“A la memoria de los comisionados de intermediación que
ya disfrutan del paraíso que Marx negó
su existencia”
Marx escribió en 1848 en el manifiesto del partido comunista: “El socialismo burgués o conservador pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida“.
A trece años de la presunta desaparición de dos miembros del grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR) la información presentada a la CNDH como evidencia y las declaraciones políticas en torno al tema, presentan una serie de contradicciones e inconsistencias que apuntan a un hecho falso que las han hecho pasar como irrefutable verdad: El sofisma del EPR.
El comienzo
La historia inicia un 25 de mayo de 2007. Los
números telefónicos del 060 y 066 de los Servicios de Emergencia del Estado
de Oaxaca y de la ciudad capital
respectivamente recibieron varias llamadas para reportar la presencia de personas armadas en el hotel “El Árbol”,
ubicado en la Calzada Madero número 131, una de las principales avenidas de esa
ciudad.
Inmediatamente se implementaron los operativos
policiacos. Al mediodía, un despliegue de elementos del Ejército Mexicano y de
las corporaciones policiacas del Estado y del ayuntamiento de la ciudad de
Oaxaca llegaron al hotel, revisaron e interrogaron a los empleados y al
copropietario que se encontraba casualmente en ese momento, con relación a las
personas armadas que se reportaron y según se hospedaban en ese hotel.
Horas más tarde el informe policiaco de ese operativo
reveló que las cuatro personas armadas afirmaban ser policías ministeriales
procedentes del estado de Chiapas con el objetivo de detener a un asesino que
se localizaba en Oaxaca.
El expediente policiaco del Hotel del Árbol
La documentación que contiene el expediente del Hotel del
Árbol se encuentra en los archivos de la Procuraduría General de Justicia del
Estado de Oaxaca (PGJO) y es guardada celosamente y contiene: 1.- Una tarjeta
de registro de huéspedes del Hotel del Árbol, que fue entregada por el
recepcionista del hotel a uno de los cuatro agentes ministeriales que arribaban
del estado de Chiapas y que es requisito ser rellenada con los datos de rigor.
2.- Una cédula fiscal del Gobierno de Chiapas y de la
Procuraduría de Justicia que fue entregada por el agente ministerial chiapaneco
al recepcionista del hotel para que posteriormente el hotel le facturara según
datos de la cédula fiscal.
3.- Un oficio de colaboración de parte de la Procuraduría
de Chiapas a la Procuraduría de Oaxaca y que explicaba la presencia en Oaxaca
de los cuatro agentes ministeriales.
4.-Un oficio de la Oficina de Emergencias Municipal del
número telefónico 066 donde especifica que recibió una llamada denunciando a
unos hombres armados que entraban y salían del Hotel del Árbol.
5.- Un oficio de información que detalla del operativo
que realizó la Policía Municipal de Oaxaca generada por la llamada al 066.
6.- Un oficio de la detención de los cuatro ministeriales
de Chiapas para ser investigados.
7.- Un oficio de petición de información de la
procuraduría de Oaxaca a la de Chiapas para verificar la autenticidad del
oficio de colaboración de los agentes ministeriales chiapanecos.
8.- El oficio de contestación de la Procuraduría de
Chiapas para informar de la autenticidad del oficio de colaboración que
enseñaron los ministeriales de Chiapas al momento de su detención.
9.- Una factura de
hospedaje de los cuatro agentes ministeriales.
Ese es el contenido del poco conocido expediente del
Hotel del Árbol.
Al siguiente día, sin embargo, los diarios locales
informaban con lujo de detalles acerca del “mega operativo militar y policiaco”
de aquel 25 de mayo en la Calzada Madero número 131, donde se ubica el sencillo
hotel de tres estrellas, donde ocurrió supuestamente la desaparición de los
miembros del EPR, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez.
Comunicado y denuncia del EPR, nueve días después
El primer comunicado del EPR que informaba de la
detención de tres de sus militantes surgía el 2 de junio de 2007, nueve días
después del operativo del hotel del Árbol, lleno de contradicciones que a los
ojos del mundo pasaban desapercibidas y que serían las que sustentarían la gran
patraña de los “ataques y explosiones en los ductos de Pemex” en julio de 2007
y armarían la endeble y pueril historia de las desapariciones, de ya no de
tres, sino de dos militantes eperristas.
