Según el Psicólogo Clínico Manuel Escudero, nos dice que la característica esencial de la hipocondría es la preocupación obsesiva, ansiosa e irracional de la persona a padecer una enfermedad. La persona da una interpretación personal y poco realista de algún(os) síntoma(s) corporales, y está permanentemente alerta ante cualquier señal de su cuerpo que pueda hacer sospechar problemas de la salud.
Los hipocondríacos están esperando, por así decirlo, ser
diagnosticados con enfermedades de las que sospechan que están sufriendo. A
menudo presentan su historia clínica de manera detallada al médico, sin
embargo, después de la exploración física por parte del médico, no identifica
la enfermedad explicada por su paciente.
Desde pequeña me asustaba oír de enfermedades, escuchar
una plática del infarto, gangrena o cualquier otra enfermedad me daba miedo y
tardaba en olvidarlo, hasta caminar cerca de un panteón me causaba mucho temor,
lo relacionaba con que se iba a infectar alguna herida que en ese momento
tenía, y como consecuencia me amputaría donde tuviera la herida. La diabetes
fue otra enfermedad a la que le tuve miedo, no dormía pensando que la tenía, en
una ocasión me corte el dedo y constantemente revisaba la herida creyendo está
infectada me lo van a amputar o tendré un coma diabético. Siempre sufrí de solo
imaginar que me diera poliomielitis, paperas, cáncer, etc.
Una mañana me levanté con un dolor en el seno izquierdo,
sentí miedo de ir al doctor y me dijera es cáncer de seno, sentí que me iba a
desmayar por estar pensando en la probabilidad de un cáncer, lloraba de
imaginar los dolores, los tratamientos tan fuertes a los que sería sometida.
Aunque presentaba malestares físicos no recurría al médico por temor al
diagnóstico tenía constantemente diarreas, temperatura, escalofríos, pero no
salía de la casa para visitar a un doctor. Un simple ardor de nariz me hacía
pensar que iba a morir, un miedo terrible a morir, a experimentar dolor, ir al médico era confirmar que tenía
alguna enfermedad grave y que solo me daría medicamentos para controlar los
dolores, pero ya no sanaría. Me daba miedo hasta hablar de que me sentía muy
mal porque después me daba vergüenza que me revisara los médicos, me realizar
estudios y me dijeran que no tenía ninguna enfermedad.
También sufría pensado en que mis hermanos pudieran morir
en cualquier momento, varias veces imaginé que los perdería por el síndrome del
bebe dormido y me provocaba angustia, y siempre estaba temerosa de no volverlos
a ver.
Un conocido me llevó a uno de los grupos del MOVIMIENTO
BUENA VOLUNTAD 24 HORAS DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS en donde pude escuchar a
personas que pensaban y sentían lo mismo
que yo, ahí me di cuenta que mi forma de ser era la que me ocasionaba sentir
todo esto. Viví la experiencia de estar en una casa hogar y llevar a cabo una
terapia intensiva en la agrupación en donde poco a poco al estar en las juntas,
al hablar de lo que sentía, de lo que pensaba, fui dejando de sentir tanto
sufrimiento, deje de ir a los doctores y de tomar tanto medicamento. Hoy vivo
una vida feliz, regresé a mi trabajo que había dejado por todo esto y cuando
escucho alguna enfermedad ya no siento el miedo que sentía.
Anónimo
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