierno de Claudia Sheinbaum, lo que dejó al área de Comunicación Social sin un peso de recursos.

Y también el pasado viernes, mientras que la epidemia de ratas y ratones invadían el INE –al que casi se tragan completo–, un grupo de familiares de desaparecidos asaltaron la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y… ¡bingo!

Encontraron que a la plaga de ratas y ratones de Palacio también les gusta el dinero de los Derechos humanos.

Congeladores llenos de manjares que se sirven a los empleados de alto nivel, mientras que no existe dinero para los derechos humanos de la prole.

La plaga de ratas y ratones de Palacio que, sin control, destruyen el presupuesto para los pobres, para la salud, la seguridad, justicia, educación y hasta para los partidos políticos.

La plaga de ratas y ratones que, tarde o temprano, se tragará a Morena y a sus propios creadores.

Al tiempo.