Y la historia se tejería en un vendaval de comunicados
posteriores, llenos también de afirmaciones y contradicciones sorprendentes.
El primer comunicado
señalaba que “el 25 de mayo de 2007, en la ciudad de Oaxaca, entre las
20 y 22 horas en una “acción fortuita” de la policía, fueron detenidos tres de
sus militantes, Raymundo Rivera Bravo de 55 años, Edmundo Reyes Amaya de 50
años y un tercero del cual por el momento no tenemos sus datos personales”.
Las inconsistencias del comunicado son incuestionables y
evidentes: el EPR afirmaba saber la hora en que habían sido detenidos en la
“acción fortuita” y esa no era más que el operativo policíaco que se realizó en
el Hotel el Árbol a las 11:30 horas, es decir, muy lejos de las “20 y 22 horas”
que afirmaban en el comunicado y es contradictorio que sus propios órganos de
inteligencia e informantes del grupo guerrillero no hayan identificado después de nueve días al tercer
eperrista, cuando supuestamente tenían datos de la detención-desaparición,
específicos, respecto con quiénes
estaban, cuándo, dónde estaban y qué les hacían.
“Estos compañeros militantes están siendo torturados de
manera brutal (aquí el comunicado es muy puntual y explícito en afirmar qué les
están haciendo) en las oficinas de la PGR, (el mismo comunicado afirma
categórico el lugar exacto donde los tienen detenidos-desaparecidos) por el
Ejército, la AFI y agentes norteamericanos que fungen como asesores de la
policía y el Ejército. (Aquí vuelve afirmar el comunicado quien los tiene
detenidos sin mencionar por un instante a los cuerpos policíacos de Oaxaca)”,
rezaba el comunicado eperrista.
Cinco líneas del primer comunicado fueron suficientes
para que el sofisma del Hotel del Árbol empezara a convertirse en una verdadera
bola de nieve que al paso del tiempo, los comunicados siguientes vendrían a
constatar, con un vendaval de afirmaciones y contradicciones.
Noventa palabras fueron suficientes para el EPR en su
primer comunicado del 2 de julio de 2007, para apuntalar en su siguiente
táctica de guerra: esa guerra que en el 94, en su momento el EZLN, supo explotar
y explorar, ironizar y hasta burlarse de la ingenuidad de la mayoría de los
medios de información y comunicación; una guerra de papel y tinta, más poderosa
que las AK47, o explosivos TOVEX que cargan mochila al hombro los eperristas.
Lo que sucedió en los siguientes días, semanas y meses,
fue que el huevo de la serpiente eperrista, se estaba encubando y en sus
entrañas cargaba, en un lado hojas de comunicados y en el otro, salchichas con
explosivo Tovex.
Como se puede apreciar, el primer comunicado, en sus tres
primeras líneas, es una total afirmación de cuándo, dónde, a qué horas y
quiénes eran los tres militantes del EPR.
En las siguientes dos líneas el comunicado es muy puntual
en afirmar qué les están haciendo, dónde los tienen y quiénes los tienen. Todo
el resto del comunicado, que son once líneas, es paja ideológica y
propagandística, como en todos los comunicados del EPR.
La recomendación de la CNDH, “hecha con las patas”
En una entrevista que en el 2009 realicé al entonces
procurador de Oaxaca y ex ombudsman, Evencio Nicolás Martínez Ramírez, le
pregunté qué le parecía la recomendación que emitía la CNDH al Gobierno del
Estado. Me contestó: ¡Está hecha con las patas!
La recomendación e investigación que realizó la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH), señalaba que esa institución observó “que
servidores públicos de diversas dependencias públicas participaron en un
operativo el 24 de mayo de 2007”.
“En este sentido, cobra mayor certeza la presunción de
que ambos agraviados fueron detenidos en el mencionado operativo y
posteriormente trasladados de manera velada al interior de instalaciones de la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca, ocurriendo tales sucesos
entre el 24 y 25 de mayo de 2007, fechas a partir de las cuales nada se volvió
a saber sobre el paradero de dichas personas, tal y como lo afirmaron no
solamente los Organismos No Gubernamentales que denunciaron los hechos ante
esta Comisión, sino también porque así lo ha venido sosteniendo de manera
periódica y reiterada el propio grupo que reclama su presentación”, explicaba
la CNDH.
Y el informe puntualizaba “Que el 24 de mayo de 2007, (el
comunicado eperrista hablaba del 25 de mayo) en el operativo realizado de
manera conjunta, se constató el desplazamiento de cuando menos 70 elementos
pertenecientes a fuerzas de reacción, a partir del cual se denunció la
desaparición forzada de los agraviados”.
La misma investigación de la CNDH está cargada de
falsedades e imprecisiones, que hablan de un 24 de mayo a las 12 horas del día;
en otros, del 25 de mayo a las ocho de la noche.
Aquí hay que recordar como la CNDH en la investigación de
la muerte del camarógrafo norteamericano Brad Will, afirmaba que las balas que
lo asesinaron fueron disparadas a más de 30 metros de distancia. Se le preguntó
a un médico legista ¿qué le pasa a una persona si le disparan una bala a 30
metros? y la respuesta fue: lo traspasa.
¿Y qué le pasa si le disparan a menos de tres metros? se le alojan en el
cuerpo.
La CNDH ya marcó su fobia en varios casos de Oaxaca y
está bien documentada.
El 18 de julio de 2007, Miguel Ángel Granados Chapa en su
columna Plaza Pública ya lo advertía: “Pero igualmente importa resolver el
problema que, real o aparentemente, está en el origen de la campaña militar de
hostigamiento del EPR. Según el EPR, sus compañeros fueron detenidos la noche
del viernes 25 de mayo entre las 20 y las 22 horas en una acción fortuita de la
policía, es decir que no se sabía quiénes eran o no se había planeado su
captura”.
El extinto columnista escribió: “Sin embargo, el grupo
guerrillero se contradijo, pues informó que se les torturaba en la delegación
oaxaqueña de la PGR, con la participación de militares, miembros de la Agencia
Federal de Investigación y agentes norteamericanos que fungen como asesores de
la policía y el Ejército”.
El maestro Chapa añadía: “Nada de ello habría ocurrido de
haberse tratado de una detención por casualidad. Ante la negativa de las autoridades
sobre la detención de Cruz Sánchez y Reyes Amaya caben dos conjeturas. O no es
verdad que han desaparecido y se trata de un montaje del EPR para contar con un
motivo para su campaña militar, o las agencias policíacas o militares que los detuvieron no pueden
reconocer que los tienen consigo porque han mentido o, peor aún, porque ya no
estén vivos si es que acaso no soportaron la tortura que se dice sufrieron”.
“También podría ocurrir que los guerrilleros hubieran
entrado en conflicto con sus compañeros y se les hubiera reducido a prisión o
ultimado y se pretendiera cargar esa cuenta al gobierno federal, pues son
agentes de ese ámbito de competencia los señalados por la PGR”, hasta aquí,
Granados Chapa era contundente en su análisis y cavilaciones y que al paso del
tiempo y de su muerte saldría el sofisma del EPR a relucir.
La entrevista al propietario del Hotel del Árbol
El copropietario del Hotel del Árbol, Mario Vez Paniagua,
relata los hechos de aquel día y lugar donde presuntamente fueron detenidos los
dos líderes del EPR, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, el 25
de mayo de 2007.
Según el señor Paniagua, lo que sucedió está asentado en
la averiguación previa que se inició con motivo de la supuesta detención y
desaparición de esas dos personas. Han sido más de 30 las ocasiones que se ha
presentado a petición de la Procuraduría General de la República y la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca, a contestar las
preguntas sobre los desaparecidos eperristas. En todas esas ocasiones ha
mostrado el libro de registros y contado su versión, la cual para él es la
verdad de los hechos: esos señores nunca se hospedaron en mi hotel, sólo los
agentes ministeriales chiapanecos.
El señor Mario narra los hechos: “El 24 de mayo de 2007
llegaron al hotel cinco hombres, viajaban a bordo de una camioneta Ford tipo
Vam, con placas de estado de Chiapas y bajaron armas largas y pistolas, se
identificaron como policías en comisión”. “Lo único que pedimos como requisito
es que al lado del nombre que se registra, escriban y muestren al empleado el
número de la placa de la corporación a la que pertenecen”, aclaró el
copropietario del hotel.
“Así lo hicieron, ya es costumbre, a nuestro hotel siempre
llegan policías federales, estatales de otros estados o guardaespaldas, nuestro
personal se ha acostumbrado a ver que bajan armas, a que en los cuartos haya
metralletas o pistolas de los policías, son sus herramientas, por esta razón es
que no ponemos énfasis”, relata el señor Mario Vez.
Y para concentrar más el tema, se le pregunta al
copropietario del hotel si al registrarse los policías se identificaron. La
respuesta es tajante: “Sí lo hicieron de acuerdo a nuestras normas, eran cinco,
no supe de qué estado procedían, pero venían a una comisión, hasta después que
observé y revisé el libro y la tarjeta de registro, supe que venían de
Chiapas”.
¿Identifica entre ellos a las dos personas que reclama el
EPR?
No, en lo absoluto, yo mismo los atendí y eran cinco, con
aspecto diferente de los oaxaqueños y los dirigía un hombre de mediana edad.
El 25 de mayo muy de mañana –explica el propietario del
Hotel El Árbol– llegaron al negocio un contingente de policías de la
Ministerial de Oaxaca.
“No recuerdo quien los dirigía, pero buscaban a las
personas que habían ocupado uno de los cuartos y que se habían identificado
como policías. Los ministeriales llegaron a bordo de varias camionetas, eran
cerca de 30 elementos e ingresaron sin orden de cateo al establecimiento de una
forma arbitraria y prepotente; les pedí que explicaran su actitud y una de las
personas comentó que un vecino había denunciado vía telefónica, que había visto
bajar a varios hombres con armas; le dije que eran policías, que se habían identificado
como tales, pero no escucharon y procedieron a revisar, de la forma más
prepotente y arbitraria que yo he visto”, recalca Mario Vez.
¿Las personas que buscaban se encontraban en el hotel en
ese momento?
No, los ministeriales después que vieron los documentos
que habían presentado, hicieron varias llamadas por teléfono y se retiraron del
lugar.
A los pocos minutos, llegó otro contingente de policías
vestidos con uniformes color negro, con cascos y armas largas, los dirigía
Alejandro Barrita Ortiz, de una forma arbitraria tomaron por asalto el lugar,
asustaron a los clientes e insultaron al personal, por lo que reclamé y fue el
propio teniente Barrita (Alejandro Barrita, ex director de la Policía Auxiliar,
Bancaria, Industrial y Comercial, ultimado en enero de 2008) quien habló
conmigo.
Dijo que una llamada había alertado a las corporaciones
sobre la presencia de personas armadas en mi hotel y que viajaban a bordo de
una camioneta, fue la misma respuesta, le mostré el registro, quedó claro
quiénes eran. En las dos ocasiones tanto la Ministerial como el grupo que
encabezaba Barrita y que revisaron el hotel, posteriormente hizo llamadas a la
corporación de donde procedían los policías, preguntaron si los elementos
estaban de comisión, en las dos ocasiones les dijeron que efectivamente
cumplían una comisión y decidieron retirarse, no sin antes entregarme Barrita
Ortiz su tarjeta de presentación.
Minutos después llegó un camión militar con
aproximadamente 30 soldados y una Hummer, donde viajaba un militar de alto
rango que era quien los dirigía. A diferencia de la policía, los miembros del
Ejército se portaron decentes, preguntaron sobre el movimiento que se había
dado en ese lugar y al igual que en las dos ocasiones anteriores, les mostré
los documentos que tenía y decidió el mando corroborar y retirarse, pero
dejaron una guardia de varios elementos a bordo de un Hummer a esperar a
quienes buscaban.
¿Y si llegaron dichas personas?
Sí, efectivamente, llegaron y les relaté lo que había
sucedido en su ausencia, incluso me dijeron que lo iban a solucionar, y
efectivamente, cruzaron la calle hacia el destacamento militar y después de
identificarse platicaron varios minutos con el militar que estaba a cargo, éste
hizo unas llamadas y se retiraron.
¿Los militares llegaron a detener en ese momento o
después a alguien de sus huéspedes?
No, jamás sucedió nada. Incluso los policías que causaron
este problema pernoctaron esa noche y se retiraron hasta el otro día. Y en los
días siguientes a ese hecho yo personalmente revisé si alguno de mis huéspedes
fue molestado o investigado.
¿Todo esto les ha generado o causado algún conflicto?
En estos años son más de 80 ocasiones que me llaman a
declarar a la PGR y a la Ministerial de Oaxaca, insisten en preguntarme sobre
los hechos de ese día, más de 150 ocasiones han fotocopiado el registro, he
tenido roces con periodistas, los cuales ponen palabras en mi boca. Dennis
Maerker ha hecho una campaña de desprestigio en contra del hotel de mi
propiedad. Todo esto padecemos, estamos cansados que identifiquen a nuestro
hotel como el lugar donde detuvieron a esas dos personas, cuando nunca
estuvieron en ese lugar y mucho menos hubo detenciones.
Por favor, quiero
que quede bien claro, que aquel día que los únicos decentes que llegaron a
preguntar por los policías que creían eran delincuentes, fueron los militares;
todos los demás actuaron arbitrariamente, groseros y prepotentes. A más de
cuatro años, sigo sufriendo las consecuencias de esa mentira que inventaron de
la desaparición de esos señores.
El expediente PGR/SIEDO/UEIS/208/2007, UEITA/047-08,
054-2007
Lo que se detalla a continuación es parte de lo que
contiene el expediente PGR/SIEDO/UEIS/208/2007, UEITA/047-08, 054-2007.
Un grupo especial de la Policía Auxiliar Bancaria
Industrial y Comercial (PABIC), junto con policías preventivos estatales,
dirigida por el hoy occiso, Alejandro Barrita Ortiz, y al final una unidad del
Ejército Mexicano comandada por un coronel que se identificó con el apellido
Suárez, realizó todo este movimiento policíaco-militar.
El copropietario del hotel Mario Vez Paniagua, donde
presuntamente fueron detenidos los dos líderes (del EPR), Edmundo Reyes Amaya y
Gabriel Alberto Cruz Sánchez el 25 de mayo de 2007, narra los hechos de aquel
día, en la averiguación previa que se inició con motivo de la detención y
desaparición de dos personas la Procuraduría General de la República (PGR) y la
Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) narra el copropietario del
hotel Mario Vez Paniagua.
En su declaración el señor Mario Vez, explica: “Así lo
hicieron, ya es costumbre, a nuestro hotel siempre llegan policías federales,
estatales de otros estados o guardaespaldas, nuestro personal se ha
acostumbrado a ver que bajan armas, a que en los cuartos haya metralletas o
pistolas de los policías, son sus herramientas, por esta razón es que no
ponemos énfasis”.
El copropietario del modesto hotel asentó en su
declaración que eran cinco, “no supe de qué estado procedían, pero venían a una
comisión, yo mismo los atendí, eran cinco, los dirigía un hombre de mediana
edad”.
“El 25 de mayo muy de mañana –sigue en su declaración–
llegaron al negocio un contingente de policías de la Ministerial, no recuerdo
quien los dirigía, pero buscaban a las personas que habían ocupado uno de los
cuartos y que se habían identificado como policías. Los ministeriales llegaron
a bordo de varias camionetas, eran cerca de 30 elementos e ingresaron sin orden
de cateo al establecimiento de una forma arbitraria y prepotente; les pedí que
explicaran su actitud y una de los uniformados comentó que un vecino había
denunciado vía telefónica, que había visto bajar a varios hombres con armas; le
dije que eran policías, que se habían identificado como tales, pero no
escucharon y procedieron a revisar”.
Explica que “los hombres armados (policías ministeriales
del estado de Chiapas) fueron identificados e interrogados por los uniformados
oaxaqueños y después que vieron los documentos que habían presentado, hicieron
varias llamadas por teléfono y se retiraron del lugar”.
“A los dos minutos, llegó otro contingente de policías
vestidos con uniformes color negro, con cascos y armas largas, los dirigía
Alejandro Barrita Ortiz, de una forma arbitraria tomaron por asalto el lugar,
asustaron a los clientes e insultaron al personal, por lo que reclamé y fue el
mismo Teniente Barrita quien habló conmigo, dijo que una llamada había alertado
a las corporaciones sobre la presencia en mi hotel de personas armadas que
viajaban a bordo de una camioneta, fue la misma respuesta, le mostré el
registro, quedó claro quiénes eran.
“En las dos ocasiones tanto la Ministerial como el grupo
que encabezaba Barrita hizo llamadas a la corporación de donde procedían los
policías, preguntaron si los elementos estaban de comisión, en las dos
ocasiones les dijeron que efectivamente cumplían una comisión y decidieron
retirarse”.
El copropietario Vez Paniagua prosigue: “Unos minutos
después llegó un camión militar con aproximadamente 30 soldados y una Hummer,
donde viajaba quien los dirigía, a diferencia de la policía, los miembros del
Ejército se portaron decentes, preguntaron sobre el movimiento que se había
dado en ese lugar y al igual que en las dos ocasiones anteriores, les mostré
los documentos de registro de mi hotel que tenía y decidió el mando corroborar
y retirarse, pero dejaron una guardia de varios elementos a bordo de la Hummer
a esperar a quienes buscaban. Las personas llegaron y les dije lo que había
sucedido, incluso me dijeron que lo iban a solucionar, y efectivamente,
cruzaron la calle hacia el destacamento militar y después de identificarse
platicaron varios minutos con el militar que estaba a cargo, este hizo unas
llamadas y se retiraron.
“En ningún momento los militares detuvieron a alguien.
No, jamás sucedió nada. Incluso los policías que causaron este problema
pernoctaron esa noche y se retiraron hasta el otro día”.
Así concluye la más importante declaración del testigo
presencial del sofisma.
Secretarios de Gobernación y medios de comunicación
Francisco Javier Ramírez Acuña, primer Secretario de
Gobernación del Gobierno de Felipe
Calderón, declaraba oficialmente que la supuesta desaparición de los dos
eperristas fue un ajuste de cuentas entre los mismos grupos del EPR.
El extinto y segundo Secretario de Gobernación, Juan
Camilo Mouriño, le daba un giro de 180 grados a la posición y declaración
oficial de su antecesor, al referirse que la responsabilidad de la desaparición
de los eperristas fue del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz.
El fallecido Pedro Ansótegui, columnista de un semanario
local en Oaxaca y que mantenía una postura crítica ante el gobierno de Ulises
Ruiz, escribió en la última semana de mayo que “al mediodía del 24 de ese mes
la Unidad de Operaciones Especiales de la Policía estatal, actuando según un
“tip” había llegado al Hotel del Árbol en la capital oaxaqueña en busca de un
grupo armado”. Cuando fueron detenidos, agregó, dijeron ser policías
ministeriales de Chiapas que se encontraban en una comisión.
Ansótegui aseguró que “en realidad no se había tratado de
policías, sino de una célula guerrillera, en la cual se encontraba Gabriel
Alberto Cruz Sánchez, hermano del comandante en jefe del EPR. Aunque por la
función que realizaba Cruz Sánchez es poco probable que se hospedara en un
hotel y no en una casa de seguridad, y además armado, la versión se ha ido
consolidando en medio de los vacíos de información existentes y las crecientes
sospechas sobre una posible acción de fuerzas federales en su contra”.
El periodista Ansótegui se llevó a la tumba el porqué de
la nota que escribió sobre la desaparición de los eperristas.
El diario El Imparcial de Oaxaca, reportó: “el sábado 26
de mayo que la Procuraduría de Justicia del Estado declaró que, en efecto, se
había tratado de una confusión, y que los policías de Chiapas habían llegado
desde el jueves 23 por la mañana para cumplir con un mandato judicial”. El
periódico añadió que “la Procuraduría de Justicia de Chiapas había enviado los
oficios correspondientes, aunque por una falla en la comunicación en Oaxaca
citó a la Procuraduría estatal; tanto la policía como elementos del Ejército
habían acordonado el hotel en donde se encontraban pensando que era un grupo
armado”.
Negociaciones o negocios
La exigencia del EPR de presentar con vida a sus dos
compañeros,desapareció del contexto político después de los atentados a los
ductos de Pemex.
Las negociaciones en lo obscurito se realizaron con
personajes de la Secretaría de Gobernación y militantes de “alto rango del EPR”
que dejaron al descubierto la ideología que permea al “grupo armado subversivo”
que no quiere perder sus posiciones familiares de pseudo guerrilleros y seguir
explotando la franquicia “EPR”.
La esencia política e ideológica del EPR queda de
manifiesta en que actualmente no exige ni sigue con su lucha de terrorismo de
baja intensidad, como mecanismo de exigencia de la desaparición de sus dos compañeros
eperristas.
Ideológicamente, según Marx, el EPR es el enemigo del
proletariado.
Marx escribió: “Los comunistas no tienen por qué guardar
encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos
sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social
existente. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea
sus cadenas”.
Si Marx viviera y leyera los comunicados y conociera de
las tribus socialdemócratas del PRD y de esa izquierda a la mexicana, se
revolcaría de la risa y se volvería a
morir, ahora, pero de vergüenza.
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